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-He visto cómo te mira Jimin. Eres especial.

Jungkook escuchaba a Yoongi en silencio, viendo cómo inhalaba el humo y lo expulsaba con lentitud. Sus brazos estaban descubiertos a pesar del aire frío, mostrando unos diversos tatuajes que hacían un fuerte contraste con su blanca piel. La tinta negra conjuntaba a la perfección con las numerosas perforaciones que tenía el peli plateado en los oídos.

-Debes saber que él no se equivoca con las personas, por eso estoy dispuesto a confiar un poco en ti. Pero como metas la pata, me aseguraré de castrarte yo mismo.

Lo decía en broma...¿verdad?

-No es de broma- dijo leyéndole el pensamiento- mira sé que Jimin no va a querer que te cuente su historia porque es algo que tiene que hacer él. Ya es un adulto que puede tomar las decisiones por si mismo.

-¿Eras su protector?- preguntó Jungkook tímidamente, por la forma cariñosa y melancólica en la que hablaba de él parecía eso.

Yoongi asintió, tomando otra calada al cigarro.

-También fui su novio. Hace tiempo.

A Jungkook le costaba imaginarse a alguien tan agresivo y frío como Yoongi en una relación, pero supongo que hasta los trozos de hielo pueden amar.

-Por esta misma razón te pido que cuides de él. Acabamos de conocernos y eso... Pero sé de sobra que te vas a quedar a ayudarnos. Lo veo en tu mirada.

-Me han contado lo de Namjoon...- le dijo tras unos minutos de silencio.

El peli plateado sonrió ladino.

-Es mi mejor amigo. Fue un duro golpe, todos lo queremos demasiado y por eso vamos a cobrar venganza.

-Yoongi, necesito que me prometas algo si voy a entrar en esto.

-Antes de prometer nada, ¿por qué te quieres unir a la causa?

Eso mismo se preguntaba él. Pero tras meditarlo un poco, pudo llegar a una conclusión.

-Verás, mis padres murieron, no tengo más familia que mis amigos. Ellos formarán una pronto, sé que no me dejarán de lado porque son demasiado plastas para hacerlo, pero terminaré quedándome solo. La rutina está bien, pero llega un momento en la que la vida te manda una señal. ¡Muévete! ¡Vive! La vida es corta Yoongi, tenemos los días contados. No me he arriesgado nunca, no hacía la típica broma de pequeño, cuando tocabas los timbres de las casas para luego salir corriendo. No fumé ni bebí en la universidad. No tenía una razón para arriesgarme o divertirme. La señal del universo me llegó en forma de cadáver, más bien en forma de asesino con el pelo rosa y que besa demasiado bien- Yoongi rió con la última mención.

El peli plateado apagó el cigarro.

-¿Qué quieres que te prometa?

El castaño le miró, poniéndose serio de repente.

-Mi única familia, Taehyung y Hoseok. Quiero que si llega a haber algún enfrentamiento con Lupus te encargues de que ellos no salgan lastimados. Entiendo que antes protegías a Jimin, pero ahora te pido que lo hagas con esos dos.

Yoongi se quedó pensativo por un momento, observando cómo el cigarro iluminaba ligeramente el espacio que había entre los dos. Es cierto que lo pasó muy mal cuando cuidaba de Jimin, pendiente a cada paso que daba, temiendo por su vida. El peli gris miró a Jungkook y su respiración se cortó. Le veía bastante sentido a que Jimin se sintiera atraído por él nada más verle. La débil luz que desprendían las luces de la terraza estaba toda metida en sus ojos, que le miraban suplicantes. Su labio inferior estaba haciendo un pequeño puchero inconscientemente, brillantes por haberlos mojado antes. Era una de esas personas que cuando te detienes a verlas bien, cuando abandonas por un segundo tu ajetreada vida, te das cuenta de que es hermosa.

Pink   Donde viven las historias. Descúbrelo ahora