Capítulo 19. Despertar

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Flora

Cuando  me  desmaye  en  los  brazos  de  Duncan  creía  que  iba  a  morir,  pero  mi  padre  me  sacó  de  ese agujero  negro  donde  estaba  y  me  ha  ayudado  con  mis  heridas  y  para  ello  tenía  que  recordarlas  y  al hacerlo  gritaba  de  dolor,  pero  ya  no  existen  y  eso  es  un  alivio;  luego  hemos  mantenido  una conversación padre  e  hija  que  me va  ayudar mucho para  afrontar mi nueva  vida  y  ya  es hora  de  volver. Poco  a  poco  abro  los  ojos  para  que  se  vayan  acostumbrando,  una  vez  abiertos  miro  a  mi  alrededor  y estoy  en  nuestra  habitación,  busco  a  mi  hijo  y  los  veo,  a  mis  dos  amores;  Duncan  está  sentado  en  la mecedora  y  mantiene  a  nuestro  pequeño  en  su  pecho  y  sujeto  para  que  no  se  caiga,  se  le  ve  tan  cansado que  me  da  lástima  que  se  despierte,  así  que  con  cuidado  me  levanto  y  con  dificultad  me  dirijo  al  baño, me  doy  una  ducha  rápida  y  me  pongo  una  camiseta  de  mi  lobito,  me  siento  y  con  otra  toalla  me  voy quitando la humedad del  pelo.

- Flora…  Flora…  -  dice  mi lobito a  mi  espalda.
- Duncan  -  le  respondo sonriendo.
- Oh florecilla,  estás despierta, estás  aquí  -  dice  abrazándome  y  oliendo me.
- Sí he regresado  -  le respondo con el abrazo.
- Te  he  extrañado,  ambos  lo  hemos  hecho  -  me  dice  tomando  mis  labios  en  un  beso  necesitado  al que  correspondo.
- Dónde  está  -  le  pregunto.
- En  la  cuna  -  responde  y  vamos  a  él. 
- Pequeño,  mira  quién  ha  vuelto  a  nosotros  -  le  dice  a nuestro hijo cogiéndolo en brazos.
- Mi  niño, sabes quién soy  -  le digo  y  me sonríe.
- Debes descansar  -  me dice  llevándome a  la  cama.

Me  acomoda  en  la  cama  y  se  queda  mirándome  como  si  lo  que  está  viendo  es  un  sueño  o  una alucinación.

- Suez  vendrá  a  revisarte  y  Joe  te traerá  comida  -  me  dice.
- Cuánto tiempo llevo dormida  -  le pregunto.
- Un mes  -  me responde.
- Un mes, eso es imposible. Sí  parece  que  fue  ayer  -  le respondo asombrada.
- Llevo un mes sin moverme de  está habitación  y  sin que nadie os vea  -  me  explica.
- Ya  estamos aquí  -  dice  Suez  entrando junto con Joe.
- Me alegra  que  hayas vuelto con nosotros  -  me dice  Joe  con una  sonrisa.
- Deja que  te  revise  y  luego comes  -  dice  Suez  y  río.
- Y bien...  -  pregunta  Duncan.
- Unos días más en cama  y  podrás levantarte  -  nos dice.
- Gracias  chicos,  bajad  y  da  la  noticia.  Pero  di  que  la  verán  cuando  ella  pueda  salir  de  aquí  - ordena  Duncan, asienten  para  luego salir.

Después  empiezo  a  comer  la  comida  que  me  han  traído  mientras  mi  lobito  me  cuenta  lo  que  pasó cuando  me  rescató  y  en  este  mes  que  he  estado  ausente.  Luego  en  el  anochecer  me  vuelvo  a  tumbar pero  esta  vez  de  lado,  Duncan  al  otro  lado  y  nuestro  hijo  en  medio  de  los  dos,  así  los  tres  juntos  y  con nuestras manos entrelazadas nos quedamos dormidos.

Duncan  

El  pequeño  Sebastián  se  remueve  entre  mis  brazos  y  me  despierto  para  ver  qué  le  sucede,  al  abrir  los ojos miro a  mi  florecilla  y  no  la veo;  con cuidado  dejo al pequeño Sebastián en la  cuna  y  al primer sitio al  que  voy  es  al  baño,  abro  la  puerta  y  allí  está  ella  dándome  la  espalda  con  una  camiseta  mía  y secándose  el pelo.

- Flora…  Flora…  -  digo sorprendido.
- Duncan  -  me  responde  con una  sonrisa.
- Oh florecilla,  estás despierta, estás  aquí  -  digo abrazándola, coloco mi cuello  y  la huelo.
- Sí, he regresado  -  dice  correspondiendo  el abrazo.
- Te  he  extrañado,  ambos  lo  hemos  hecho  -  le  digo  y  tomo  sus  labios  en  un  beso  necesitado  y  me sigue.
- Dónde  está  -  me  pregunta  al separarse  del beso.
- En  la  cuna  -  le  digo  y  vamos. - Pequeño,  mira  quién  ha  vuelto  a  nosotros  -  digo  cogiéndolo  en brazos.
- Mi  niño, sabes quién soy  -  le dice  y  el pequeño le sonríe.
- Debes  descansar  -  le  digo    llevándola  a  la  cama  y  acomodándola.  -  Suez  vendrá  a  revisarte  y Joe  te traerá  comida  -  le  digo.
- Cuánto tiempo llevo dormida  -  me pregunta.
- Un mes  -  digo.
- Un mes, eso es imposible. Sí  parece  que  fue  ayer  -  dice  asombrada.
- Llevo un mes sin moverme de  está habitación  y  sin que nadie os vea  -  le explico.

Cojo al Sebastián  y  le doy  espacio a Suez  espacio  para  que  la  revise sin incomodarla.

- Hermano, todo bien  -  me  pregunta Joe  por nuestro enlace  cerrado.
- Mejor que  nunca  -  le respondo.
- Le  contarás lo ocurrido aquella noche  -  me  pregunta.
- Sí, se lo diré  -  le respondo.
- Es lo justo  -  me  dice  y  asiento.
- Y bien...  -  pregunto.
- Unos días más en cama  y  podrás levantarte  -  dice  y  asiento.
- Gracias  chicos,  bajad  y  da  la  noticia.  Pero  di  que  la  verán  cuando  ella  pueda  salir  de  aquí  - ordenó  y  salen.

Mi  florecilla  empieza  a  comer  y  el  pequeño  se  ha  dormido  así  que  lo  pongo  en  el  cambiador  y  lo cambio de  pañal  y  de  ropita, una  vez  listo lo dejo  en la cuna.

- Flora, qué  recuerdas de aquella  noche  -  le  pregunto.
- Ruido que viene  del exterior, la  lucha  con la chica  y  un lobo negro  -  me dice.
- Lo  que  pasó  en  el  exterior  fue  una  lucha  entre  los  de  está  manada  con  ellos  dos,  al  chico  lo mate  por haberte  tocado  -  le cuento.
- Cómo sabes que…  -  intenta decirme.
- Nan  y  yo lo sentimos  y  sufrimos contigo  -  le  explico.
- Ella… lo quería…  yo solo… me defendí  -  me  dice  cabizbaja.
- No has hecho nada  malo,  entendido  -  le digo subiendo su mirada a  la mía.
- De  acuerdo  -  me  dice.  -  Qué  más pasó  -  pide.
- Oí  el  llanto  y  lo  seguí  hasta  aquél  lugar,  vi  una  loba  tirada  en  el  suelo  y  por  un  momento  creí que  eras  tú,  luego  vi  otra  loba  delante  del  bebé  y  se  colocó  en  posición  para  atacarme,  entonces me di cuenta  que  aquella  loba blanca  de  ojos  azules que  me  estaba  sacando  los colmillos eras tú y  te hablé por  nuestro vínculo  -  le explico.
- No  sabía  que  eras  tú,  en  lobo  eres  más  grande  que  yo  - dice  riendo.  -  Además  tenía  que proteger  a  nuestro hijo  -  dice  besando mis labios.
- Flora, aún no. Cuando estés recuperada  te lo haré  -  digo separándome de  sus labios.
- No - se  queja.
- Sí, ahora  a  descansar  -  digo retirando la bandeja.

Ya  está  anocheciendo  y  es  hora  de  dormir,  así  que  la  bandeja  la  dejo  en  el  tocador,  cargo  a  mi  hijo  y  lo llevo  a  la  cama  con  nosotros,  lo  pongo  al  lado  de  su  mami  y  luego  me  acuesto  yo;  hoy  será  su  último día  con  nosotros  y  empezará  a  llorar  cuando  lo  pongamos  en  la  cuna;  entrelazo  mi  mano  con  la  de  ella y  los tres juntos nos quedamos dormidos.

Mi Mate es un GuerreroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora