Cambios Inesperados

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Disclaimer: Los personajes de Inuyasha no me pertenecen, son exclusivos de Rumiko Takahashi. Esta historia está libre de fin de lucro.

Cambios Inesperados

Seis meses después.

Se vio al espejo, al momento en que terminó de acomodarse el corbatín. Su largo cabello estaba sujetado en una coleta alta y su esmoquin lucía impecable, al igual que sus zapatos. Era un elegante caballero de buena etiqueta, y, sin duda, uno de los más asediados de esa noche. Sobre todo, al asistir por primera vez a una de las reuniones más importantes en toda Europa. Lo cual sería bastante novedoso para él. Ahí se sacaría de dudas, de si su comportamiento era más occidental que oriental.

Bufó fastidiado de sólo recordar cómo su progenitora, armó todo un drama para obligarlo a ir a la dichosa reunión, dejando sus aposentos por toda una semana. En fechas en las cuales había vivido la presión más que nunca.

El juicio de Magatsuhi, se extendió un poco más de lo imaginado -para bien-, quedando cerrado el caso la semana pasada y con la victoria en mano. Mientras en el trabajo, todo se había duplicado, negocios, alianzas, proyectos vanguardistas y novedosos. Varios de ellos, siendo dirigidos por él e Inuyasha. Con quien de cierta «manera», había llegado a tomar un trato cordial, dejando los temas personales fuera del trabajo.

También estaba realizando proyectos fuera de la empresa, junto con Bankotsu y Kōga, los cuales habían resultado beneficiosos. Su vida se había convertido en sólo trabajo y proyectos. Tanto así, que tuvo que dejar de nuevo a Yako con su padre, ya que no podía atenderlo cómo debía. Y su salud tampoco era la más fuerte del mundo. Comía relativamente poco, a veces sólo vivía a base de café y un par de sándwich. Incluso había adelgazado demasiado. Si bien, trataba de mantenerse en forma, no podía ocultar que había perdido masa corporal.

Ahora estaba ahí, comenzando a entrar en el negocio de su madre. Si bien, no había sido por iniciativa propia, tenía que hacerlo. Él sería la cabecilla de uno de los emporios de fábrica de telas más importantes a nivel global. Y ese era al fin, cumplir con el sueño de sus dos abuelos. Unificar amabas empresas en una sola.

Giró suavemente sobre sus talones, para dar camino hacia el piso principal de la gran habitación del hotel. No tenía idea de si su madre ya estaba lista, pero prefería ser el que esperara a que le estuviera apresurando. Realmente no se sentía anímicamente apto para asistir, pero no tenía más alternativa.

Al llegar a la sala de estar, fue directamente al gran ventanal que le daba una esplendorosa vista de la anticuada ciudad de Londres. No en el mal sentido. Sesshōmaru siempre se había sentido atraído por esa capital -a pesar de haber estado sólo un par de veces-, por su clima húmedo y en su mayoría frío, su corte elegante y aristocrático, sus calles empedradas y la serenidad de sus habitantes. Con todo y sus excentricidades, era un lugar que se podía respirar paz, al menos así era en su perspectiva.

-Siempre he creído que esta ciudad debió ser tu lugar natal. Son igual de fríos e insípidos -Irasue comentó con su clásica ecuanimidad.

Sesshōmaru no se tomó la molestia de voltear a ver a su madre, siguió con la vista clavada en la ciudad, que ahora estaba cubierta por un manto oscuro y algunas nubes grisáceas. Tal vez llovería.

-Claro, y siempre ignorando a tu madre. Que karma el mío -sollozó afligida.

-¿Por qué no vino mi tía?

-Alguien tenía que quedarse al frente, mientras cazamos al pez grande, cariño -comentó sin interés-. Así como tú has dejado a tu padre a cargo, para venir a cumplir con tu parte del trato. Aunque fuera a regañadientes, cómo un mocoso malcriado -musitó hastiada.

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