Mentiría si dijera que aquellos besos fueron los únicos, pero honestamente quería reservarme esas memorias. Conforme la temperatura descendió él se apoyó a mi lado y pasó su brazo a mí alrededor intentando darme calor. Pasamos un buen rato en silencio, únicamente escuchando el latido de nuestros corazones. Quería decir que no pasaba nada por mi cabeza en ese momento pero, nuevamente, estaría mintiendo. Sabía que era el final, así que intentaba recolectar cualquier detalle,cualquier sonido, cualquier respiración para poder ambientar esta escena en mi cabeza, para hacerla sentir real incluso cuando sólo sea un simple estado de reminiscencia.
El celular de Niall vibró contra la mesita, esa fue la alerta que me informó del caos.Mi pecho dolió. Me senté en la orilla de la terraza, en silencio. De pronto la puerta se abrió y para mi gran sorpresa aparecieron Gerry, Roberto, Jesús, Silvia y mis papás. ¿Pero qué estaba pasando? Mis ojos se abrieron demasiado y todo pareció en cámara lenta. Me paré como resorte y caminé hacia ellos, mi papá sostenía un ramo de rosas rojas. Todos se colocaron en círculo y empezaron a cantar las mañanitas, Niall se les unió minutos después. Parecía tan irreal. Mi corazón saltó de alegría.
Perdí tiempo limpiando mis lágrimas ya que no me di cuenta cuando Jesús se subió al techo y encendió unos cohetes que soltaron un pitido ensordecedor; el cielo se iluminó y brilló sobre nosotros. Niall estaba a mi lado y su brazo seguía rodeándome, les mejillas me ardían pero papá pareció no notarlo. Las mañanitas terminaron y de uno en uno todos empezaron a felicitarme y abrazarme. Mi padre me entregó las rosas y me dio un gran apretón. Mamá, que ya no pudo contener sus lágrimas, me abrazó y me dijo mil cosas al oído, muy hermosas, sinceras. De las cuáles tomaré: eres única en todo lo que hagas, solamente nunca lo olvides.
- ¿Cómo pasó todo esto? -Articulé en cuanto salí de mi ensimismamiento-¿Cómo pasó?
-Fue idea de Silvia y Gerry -acusó Roberto.
¿En serio..., idea de Gerry?
-Pero yo pensé que lo habían olvidado. Nadie me dijo nada en todo el día.
-Era el punto chica -habló Silvia- hubiera perdido el sentido de festejo sorpresa.
Me estrechó entre sus brazos y me sentí muy aliviada.
Mis papás me explicaron cómo había sido que mi jefe los contactó. Las llamadas de mi madre habían sido porque Gerry intentó contactarla pero no dio con ella y se asustó pensando que algo malo me había pasado. Mi papá se saltó un documental sobre su banda de rock favorita por venir a verme, y eso ya era decir mucho. Silvia había tenido que dejar a su hija encargada con su mamá para escaparse y venir a felicitarme. Seguía sin creérmelo, es que simplemente no podía. En tan poco tiempo, sin esperar nada..., solamente todo ocurrió. A mí, a Cyn, la chica con menos suerte en el mundo.
- ¿Para mí no hay un abrazo? -preguntó Gerry. Lo cual fue muy extraño.
-Claro.
Yo no sabía en qué grado de estima me tenía pero ahora creía que en uno alto, no sabía que antes hubiera festejado a algún empleado por su cumpleaños.
Niall se entretuvo nuevamente en el teléfono y se apartó de nosotros. Sentí un pinchazo aunque no me explicaba muy bien el por qué. Silvia y mi mamá encendieron la vela que había utilizado anteriormente para que pudiera pedir mi deseo. Pero es que era de locos ¿A poco no? Aún no había pedido mi deseo y este ya se había cumplido. Se había cumplido muchísimo mejor de lo que podría haber pedido. Tenía a tanta gente a mí alrededor que me apreciaba, había conocido a mi güero y sobre todo... lo que jamás creí que podía desear pero que si necesitaba: obtuve valentía y amor por mí misma.
-Tienes un pastel empezado, pero fue tu culpa por tomarlo. ¿Entonces... vas a pedir un deseo? -Instó Silvia.
Junté mis manos y cerré mis ojos. No iba a pedir nada, pero cambié de opinión.
- ¿Y? ¿Qué pediste? -preguntó mi compañera con emoción.
-Pedí que este momento jamás terminara.
- ¡No! -Exclamó Niall aterrorizado- No debes decir los deseos en voz alta sino nunca van a cumplirse.
La típica frase de siempre. Otra creencia más. Pero hoy comprobé que si hablaba en voz alta sería escuchada.
-Te equivocas..., mientras más fuerte lo pidas con mayor impacto se cumple.
Guiñé un ojo en su dirección y me sentí coqueta por un instante así que también le lancé un beso.
Ya era muy de madrugada cuando terminamos con mi festejo sorpresa y no me sentía para nada cansada, al contrario me sentía llena de vida. Ayudé a recoger la basura que habíamos dejado en la terraza y repartí algunas rebanadas que quedaron. Silvia y Jesús se despidieron de mí y mis papás me informaron que me esperarían abajo. Gerry había bajado unos minutos antes con Roberto porque no habían terminado el corte del día de hoy. De nuevo me encontraba sola con Niall. Esta sensación de emoción y nerviosismo no desaparecía. Dejé la bolsa negra en el suelo y caminé hacia él, quien estaba detrás del barandal viendo el horizonte. Sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón, su cabello moviéndose con el viento.
- ¿Qué pasó con tus escoltas? -le pregunté como no queriendo la cosa.
-Les dije que dieran unas vueltas más -juntó sus manos frente a su boca y vi como salió un poco de vaho- definitivamente no quería que este momento terminara tampoco.
-Es imposible. Existe un inicio y un final en todo.
-Lamentablemente. Lo cierto que es no me arrepiento de haber decidido salir por la ciudad esta noche. Sólo quería conocer un poco, distraerme... pero sabes que no pasamos desapercibidos -se encogió de hombros- en cuanto me reconocieron se armó un alboroto.
-Lo sé y te ofrezco una profunda disculpa por todo -yo más que nadie odiaba que a veces las fans fueran tan tontas como para querer intervenir en todos lados, no les daban la privacidad que ellos merecían.
-Bah... no es tu culpa. Como decía, me sentí irritado y asediado así que entré aquí.
De todos los lugares, él entró aquí.
-Algo de la vibra del lugar me atrajo..., no, miento. Algo de tu vibra me atrajo.
No lo pregunté, ni siquiera me lo pensé. Solamente lo hice. Lo tomé por sorpresa y lo besé. Su gran mano atrajo mi rostro hacia él y la otra se colocó en mi espalda baja, sensaciones por todos lados. De verdad, todos lados. Su lengua se enroscó con la mía y mi respiración se sincronizó con la suya. Si era un adiós debía serlo como Dios manda. Separamos nuestros labios por unos segundos e instintivamente volvimos a unirnos, como un imán. Como dos polos que no pueden repelerse ni ocultar su atracción. Toda la intensidad fue reducida a un corto y casto beso en la frente. De pasión a admiración.
-Quiero que sepas Cyn, que hoy me has hecho el más feliz del mundo.
-Quiero que sepas Niall, que hoy me has hecho sentir especial.
Y se sintió como tal, como una despedida. Porque se fue. Pero se llevó lo mejor de mí y obtuve lo mejor de él. Así tenía que ser, él debía irse para regresarme a la realidad, una diferente. Una en donde ya no tenía miedo, donde me sentía fuerte. Una realidad en donde él no estaba a mi lado pero seguía haciéndome feliz a distancia. Mi mano seguía conservando su calidez y mis labios la fuerza de su pasión. Pero mi corazón logró capturar su lado más humano y sencillo y eso era con lo que me iba a quedar.
Cynthia puede no ser la chica con mejor cuerpo del mundo, ni la más linda, ni tener la sonrisa más blanca y perfecta. Puede no ser el tipo de chica con la que todos quieren salir, pero si da lo mejor de sí, no se rinde ante el mundo y no se seca con cualquier sequía. Cynthia es real y da amor, es sensible y sigue creyendo en la humanidad. Cynthia fue feliz con Niall y él con ella. Todo ocurrió, todo terminó, pero ella siguió aquí..., dispuesta a compartir lo mejor de ella con todos cuantos la rodean, y eso la hace tan única y especial. Tan mágica.
