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Nam y Marnie se encontraban en la misma bodega del día anterior, con los otros chicos desconocidos para la menor. 

Los chicos rápidamente la habían aceptado, incluso el de cabellera Roja le había traído algunos juguetes para que se divertiera mientras ellos hacían sus planes y estrategias. 

La pequeña se había aburrido después de una hora y media jugando con los muñecos de acción y los carritos que le había traído el ’chico sonriente’, como le decía ella. Tenía hambre, sueño y quería jugar con los adultos a su juego favorito; las princesas. 

Se levantó del suelo y levantó un poco la camisa que traía puesta para no caerse, fué a donde los mayores. 

Antes de llegar a tocar la pierna del de mirada gatuna, su mirada se desvío al ver algo moverse en dirección contraria, le dió curiosidad saber que era eso, fue a investigar. 

No le tenía tanto miedo a los monstruos, ya que su hermano de cabello anaranjado siempre le decía que era una princesa valiente, como las de las películas. 

Hiba donde veía algo moverse, de un lado a otro. Creía que no lo encontraría hasta que chocó con una pierna; era del de piel de leche, quien cargaba algo pequeño y peludo. 

–¿Qué es eso?–preguntó Marnie, interrumpiendo un poco a sus mayores y apuntando a la cosa rara que traía el de cabello azul-grisáceo. 

–Marnie, estamos ocupados–señaló el moreno para que fuera a jugar de nuevo. 

–¿Qué es eso?–seguía insistiendo, quería calmar su curiosidad. 

–Es un perro. Una linda cachorra–dijo Min, para por lo menos satisfacer a la niña. 

–¿Puedo cargarla?–alzó los brazos en dirección a la pequeña bola de pelos que cargaba el mayor. 

El de mirada gatuna la observó unos momentos, esa niña era muy tierna, generosa y bondadosa, también era honesta. Esa personalidad y actitud le sorprendía de cierta forma, y más si venía de una niña totalmente rodeada de dinero como lo era ella. 

Dejó la cachorra en el suelo, y ésta salió corriendo siendo perseguida por la menor. Suspiró y puso su atención total de nuevo en lo que hacían momentos previos. 

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Marnie corría detrás de ese pelaje café oscuro, pero olvidaba que tenía todos los juguetes tirados por esa pequeña sala. Pero no le importaba en ese momento, quería atrapar esa pequeña colita. 

En algún momento de la persecución se tropezó con una caja ordinaria con mucha ropa dentro, y como su curiosidad la atormentó de nuevo, vió aquella vestimenta que tal parecía femenina. 

Sacó cada una de las prendas, desde vestidos, hasta pequeñas faldas, algunos accesorios y pelucas, la mayoría eran de color negro. 

Al ver y analizar cada uno de los conjuntos sus ojos brillaron, agarró todo lo que sus manitas podían cargar. Corrió hacia los mayores, intentando no caer con su grande ’vestido’. 

–¡Joonie! ¡Hobi! ¡Kookie!–mencionaba con alegría el nombre de los tres chicos con los que se llevan mejor. Entró al lugar donde estaban ellos y alzó sus manitas con los disfraces. 

–¿Qué... Qué es eso?–preguntó con nerviosismo el pelirrojo al ver una peluca negra corta y un vestido largo. 

–¡Creí que los escondiste JungKook!–gritó furioso el mayor de los cuatro, no quería saber lo que seguiría después de que la niña los encontrara. 

–Hyungs... Por favor... ¡Juguemos a las princesas!–la grande sonrisa de la niña, junto con aquellas palabras dichas con su aniñada voz, fueron suficientes para hacer caer a los chicos en la cuenta de que no se salvarían. 

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Después de algunos minutos llenos de quejidos, lloriqueos e insultos por parte de Yoongi, los cuatro se pusieron los disfraces. 

Jungkook con una vestimenta femenina tradicional de Corea, Hoseok con una peluca corta con un pequeño broche voluminoso y un vestido, Yoongi con una vestimenta de colegiala y Namjoon... No quería salir del baño, avergonzado y completamente rojo. 

Estaba vestido como la protagonista del anime ‘Sailor Moon’. Se sentía semi desnudo, con sus piernas al descubierto junto con una mini-falda. No quería salir, para nada. 

Escuchaba los gritos de desesperación del de mirada gatuna y los gritos de emoción de la castaña menor. Se tranquilizó un poco y salió del baño más que incómodo. 

–Dios... –se burló el de sonrisa de corazón, viendo a la ’Sailor Scout’ salir del baño. –¿Qué hace una dama por acá?–.

–Callate... –reprochó el menor, lanzándole una mirada feroz, que no podía causarle miedo al mayor por el sonrojo del de piel morena. 

–¡Joonie se ve lindo!–intentó animar la pequeña, para que no se sintiera incómodo durante el juego. 

Así pasaron las horas, jugando a las princesas, desviándose un poco del asunto y los reproches de la pequeña diciéndoles que debían ser como una chica. 

Definitivamente, ese día sería bastante largo. 

¡Joonie Appa! [CANCELADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora