Capítulo 16: Negociaciones.

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-Uhh.- fue lo único que pudo pronunciar al ver a todas esas personas reunidas en la plaza, ya sabía que se podía encontrar algo asi por estar en el centro de la ciudad, pero no pensó que sería más de lo que se había imaginado.

-S-señora...- pregunto uno de sus subordinados, todos tragaron saliva al ver el brillante resplandor de las armas qué llevaban.

-Lo se, lo sé... tranquilos.- se aclaro la garganta y levantó la vista, sonrió de manera amable.- probablemente algunas personas me conozcan, me llamo Edythe Elric y soy la alquimista de acero. ¿Puedo hablar con ustedes?

-¿Como sabemos que esto no es una trampa?.- dijo alguien.

-...- pensó en una manera sincera de demostrar su palabra, así que comenzó a quitarse el abrigo color arena dejando al descubierto su uniforme militar azul y también comenzó a quitarselo, hasta quedar en una playera sin mangas de color negro y unos pantalones cortos del mismo color  dejando ver uno de sus más grandes secretos. Tiro su reloj de plata y la pistola que tenía en el cinturón junto a su ropa.- listo, ¿esto será suficiente?

-Ahora que la veo bien... Yo a usted la conozco.- dijo uno de los hombres mientras se acercaba a ella.- usted me salvó hace años de unos bandidos muy cerca de Youswell. Usted fue mi salvadora en ese entonces.

-¿Usted no ayudaba a los pobres?

-Es cierto, habíamos escuchado hablar de usted.

-¿Esa es la joven alquimista nacional? ¿La que es llamada la alquimista del pueblo?

-Umm creo que fue usted la que me ayudó a arreglar mi carreta cuando se rompió en un pueblito.

Comentarios muy similares comenzaron a escucharse entre las personas que estaban ahí reunidas y poco a poco comenzaron a bajar sus armas, Edythe sonrió satisfecha. .

Jajajajaja si viera esto Alice seguramente diría: "¡vaya hasta que por fin tu hobby de hacer escándalos sirvió de algo!".- sonrió de oreja a oreja.

-¡Que importa que sea el mismísimo Dios Leto! Está niña es una marioneta del ejército, por algo se unió el.- grito un hombre mientras se abría paso entre la gente con una escopeta.

-¡No es cierto! si por mi fuera, nada de esto estaría sucediendo.- grito Edythe, preparándose para esquivar la bala.

-¡Callate! No dejas de ser un militar.- en el momento que aquel hombre le apunto con el arma a la chica, a lo lejos se escucho un chasqueo de dedos, una flama explotó a sus pies y lo mando a volar.

Rápidamente todas las personas voltearon a ver hacia la dirección de donde provino, aunque Edythe sabía de quién se trataba. Algunos apuntaron hacia él para abrir fuego, pero antes de que eso sucediera, Edythe choco las palmas y creo una enorme muralla para protegerlo de las balas que comenzaron a ir sobre el.

-¡Él no quería lastimarlos! Fue para defenderme, ¡Se los ruego escuchen!.-  grito Edythe.

El fuego se detuvo y bajaron sus armas.

-Nosotros tenemos algo que agradecerle Edy-san, pero no podemos aceptar que usted se reúna con el santo pontífice, perdone.- hablo uno de ellos.

-¿Quieren ver a sus seres queridos de nuevo?

Nadie pudo contestarle a la chica.

-Pues yo sí y se que para volverlos a ver necesito terminar con esta guerra lo más pronto posible. Por favor, llevenme con él.- aunque su voz era firme, no dejaba de ser amable.

Algunos estuvieron de acuerdo en llevarla ante esa persona y otros se negaron completamente. Mientras tanto, Edythe bajo la muralla que protegía a Mustang y a su batallón.

The Alchemist (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora