Flora
Cuando me desmaye en los brazos de Duncan creía que iba a morir, pero mi padre me sacó de ese agujero negro donde estaba y me ha ayudado con mis heridas y para ello tenía que recordarlas y al hacerlo gritaba de dolor, pero ya no existen y eso es un alivio; luego hemos mantenido una conversación padre e hija que me va ayudar mucho para afrontar mi nueva vida y ya es hora de volver. Poco a poco abro los ojos para que se vayan acostumbrando, una vez abiertos miro a mi alrededor y estoy en nuestra habitación, busco a mi hijo y los veo, a mis dos amores; Duncan está sentado en la mecedora y mantiene a nuestro pequeño en su pecho y sujeto para que no se caiga, se le ve tan cansado que me da lástima que se despierte, así que con cuidado me levanto y con dificultad me dirijo al baño, me doy una ducha rápida y me pongo una camiseta de mi lobito, me siento y con otra toalla me voy quitando la humedad del pelo.
- Flora… Flora… - dice mi lobito a mi espalda.
- Duncan - le respondo sonriendo.
- Oh florecilla, estás despierta, estás aquí - dice abrazándome y oliendo me.
- Sí he regresado - le respondo con el abrazo.
- Te he extrañado, ambos lo hemos hecho - me dice tomando mis labios en un beso necesitado al que correspondo.
- Dónde está - le pregunto.
- En la cuna - responde y vamos a él.
- Pequeño, mira quién ha vuelto a nosotros - le dice a nuestro hijo cogiéndolo en brazos.
- Mi niño, sabes quién soy - le digo y me sonríe.
- Debes descansar - me dice llevándome a la cama.Me acomoda en la cama y se queda mirándome como si lo que está viendo es un sueño o una alucinación.
- Suez vendrá a revisarte y Joe te traerá comida - me dice.
- Cuánto tiempo llevo dormida - le pregunto.
- Un mes - me responde.
- Un mes, eso es imposible. Sí parece que fue ayer - le respondo asombrada.
- Llevo un mes sin moverme de está habitación y sin que nadie os vea - me explica.
- Ya estamos aquí - dice Suez entrando junto con Joe.
- Me alegra que hayas vuelto con nosotros - me dice Joe con una sonrisa.
- Deja que te revise y luego comes - dice Suez y río.
- Y bien... - pregunta Duncan.
- Unos días más en cama y podrás levantarte - nos dice.
- Gracias chicos, bajad y da la noticia. Pero di que la verán cuando ella pueda salir de aquí - ordena Duncan, asienten para luego salir.Después empiezo a comer la comida que me han traído mientras mi lobito me cuenta lo que pasó cuando me rescató y en este mes que he estado ausente. Luego en el anochecer me vuelvo a tumbar pero esta vez de lado, Duncan al otro lado y nuestro hijo en medio de los dos, así los tres juntos y con nuestras manos entrelazadas nos quedamos dormidos.
Duncan
El pequeño Sebastián se remueve entre mis brazos y me despierto para ver qué le sucede, al abrir los ojos miro a mi florecilla y no la veo; con cuidado dejo al pequeño Sebastián en la cuna y al primer sitio al que voy es al baño, abro la puerta y allí está ella dándome la espalda con una camiseta mía y secándose el pelo.
- Flora… Flora… - digo sorprendido.
- Duncan - me responde con una sonrisa.
- Oh florecilla, estás despierta, estás aquí - digo abrazándola, coloco mi cuello y la huelo.
- Sí, he regresado - dice correspondiendo el abrazo.
- Te he extrañado, ambos lo hemos hecho - le digo y tomo sus labios en un beso necesitado y me sigue.
- Dónde está - me pregunta al separarse del beso.
- En la cuna - le digo y vamos. - Pequeño, mira quién ha vuelto a nosotros - digo cogiéndolo en brazos.
- Mi niño, sabes quién soy - le dice y el pequeño le sonríe.
- Debes descansar - le digo llevándola a la cama y acomodándola. - Suez vendrá a revisarte y Joe te traerá comida - le digo.
- Cuánto tiempo llevo dormida - me pregunta.
- Un mes - digo.
- Un mes, eso es imposible. Sí parece que fue ayer - dice asombrada.
- Llevo un mes sin moverme de está habitación y sin que nadie os vea - le explico.Cojo al Sebastián y le doy espacio a Suez espacio para que la revise sin incomodarla.
- Hermano, todo bien - me pregunta Joe por nuestro enlace cerrado.
- Mejor que nunca - le respondo.
- Le contarás lo ocurrido aquella noche - me pregunta.
- Sí, se lo diré - le respondo.
- Es lo justo - me dice y asiento.
- Y bien... - pregunto.
- Unos días más en cama y podrás levantarte - dice y asiento.
- Gracias chicos, bajad y da la noticia. Pero di que la verán cuando ella pueda salir de aquí - ordenó y salen.Mi florecilla empieza a comer y el pequeño se ha dormido así que lo pongo en el cambiador y lo cambio de pañal y de ropita, una vez listo lo dejo en la cuna.
- Flora, qué recuerdas de aquella noche - le pregunto.
- Ruido que viene del exterior, la lucha con la chica y un lobo negro - me dice.
- Lo que pasó en el exterior fue una lucha entre los de está manada con ellos dos, al chico lo mate por haberte tocado - le cuento.
- Cómo sabes que… - intenta decirme.
- Nan y yo lo sentimos y sufrimos contigo - le explico.
- Ella… lo quería… yo solo… me defendí - me dice cabizbaja.
- No has hecho nada malo, entendido - le digo subiendo su mirada a la mía.
- De acuerdo - me dice. - Qué más pasó - pide.
- Oí el llanto y lo seguí hasta aquél lugar, vi una loba tirada en el suelo y por un momento creí que eras tú, luego vi otra loba delante del bebé y se colocó en posición para atacarme, entonces me di cuenta que aquella loba blanca de ojos azules que me estaba sacando los colmillos eras tú y te hablé por nuestro vínculo - le explico.
- No sabía que eras tú, en lobo eres más grande que yo - dice riendo. - Además tenía que proteger a nuestro hijo - dice besando mis labios.
- Flora, aún no. Cuando estés recuperada te lo haré - digo separándome de sus labios.
- No - se queja.
- Sí, ahora a descansar - digo retirando la bandeja.Ya está anocheciendo y es hora de dormir, así que la bandeja la dejo en el tocador, cargo a mi hijo y lo llevo a la cama con nosotros, lo pongo al lado de su mami y luego me acuesto yo; hoy será su último día con nosotros y empezará a llorar cuando lo pongamos en la cuna; entrelazo mi mano con la de ella y los tres juntos nos quedamos dormidos.
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Mi Mate es un Guerrero
Loup-garouUna mujer loba después de vivir su vida en la gran ciudad, regresa a casa y su compañero es el que menos se puede imaginar.