Sin marcha atrás

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Disclaimer: Los personajes de Inuyasha no me pertenecen, son exclusivos de Rumiko Takahashi. Esta historia está libre de fin de lucro. 

Sin marcha atrás

El tiempo estaba encima de ella, ya casi eran las ocho de la noche y tenía que terminar los reportes que le pidió su jefe, antes de que éste partiera, para cumplir con un evento que se realizaría a las diez de la noche.

Lo que sabía, era que se trataba de esos programas de la alta sociedad, donde se reunían grandes empresarios, para hacer actos de caridad. En donde donaban dinero o compraban artículos valiosos, para que lo recaudado fuera depositado en ciertas causas benéficas. Pero la realidad de esas fiestas -según Inuyasha- era envolverte entre la gente más poderosa del país, para conseguir fructíferos contratos o fortalecer uniones.

La Hipocresía de la Alta Sociedad.

Así le llamaba Rin.

-¡Termine! -Exclamó aliviada.

Sin perder ni un sólo segundo, mando la información para que fuera imprimida de inmediato, mientras sacaba unas carpetas del último cajón del -nuevo- escritorio.

Miró la hora en su celular, aun le quedaba diez minutos para terminar, y eso era suficiente para ella.

Se levantó de su asiento, acomodo las cuatro carpetas en el escritorio, para empezar a acomodar los documentos recién imprimidos en su respectivo orden.

Terminó de cuadrar, dejando perfectamente las hojas dentro de los folders, los apiló uno sobre el otro, y con mucho cuidado los cogió para ir a entregarlos a Sesshōmaru, que seguía dentro del despacho.

Al entrar, se encontró con el albino, que apartó el celular de su oreja, para dejarlo sobre el escritorio.

-Disculpe la molestia, pero ya están los reportes que me pidió -alzó sutilmente los folders.

Sesshōmaru no dijo nada al respecto, sólo la observaba.

Sin más que decir, Rin caminó hasta topar con el escritorio y tenderle el trabajo requerido, los cuales el hombre cogió y guardó en uno de los cajones del escritorio.

-Confiaré en tu trabajo, Honjō -dijo, al momento de cerrar el cajón y volverla a ver-. Ya que no tengo tiempo para checarlos.

-No se preocupe, están bien elaborados -le aseguró con una sonrisa-. Bien, entonces pase una buena velada y nos vemos el lunes -dio una rápida reverencia y se dirigió hacia la salida.

-Aún no te dado la orden de que te vayas, Honjō.

Rin se detuvo frente a las puertas, la voz autoritaria de Sesshōmaru le provocó una corriente eléctrica por todo el cuerpo. Ella no entendía por qué le afectaba cuando le hablaba de esa manera.

-¿Necesita algo más? -Preguntó, al momento en que se giró para verlo.

-Vendrás conmigo.

-¿Eh?

Vio como Sesshōmaru apagaba el computador, recogía el saco, el celular y el maletín dando camino hasta donde se encontraba.

Se detuvo frente a ella, bajando la mirada, pero sin perder su alta pose, algo que le provocaba sentirse más pequeña de lo que ya era.

-Camina, Honjō -ordenó.

Rin respingó al ver como la grande mano se dirigía a ella, pero se quedó congelada al darse cuenta de que su jefe sólo abrió la puerta del despacho.

Cambios InesperadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora