ESPECIAL NAVIDEÑO. (1)

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Si Lu Han hubiera tenido la oportunidad de hacer realidad cualquiera de sus deseos en ese momento, sin duda habría elegido estar durmiendo en su cama. La época de exámenes finales lo tenía agotado, cosa que se notaba en sus ojeras, mismas que no podía disimular con nada.

Necesitaba relajarse, pero había un pequeño problema: aunque el fin de semana había llegado y no tenía que pensar demasiado en las cosas relacionadas a la universidad, sí tenía que pensar en todo lo demás.

Afortunadamente, la semana de Se Hun no había estado tan cargada como la suya, por lo que recibía ayuda de su parte. Mientras su novio se ocupaba de un montón de cosas por él, Xu Bao lo acompañaba a comprar lo que les hacía falta en casa. Una vez que terminaran con eso, serían libres por el resto de la noche.

—Papá, quiero un dulce —dijo el menor cuando entraron al pasillo con golosinas, aunque Lu Han en realidad sólo pasaba por ahí porque quería buscar una bolsa de azúcar.

Xu Bao agarró una gran barra de chocolate antes de correr y tratar de meterla al carrito de compras.

—¿Qué es esto? —Preguntó Lu Han al instante, sacando el chocolate y soltando un suspiro antes de regresárselo a su hijo—. Ya comiste muchos dulces esta semana, Xu Bao. El tío Min te consintió mucho. Devuélvelo, por favor —le pidió.

—Pero... —Frunció el ceño—. ¡Quiero un dulce! —Insistió—. ¿Me lo compras? Por favor, papá. ¡Por favor, por favor, por favor!

—No —suspiró una vez más—. Lo siento, mi niño, pero no es bueno que consumas tantas cosas como ésta en una sola semana. Déjalo en su lugar.

—¡Pero me he portado bien!

—Lo sé, y quiero que siga siendo así. Devuélvelo.

El pequeño cerró sus manos con fuerza, casi aplastando la barra de chocolate sin querer, a la vez que sus ojos se ponían llorosos.

—¡Quiero un dulce! —Alzó la voz.

Debido al mismo cansancio, Lu Han tenía dolor de cabeza. Lo menos que quería hacer en esos momentos era discutir con Xu Bao o tener que regañarlo en un sitio público, pero no por eso no iba a ponerle los límites que debía.

—Espero que no estés pensando en ponerte a llorar —advirtió—. No te voy a comprar ese chocolate, Lu Xu Bao. Ya te expliqué por qué, por favor sé bueno y no insistas. Sólo ve a devolverlo.

—Pero lo quiero... —Sollozó, aferrándose más al dulce.

—Xu Bao, no. Deja de llorar.

—¡Quiero! ¡Quiero! ¡Quiero! —Lloró más fuerte.

Las personas que pasaban por ahí no podían hacer más que voltear a ver al joven castaño como si estuviera siendo muy duro con el pequeño, pues después de todo "sólo era una barra de chocolate". Lu Han sentía una mezcla de pena y ganas de gritarle a todos que se metieran en sus propios asuntos, que no se inventaran historias si no sabían por qué le estaba negando el dulce al niño; sólo quería terminar con las compras rápidamente y volver a casa.

Hizo lo que debía hacer.

Por supuesto, estaba enojado. Xu Bao también parecía estarlo, pues avanzaba con los brazos cruzados por encima de su pecho y no le dirigía la palabra a su padre desde que habían llegado sin el chocolate hasta la caja para pagar.

—¿Qué te pasó, Xu Bao? No habías hecho una rabieta en meses —dijo Lu Han, cargando con las bolsas y asegurándose de que el menor fuera cerca de él—. Tú no eres así como te pusiste en la tienda.

El pelinegro no respondió nada, simplemente siguió al mayor. Dejó de estar con los brazos cruzados hasta que llegaron a la casa, ni un segundo antes, y se fue a su habitación, cerrando la puerta.

De nosotros [HUNHAN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora