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Había comprobado por quinta vez si la corbata estaba en su sitio. Alisó la arruga de la camisa y agarró su maletín para salir del piso. Día tras día era la misma rutina. Se levantaba, desayunaba, se aseaba, vestía y salía a trabajar. Aburridos dirán otros, organizado y tranquilo decía él. Vivía una vida inmerso en el trabajo y rutina, sin pareja y pocos amigos. Parece muy triste pero es lo mejor, al menos para eso pensaba él.

-Buenos días- dijo a la recepcionista. Esta intentaba ligar con él los dos años que llevaba en la oficina, a pesar de tener edad suficiente para ser su madre.

-Hola, Jungkook. Te ves muy guapo hoy.

-Gracias, señora Shin. 

Entró en su despacho y se sentó en el ordenador a trabajar con las cuentas de la empresa. Su compañero, Sung YongJae, tomaba su café mientras pasaba al lado de la puerta del despacho.

-Buenos días, Jeon.

-Buenos días, Sung.

La mañana transcurrió normal, como debe ser. Hasta que el jefe le llamó.

-Jeon, a mi despacho.

Jungkook se levantó algo confundido y fue a su despacho. El jefe le pidió que se sentara y así lo hizo. Era un hombre de unos cuarenta años, pero no los aparentaba. Un tipo serio, entregado al trabajo.

-Necesito que hoy te quedes hasta tarde, he notado algo en nuestros informes que quiero que revises. 

En realidad a Jungkook le fastidiaba mucho el hecho de quedarse hasta tarde trabajando, porque rompía su rutina de irse a las ocho, pero aún así aceptó.

Cuando el chico volvió a su despacho, el teléfono le vibró por una llamada entrante. 

-Jeon Jungkook, ¿sí?

-Ya sé que eres Jungkook, idiota. O es que... ¿eres un alien que se hace pasar por mi amigo?

-¿Tae? ¿Por qué me llamas al trabajo?

-Si te llamo a tu móvil, no me lo ibas a coger.

Es cierto, Jungkook quería mucho a su amigo y su pareja, Hoseok, aunque a veces eran demasiado escandalosos.

-¿Qué pasa?- preguntó sentándose en la silla del despacho. El cuero resonó bajo su peso. Jungkook observó a través de la ventana, observando a la gente pasar. 

Todos se veían exactamente iguales, abrigos oscuros y caras largas, mirando las pantallas de sus móviles. Le pareció distinguir un borrón rosa entre la gente, pero no le prestó atención.

-Parece que viene una tormenta...- dijo para si mismo al ver las nubes negras que se acercaban.

-¿Quieres hacerme caso?- dijo Taehyung al otro lado de la línea- te estaba diciendo si querías pasar la tarde mañana con nosotros, es sábado.

-Me lo pensaré, Taehyung. 

-Eso es un claro no, al menos considera la idea, adióssss- dijo antes de colgar. 

Jungkook suspiró y entonces regresó al trabajo. Las horas pasaron volando pegado a la pantalla y bebiendo litros de café para concentrarse mejor. YongJae se despidió de él pasadas unas horas. Ahora era el único que quedaba en el edificio, aparte del portero. 

Al notar cómo le pesaban los ojos, Jungkook decidió levantarse e ir al baño para lavarse la cara. Cuando salió, el pasillo estaba sumergido en la oscuridad. Se podían oír las gotas de lluvia golpeando los cristales con fuerza. Al parecer había acertado con lo de la tormenta.

El joven encendió la luz y se dirigió al baño. Mojó su rostro y se miró en el espejo. Repasó su mandíbula con los dedos, deteniéndolos en el labio inferior. Tiró de este, con el cuerpo y la mente agotados. De repente algo le picó en la nuca, como que tenía la sensación de que algo o alguien le observaba. Se dio la vuelta rápidamente, pero no vio nada más que los cubículos del baño. 

Pink   Donde viven las historias. Descúbrelo ahora