Capítulo 1: Pistas

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Habían pasado tres semanas desde que terminaron las clases. 

Por más de que estaba feliz por estar en casa, debía admitir que seguía preocupada. No sabía cómo actuar alrededor de mi madre. De a ratos, me olvidaba el por qué yo me estaba comportando así, pero luego lo recordaba y las palabras de Snape retumbaban en mi mente: "Deberías preguntarle a tu madre entonces", refiriéndose a la verdad; la verdad de mis poderes, también de mi padre, de mi propia identidad.

Dean me distraía de todos mis pensamientos negativos. Jugamos al Quidditch mientras él me animaba a volver a postularme en segundo año. "Wood se arrepentirá de haberte echado", me decía. Evidentemente quería regresar al equipo, pero con Angelina dando vueltas alrededor del capitán, se me dificultaban las posibilidades. Y no, no le estoy echando toda la culpa a ella, solo digo que podría ser un factor que influía; perdí la cuenta de la cantidad de veces que la había escuchado hablarle mal a Wood sobre mí. Lo soporté durante todo un año, pero no sabía si podía aguantarlo un año más. Yo no era así, siempre alcé mi voz, siempre impulsiva y defensiva, pero cuando se trataba de ella, me bloqueba, algo me intimidaba.

Mamá y Jesse también dijeron que podía volver a intentarlo. Mi madre me contó que fue golpeadora en el equipo de Quidditch de Slytherin, una historia que no había mencionado nunca. Resulta que en Slytherin nunca hubo muchas chicas en el equipo. En realidad, cuando yo iba a Hogwarts, noté que había una o dos. Y cuando mi madre quiso participar, incluso en las pruebas casi que no la admiten. Había una sola chica, llamada Malia, que la apoyaba. También recibía burlas por querer postularse además como golpeadora porque le decían que no tenía la fuerza necesaria para el puesto. Sin embargo, mi madre lo logró en su cuarto año, después de muchos intentos y siendo suplente anteriormente.

Era una de las primeras historias de su adolescencia que se atrevió a contarme aquel verano.

- ¿A ti te gustaba, papá? - le preguntó Dean mientras cenábamos un jueves por la noche.

- ¿Yasmine? Sí, desde sexto año, pero...

Los tres estallamos en carcajadas. Mi madre se ruborizó.

- Oh, el Quidditch - aplaudió Jesse, riéndose. - Bueno, nunca fui habilidoso en los deportes, así que prefería ver desde las gradas.

- ¿Te interesaría, Dean? - le preguntó mi madre luego de beber un vaso de agua.

- Bueno, sí, tal vez, pero más adelante - asintió, sonriente.

Mi madre me observó por un momento mientras tragaba comida.

- ¿Han tenido buenos profesores? De eso no han hablado mucho, más que de Quirrell y Voldemort...

Sí, a mí madre tampoco le daba miedo decir su nombre en voz alta.

- Sí, Flitwick fue estupendo en Encantamientos, McGonagall fue algo exigente, pero creo que me tomó cariño - sonreí. - Madame Hooch estaba muy nerviosa siempre cuando fallábamos en Quidditch, Sprout me cae bien y no me gusta nada su asignatura, y... ¡Ah, Snape! Bueno, él da muy bien sus clases, y me encanta pociones, y...

- ¿Que da muy bien sus clases y te encanta pociones? - reptió Dean, soltando los cubiertos con sorpresa. 

Mi madre, de pronto, estaba inmóvil.

- Bueno... Snape es un profesor complicado - confesé en voz alta. - Pero no es tan malo como lo pintan todos.

- Eso es porque te tiene favoritismo.

Mi madre abre los ojos como dos platos ante las palabras de Dean.

- ¿Qué? - me sobresalté. - ¿Favoritismo? En todo caso, Hermione.

Mackenzie y la cámara secreta | [MEH #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora