EXTRA.

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Se Hun despertó muy temprano esa mañana para ir a la central de autobuses y recoger a sus padres. No estaba solo, pues el pequeño Xu Bao había pedido permiso de ir con él, y después de veinte veces, fue prácticamente imposible decirle que no.

Eran las dos de la tarde cuando Lu Han recibió un mensaje de texto por parte de su novio, mismo que le avisaba que ya iban en camino hacia el apartamento.

El castaño abrió la puerta del horno y sacó unas pechugas de pollo con mucho cuidado. Las dejó sobre la barra de la cocina, soltando un suspiro de alivio al ver que ni una estaba quemada, pero no se distrajo demasiado, pues sabía que aún le quedaba trabajo pendiente: le faltaba poner crema de cilantro encima de las pechugas y pasar el puré de patatas que había hecho a un recipiente más grande. Estaba muy nervioso porque su hijo y Se Hun llegarían pronto a su apartamento con los padres del más alto.

—¿Necesitas ayuda?

—No, Sandara, estoy bien. Gracias.

—¡Qué bien huele por aquí! Estoy segura de que los padres de tu novio quedarán impresionados —sonriendo de lado, la mujer palmeó el hombro de Lu Han un par de veces—. No deberías estar tan nervioso, ¿sabes?

—Se Hun me dijo lo mismo antes de irse a la central —comentó, volteando a ver a Sandara por unos momentos—, pero no puedo hacer nada para que los nervios me dejen en paz.

—¿Ya fuiste a la tienda por refrescos?

—¡Maldición! —Exclamó—. ¡Sabía que olvidaba algo!

—Te haré el favor —dijo Sandara, riendo un poco.

—Gracias, Sandara.

Más o menos media hora después, todos se encontraban comiendo y conversando tranquilamente en el comedor de Lu Han. Los padres de Se Hun eran bastante amables y se notaba con facilidad que ya tenían muchas ganas de conocer al más bajo y al pequeño pelinegro.

Xu Bao estaba emocionado por las visitas, pero Lu Han se veía nervioso, aunque poco a poco se fue relajando. Al final, la comida preparada por el castaño recibió un montón de halagos y la tarde pasó entre risas y conversaciones amenas.

En la noche, después de que los padres de Se Hun se despidieran y volvieran a su ciudad, Park Sandara tampoco tardó mucho en dejarlos a solas en su propio espacio. Lu Han estaba acostado en el sofá, un tanto cansado, pero con una gran sonrisa porque todo había salido bien.

—Papá —Xu Bao se subió al sofá, acomodándose encima de Lu Han y alcanzando a picar sus mejillas.

—Estoy despierto, estoy despierto —aseguró, enderezándose unos segundos después y tomando a su hijo entre sus brazos para llenarle el rostro de besos, haciéndolo reír bajito.

—Creo que volveré a casa ahora —dijo Se Hun, mirando a Lu Han y a Xu Bao con una leve sonrisa.

—¿No te gustaría quedarte aquí esta noche? —Le ofreció el más bajo.

—Me encantaría —respondió sin dudar—. Pero no traje ropa extra, así que...

—Espera. Creo que dejaste algo aquí la última vez —comentó algo pensativo.

—¡Ah! ¡Es cierto! —Pareció recordar, asintiendo un par de veces—. Entonces, me quedaré con ustedes. ¡Está decidido!

—¡Papá Hun! —Xu Bao se soltó del agarre de Lu Han y corrió hacia Se Hun, abrazándose a él—. ¿Papá y tú me leen un cuento para dormir? —Preguntó—. Por favor, por favor, por favor. ¿Sí?

—De acuerdo —se agachó unos momentos para poder cargar al niño—. Primero vamos a ponerte tu pijama, travieso.

Se Hun llevó al menor hasta su habitación mientras Lu Han fue a buscar la ropa que su novio había dejado en el apartamento la última noche que pasó ahí. Una vez que Xu Bao estuvo listo para dormir, llamaron a Lu Han para que fuera con ellos y pudiera participar en la lectura del cuento que el pelinegro deseaba escuchar.

Entre ambos leyeron una historia para el niño, quien cerró los ojos y se quedó dormido casi al final de la misma. Dejaron un beso en la frente de Xu Bao y se fueron a la habitación de Lu Han.

—Bueno, mis padres ya te adoraban, pero ahora te adoran mucho más —dijo Se Hun mientras se cambiaba—. Y por supuesto, también a Xu Bao.

—Me encantó finalmente conocer a tus padres, cielo —contestó Lu Han—. Pero ahora lo único que quiero hacer es dormir, en serio estoy agotado.

El más alto se acostó en la cama una vez que estuvo más cómodo y le ofreció sus brazos a Lu Han para que descansara entre éstos. El contrario aceptó al instante y se acomodó contra el pecho de Se Hun.

Aunque el cansancio derrotó a Lu Han en cuestión de minutos, Se Hun se quedó despierto un rato más, acariciando suavemente el cabello de su pareja y pensando en cómo habían cambiado las cosas para bien desde que el castaño y Xu Bao estaban en su vida.

Un año más tarde, Lu Han abría la última caja con sus pertenencias, empezando a sacarlas una a una para acomodarlas en lo que era su nueva sala. Xu Bao, ahora con cinco años, corría por la cocina mientras sostenía un par de juguetes.

—Mi niño, ya es hora de que te metas a bañar —le dijo Lu Han.

—¡No quiero! —Se le escuchó decir desde la cocina.

—Papá Hun y yo queremos comer afuera hoy. ¿Cómo vamos a llevarte si no estás limpio?

El pequeño infló las mejillas, pero se acercó a su padre.

—¿A dónde quieren ir?

—Bueno, todavía no lo hemos decidido —suspiró—, pero es necesario que te bañes, eso sí.

—Está bien —finalmente estuvo de acuerdo y caminó hacia el cuarto de baño en su habitación.

Lu Han apenas iba a levantarse para ir a ayudarlo cuando la puerta principal se abrió y Se Hun entró a la vivienda.

—Ya volví —anunció el más alto.

—¿Cómo te fue, amor? —Lu Han se acercó a él y besó sus labios con ternura.

—Todo bien —sonrió tras corresponder el beso—. ¿Qué tal están las cosas por aquí?

—Pues por fin abrí la caja que quedaba —señaló, regresando hacia la sala—. Ya quería terminar con la mudanza, si te soy sincero.

—¡Lo lograste!

—Lo logramos —corrigió—. Se supone que vamos a celebrarlo, ¿no?

—Claro, por eso hicimos el plan... ¿Xu Bao ya está listo?

—Aún no, pero descuida, no tardo mucho en bañarlo.

Se Hun se acercó a su novio y lo abrazó por detrás, dejando un par de besos suaves sobre su cuello y haciéndolo suspirar.

—No sabes lo mucho que me encanta esto —le dijo después, mirando a su alrededor, pero sin soltarlo—. Nuestro propio sitio.

—Sí... Por fin había terminado de pagarle el apartamento a Sandara cuando me pediste que vivamos juntos —recordó, riendo un poco sin poder evitarlo.

—Pero al final fue bueno, ¿no crees? —Preguntó—. Ahora se lo estás rentando a Chan Yeol y a su novio.

—Cierto —volteó a ver a su pareja y dejó un beso corto en sus labios—. Nuestra mudanza trajo algo bueno para alguien más.

—¡Papá! ¡Ya llené la bañera! —Gritó Xu Bao desde el cuarto de baño.

—Nuestro pequeño me necesita —dijo Lu Han, soltándose del agarre de Se Hun suavemente y marchándose a ayudar al pelinegro.

Se Hun se sentó en el sofá para descansar un poco mientras su novio bañaba a Xu Bao, pensando por mientras en un buen sitio al que pudieran ir y celebrar su mudanza. Sin embargo, en el fondo sabía que el lugar era lo de menos, pues él era feliz mientras pudiera estar con su querida familia. Eso era lo único que le importaba.

Fin.

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Prometí un capítulo extra, y bueno, aquí está. Espero que les haya gustado.

¡Falta otro! Uno que publicaré en diciembre (por Navidad). Fue el trato al que llegué con @ItzellPalacio para que no me demande, jajaja.

De nosotros [HUNHAN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora