Capítulo 12: Perros del ejército.

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Edythe estaba sentada en la cama mientras miraba por la ventana como el sol bañaba a las montañas que rodeaban a Resembool y soltó un suspiro mientras recordaba su tragedia que comenzó desde que su padre las abandono, después con el asesinato de su madre y se hizo aún más grave con la pérdida de sus cuerpos y para recuperarlos se había enlistado en el ejército lo que le causó aun más problemas. William estaba con ella en la habitación, le estaba haciendo los últimos ajustes en el auto-mail de la pierna.

Si vas a la guerra, ¿Podrias masacrar a familias enteras?...- la imagen de su maestra apareció en su mente, ¿Sería capaz de hacer lo que dijo?.- hablé sin pensar... Pero no creo tener que llegar a tanto...

-¿Que tienes?.- dijo William tratando de leer la expresión de la chica.

-No... No es nada. Continúa por favor.- sonrió intentando ocultar sus pensamientos.

-¿¿??... Si está bien.- William continuo trabajando, mientras ella seguía sumergida en las palabras de su sensei, cuando vio por la ventana un automóvil del ejército nacional estacionarse frente a la casa.

-¡¡!! ¿Que harán esos tipos aquí?.- Edythe se asomo un poco más a la ventana.

-¿?.- al ver la reacción de Edythe, William también se acercó y se asomó. Vieron como bajaron del carro y comenzaron a tocar la puerta de la casa.

-¿Ya terminaste?.- dijo Edythe.

-Si, ya está.

Edythe se puso a toda prisa de pie y tomo su abrigo rojo, bajo por la escaleras donde escucho como preguntaban por ella.

-Asi es, aquí está ¿Para que la necesitan?.- dijo Pinako Rockbell a los hombres vestidos con el uniforme del ejército y con muy mala cara.

-Urge su presencia en el cuartel del Este.- le respondió uno de los militares.

-Yo soy su padre.- hablo Hohenheim, aunque Edythe se molesto al escuchar esa frase.- tengo entendido que ella aún es menor de edad, así que exijo saber para que necesitan a mi hija.

-No podemos dar mucha información, solamente les diremos que ha estallado una revuelta civil en Lior.

Edythe quedó paralizada al escuchar esas últimas palabras, sabía lo que iba a tener que hacer para suprimir esa revuelta. Su visión comenzó a dar vueltas y lentamente se deslizó por la pared hasta el suelo.

-No... ¡Es imposible que ella vaya! Aún no cumple la edad necesaria para...- Hohenheim también había entendido lo que ellos querían.

-Lo siento señor.- le interrumpió de manera brusca otro de los soldados.- pero son órdenes de nuestro superior, ella hizo un juramento, si algún día la llaman al frente, se tiene que presentar sin objeción alguna, del caso contrario se tendrá que revocar su credencial como Alquimista Nacional.

N-no puede ser... Si la pierdo... Aly jamás podra regresar, no ahora que estamos tan cerca.- intento volverse a poner en pie, y corrió escaleras arriba donde se encontró con William, parecía asustado como si hubiera visto un muerto. Decidió ignorarlo y rodearlo para llegar a su cuarto donde se cambió de ropa lo más rápido que pudo, tomo su maleta y se dispuso a salir, pero por accidente tiro de la cuerda del estuche de su viejo violín. Por un momento dudo en llevárselo, ese violín que fue tan importante para su madre y que se lo había heredado, siempre lo llevaba consigo para tener un recuerdo de ella. Cerro los ojos y suspiró, decidió llevárselo. Volvió a bajar por las escaleras, ahí se encontró a William y a Alice mirando la escena, él tomaba la mano de ella para intentar darle consuelo. Se mordió un labio y comenzó a caminar hacia la puerta, donde estaba Hohenheim intentando evitar que entrarán los soldados para llevársela.

The Alchemist (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora