EXTRA: Nueva etapa.

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Faltaban quince minutos para las siete de la mañana. Lu Han llevaba al menos una hora y media despierto, moviéndose por toda la casa, asegurándose de no haber olvidado nada para el gran primer día de su hijo. Ya sólo faltaba un buen desayuno y estarían listos para salir.

—¡Xu Bao! ¡Ven a desayunar ya! —Ordenó Lu Han—. ¡No puedes llegar tarde! ¡Mucho menos en tu primer día!

—¡Ya voy, Papá Han! —Se escuchó la voz del menor, quien respondía desde su habitación mientras terminaba de ponerse su uniforme.

—Amor, aún tenemos tiempo. Más del que necesitamos, de hecho —como siempre, Se Hun mantenía la calma y ayudaba a su pareja a recuperarla cuando era necesario.

El más bajo acomodó un par de platos con omelette y tocino encima de la mesa del comedor antes de dejar salir un suspiro. Volteó a ver a Se Hun y, de una manera u otra, se contagió un poco de su tranquilidad.

—Es un día muy importante, cielo. No me gustaría que las cosas salieran mal —explicó sencillamente.

—No tienen por qué salir mal —alcanzó uno de los platos y lo acercó hacia él para empezar a desayunar.

—¡Un licuado!

—Oh, eso suena muy bien —respondió al instante—. De chocolate, por favor.

—No, tonto. Un licuado para Xu Bao —dijo antes de dar media vuelta para regresar hacia la cocina—. Le daré a mi niño todas las proteínas que necesita para hoy.

—Entonces, ¿no harás licuados para nosotros también?

Lu Han seguía escuchando al más alto porque no había ningún muro entre el comedor y la cocina. Soltó una risa suave y sacó un par de vasos más.

—Primero el de Xu Bao, ¿está bien?

—Está bien —sonrió.

Cuando Xu Bao entró al comedor, Lu Han tuvo que luchar contra las ganas de correr hacia él mientras gritaba como el padre emocionado que era y estrecharlo con fuerza entre sus brazos. El pequeño en verdad se veía adorable con su nuevo uniforme escolar.

Su pantalón color azul oscuro combinaba con la corbata bien acomodada en su camisa blanca con cuello estilo marinero.

—Lu Han, parece que vas a llorar —señaló Se Hun.

—Lo siento, lo siento —tomó aire por la nariz y lo soltó lentamente por la boca—. Es sólo que... no puedo creer que este día por fin haya llegado. Mi bebé va a ir a la primaria y no entiendo cómo es que creció tan rápidamente. El tiempo se burló de mí, Se Hun, sólo mira a Xu Bao listo para su primer día de escuela.

Se Hun sonrió de lado al escuchar al contrario. Se enamoraba cada vez más de cómo era ese chico, no sólo como persona en general, sino también como padre.

Una vez que todos terminaron de desayunar, Lu Han sólo se hizo cargo de acomodar un poco mejor el cabello de su hijo antes de guardar su teléfono celular y sus llaves en los bolsillos de su pantalón.

—¿Todo listo? —Preguntó el más alto.

—Todo listo —aseguró Lu Han, viendo con una sonrisa que su pequeño ya estaba colgándose su mochila a la espalda.

A pesar de que Xu Bao lo había acompañado a la universidad muchas veces, sabía que aquello era algo muy diferente y especial para su hijo.

Spark, el golden retriever que había llegado a ellos en Navidad, recién cumplía ocho meses; había crecido mucho, estaba lleno de energía y adoraba jugar con Xu Bao, por lo que no estaba muy contento con la idea de que toda la familia saliera de la casa sin él.

—Lo siento, Spark —cuando el niño por fin logró hacer que el perro soltara su pantalón, le acarició la cabeza con suavidad—. Tú no puedes acompañarme a la escuela, amigo, aunque me gustaría mucho que sí pudieras.

—Tenemos que irnos ya, Xu Bao.

—Sí, Papá Hun.

—¿Estás nervioso? —Le preguntó.

—Ah... Creo que sí... Un poco —admitió el niño.

—Todo saldrá de maravilla —prometió Lu Han, acariciando suavemente la mejilla del menor—. Aprenderás mucho, harás amigos, y en la tarde Papá Hun y yo pasaremos por ti para que nos cuentes lo que hiciste en tu primer día.

El pelinegro se sintió mucho más tranquilo tras escuchar eso y sonrió, asintiendo un par de veces.

—Gracias, Papá Han.

—Estamos muy orgullosos de ti, bebé... Bueno, ya no tan bebé —agregó riendo un poco.

—Papá Hun tenía razón —señaló—, parece que quieres llorar.

—No, no quiero llorar —suspiró mientras trataba de calmarse—. Estoy bien.

Cuando llegaron al frente de la escuela en la cual Xu Bao estudiaría a partir de ese día, Lu Han buscó sujetar la mano de Se Hun unos momentos. El más alto sonrió al notarlo y, con cariño, entrelazó sus dedos con los ajenos.

Despedirse de Xu Bao no estaba siendo tan fácil como Lu Han creía que iba a ser. El pequeño, aun y con los típicos nervios que cualquiera podía llegar a sentir al empezar una nueva etapa, se encontraba tranquilo y pensando en todas las cosas buenas que sus padres y sus tíos Min y Dae le habían contado acerca de la primaria. Sin embargo, Lu Han sí tenía un pequeño nudo en la garganta, mismo que pareció volverse doloroso cuando Xu Bao los abrazó tiernamente a él y a Se Hun. No había estado bromeando ni un poco cuando dijo que el tiempo se burlaba de él.

Ver a su hijo cruzar la puerta hacia su primer día de clases hizo que su corazón se sintiera un poco apretado, con una mezcla de sentimientos imposible de describir. Estaba feliz, orgulloso, preocupado, nervioso, triste, emocionado, asustado... Todo al mismo tiempo, aunque no necesariamente al mismo nivel.

Lo mejor de todo era que no estaba solo. Ahora tenía a alguien especial a su lado, un hombre maravilloso con el cual podía compartir cada momento y que sin duda también amaba mucho a Xu Bao.

—Ya, ya. Antes de que te des cuenta, el día escolar habrá terminado y estaremos aquí otra vez, recogiendo a nuestro hijo —Se Hun intentó animarlo.

—Lo sé —volteó a verlo—. Es sólo que no termino de creerlo, Se Hun. Nuestro niño ya tiene seis años. Quiero que alguien me diga en qué momento sucedió porque, en serio, hasta se siente como si me lo hubiera perdido.

—No, no te perdiste nada. Has estado con Xu Bao desde siempre —le dio un beso en la mejilla a su novio—. Es sólo que el tiempo pasa volando. Hay que ir preparándonos para ayudar a nuestro pequeño con las tareas que no entienda durante los próximos años.

—Bien, ¿pero qué vamos a hacer durante las próximas horas? —Cuestionó—. Ambos tenemos el día libre.

—Y la casa sola —le susurró al oído.

—¡Se Hun! —Lu Han no pudo evitar reír un poco—. No me digas en qué estás pensando.

—No necesito decírtelo, tú ya lo sabes —le picó una costilla.

—¿Ah, sí?

—Sí. Y también sabes que no es una mala idea —agregó—. Te ayudará a relajarte y a no pensar de más en el primer día de Xu Bao.

Lu Han apoyó suavemente una mano sobre el pecho del más alto antes de darle un beso corto en los labios.

—Vamos —fue lo único que dijo al separarse.

Fin.

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Ya díganme qué tiene este fanfic, por favor. Nunca esperé que me pidieran más capítulos o una segunda temporada, y miren, aquí estamos.

Y todavía preguntan si los quiero, lectores/as. (?)

@DelfinaSanchez6 me conmovió y ahora, gracias a ella, este capítulo existe. Espero que les haya gustado.

Ahora sí, fin.

De nosotros [HUNHAN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora