Duncan
Han pasado dos meses desde que despertó y tres desde que tenemos a Sebastián, aunque aún es muy pequeño crece rápido y es muy listo, cuando sea mayor dará problemas porque con esos ojos todas irán detrás de él; mis padres regresaron a casa y me prometieron que vendrían cuando me casara y yo les prometí que iríamos a visitarlos. A Flora no le he dicho nada aún porque quiero que Sebastián sea un poco más grande, pero quiero que se case conmigo y tener un hijo mío, concebido por nosotros y que no lo tenga que convertir. Ese es otro problema, que no sabemos cuándo se convertirá nuestro pequeño bichito. Flora le hizo a Joe un interrogatorio delante de los más cercanos y el pobre no sabía dónde meterse de la vergüenza, porque que una mujer te diga que ya eres mayorcito y que aún no la tengas a tú lado, su cara fue un poema. El pequeño Sebastián duerme en su cuna y yo estoy esperando a mi florecilla en la cama para hacer todo menos dormir. Cuando la puerta del baño se abre mis ojos la miran y la recorren de tal manera que se sonroja, me relamo y mi entrepierna duele, teniendo en cuenta que desde la última vez que lo hice mía ha pasado mucho tiempo y ahora el verla delante mía y vestida con tan solo un picardía que no sé cómo aún estoy aquí.
- Quieres matarme - le digo al fin.
- No te gusta - me dice girando en el sitio y la miro relamiéndome los labios.
- Me vuelve loco - digo y pego un salto.
- Tanto… - intenta decir pero tomo sus labios en un beso.
- Te deseo tanto - le digo rompiendo el beso.
- Yo también - me dice juntando nuestros labios.Mis brazos rodean su cintura, la elevó lo suficiente para que ella ponga sus piernas en mi cintura; sin romper el beso que poco a poco es más intenso, la llevo a la cama y la tumbo con cuidado; mis manos acarician su cuerpo por encima de la tela, rompo el beso para ir bajando hasta llegar a mí marca y la beso, ella gime bajito por el placer obtenido y para no despertar a nuestro hijo. Me quito la ropa quedando desnudo frente a ella, luego con delicadeza le quito toda la ropa y me quedo mirándola; me pongo sobre ella y con una mano toco su intimidad, está húmeda y lista para mí, junto mis labios con los de ella y la penetro lento dándole placer y silenciando sus gemidos; me quedo quieto porque está un poco estrecha y entonces ella se empieza a mover y la sigo, levanta sus piernas a mi cadera dándome mejor acceso y sintiendo querer explotar, pero aún no porque quiero disfrutar más de ella. Sus manos están en mi espalda y las mías una está acariciando su pierna y la otra es donde echo todo mi piso. Nuestros movimientos son rítmicos, suaves pero firmes y muy placenteros; con un movimiento la pongo sobre mí, sus manos van a mi pecho y las mías en sus caderas moviéndolas con frenesí, me incorporo pegando nuestros cuerpos y besando su cuello mientras nos movemos. Ella se inclina hacia atrás dándome un apetitoso acceso a sus pechos que no tardo en tomar uno con mi boca, lo saboreo y al soltarlo muerdo su pezón sacándole un gemido, lo dejo y tomo el otro para hacerle lo mismo; nuestros gemidos aunque silenciosos inundan toda la habitación. Ambos estamos tan excitados que nos dejamos llevar por la pasión y ella llega a su orgasmo pronunciando mi nombre, para que no se detenga con mis manos muevo sus caderas hasta que yo llego pronunciando su nombre y quedándome quieto. Flora se deja caer sobre mi pecho, acarició su melena mientras ella acaricia mi pelo y cuello. Con cuidado salgo de ella y la mantengo entre mis brazos, la abrazo y beso su cabeza; la colocó a mi lado pegándola a mí, la rodeo de la cintura caemos dormidos.
Flora
Ya ha pasado tiempo, estoy totalmente recuperada pero de vez en cuando me vienen a la cabeza cuando ese maldito me tomo a la fuerza y necesito que Duncan borre todo rastro, y gracias a que Suez nos ha dicho que haga vida normal está noche será la noche y para ello me voy a poner sexy.
El día pasa muy rápido y ahora me encuentro en el baño arreglándome para seducir a mi Mate, así que me pongo mi picardías rojo y negro, me arreglo el pelo y abro la puerta del baño; me quedo allí quieta y sonriendo mientras que Duncan me recorre con la mirada deseoso de comerme entera.
- Quieres matarme - dice con voz ronca.
- No te gusta - le digo girando y él asiente pasando su lengua por sus labios.
- Me vuelve loco - dice y de un salto se pone delante de mí.
- Tanto… - intento decir pero toma mis labios en un beso.
- Te deseo tanto - me dice rompiendo el beso.
- Yo también - le digo juntando de nuevo nuestros labios.Sus brazos rodean mi cintura, me eleva, mis brazos los pongo alrededor de su cuello y enrollo mis piernas en su cintura; sin romper el beso que es más intenso, me lleva a la cama y me tumba en ella; sus manos acarician mi cuerpo y las mías las bajo hasta su espalda, rompe el beso para llevar sus labios a su marca produciendo una descarga que recorre mi cuerpo y dejo escapar un gemido que procuro que sea bajito para no despertar al pequeño.
Duncan se queda desnudo frente a mí, luego me quita toda la ropa y me mira; se coloca encima y estoy tan… tan caliente que cuando me toca ahí se me escapa un suspiro, me besa con desesperación y me penetra despacio causando un gemido que se silencia por el beso tan profundo que nos damos; se queda quieto y yo me muevo para que lo haga él también, levantó mis piernas hasta su cadera para obtener más de él; quiero llegar ya pero no me lo permite y nuestras manos acarician nuestros cuerpos sin dejarse nada por recorrer. Con un movimiento estoy encima, mis manos las coloco en su pecho y las suyas van a mi cadera que las mueve adelante y atrás con fuerza; se sienta y me rodea con sus brazos a la misma vez que besa mi cuello y no paramos de movernos, para darle mejor acceso me echo hacia atrás obtenido más placer y él toma en su boca un pecho para jugar con él sacando suspiros de mi parte, al dejarlo muerde mi pezón produciendo un gemido, y luego hace lo mismo con el otro; la habitación entre movimiento y gemidos silenciosos se inunda de nuestro placer. Estamos tan excitados que nos dejamos llevar por la pasión hasta el punto que llegó a mi orgasmo pronunciando su nombre, Duncan me sigue moviendo para llegar él y cuando lo hace, pronuncia mi nombre y se queda quieto; me dejó caer sobre su pecho, me rodea y mientras nos acariciamos nuestras respiraciones intentan volver a la normalidad. Con cuidado y sin romper el abrazo sale de mí, nos quedamos un ratito así para luego colocarme a su lado, nos abrazamos y nos quedamos profundamente dormidos.
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Mi Mate es un Guerrero
Hombres LoboUna mujer loba después de vivir su vida en la gran ciudad, regresa a casa y su compañero es el que menos se puede imaginar.