Capítulo 26: Por un pelo a la muerte

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- ¿Qué está pasando?

Me levanté del piso y caminé por la Cámara. Había una cara enorme, un hombre quien tenía una barba larga que llegaba hasta los túneles de al lado. Era como un mural. Avancé con rapidez, estaba asustada.

Podía ver algo, una persona tirada antes del agua. Mis ojos se abrieron con felicidad al ver a la hermana de Ron frente de mí:

- ¡Ginny! ¡No puede ser! - exclamé emocionada, pero ella tenía los ojos cerrados. - ¡Por favor, debes despertar, tenemos que irnos!

No despertaba, ¿qué debía? Pero no tuve tanto tiempo para pensar porque alguien me tocó el hombro y yo caíde rodillas hacia Ginny.

- ¡Harry, me has asustado!

- Mackenzie... - susurró y me abrazó. Nos quedamos unos segundos así y él me tomó de los hombros con una expresión preocupada. - Tenemos que irnos, Lockhart es un fraude que perdió la memoria, Myrtle es la víctima de hace cincuenta años y Ron quedó atrapado del otro lado.

- Ginny está aquí, hay que ayudarla.

- ¿Está viva?

Alguien apareció detrás de las paredes y nos miró fijamente. Tom Riddle. Harry no tuvo dudas de quién era, lo reconoció al instante también. Pero tomé su mano.

- Sigue viva, - dijo él, asintiendo. - por ahora.

- ¿Por qué me trajiste aquí? - chillé enojada y Harry me observó con las cejas alzadas. - Sí, él me condujo hasta este lugar, estamos en la Cámara Secreta. 

- ¿Eres un fantasma? - preguntó Harry.

- Un recuerdo guardado en un diario de cincuenta años.

Me quedé mirándolo. Algo andaba mal. Señaló el diario que se encontraba al lado de Ginny y Harry le suplicó por ayuda, pero él ni siquiera se movió. Solo miraba a Harry, a la cicatriz.

- Harry... Debemos irnos... - le susurré, pero no parecía escucharme. Intentó agarrar su varita, pero ya no estaba. - Riddle, dale la varita.

- Puede aparecer el basilisco, Tom. Ayúdanos.

- No vendrá si no se lo llama.

- ¿Qué quieres decir? - repuso Harry tratando de tomar su varita, pero Tom Riddle no lo dejó. - Entrega la varita, tal vez la necesite.

- ¡Vas a necesitarla!

- ¡Cierra la boca, Mackenzie! - me calla Riddle. - He esperado tanto este momento, más para hablar contigo, Harry Potter...

- ¿De qué hablas?

- Empezamos desde el principio: Ginny. Ella reveló todos sus secretos a mi diario contándome todas sus penas y amores. Se burlan de ella, de sus túnicas de doble mano, sus libros... Hasta que empezó a hablar de ti, Harry Potter, del que nunca llegaría a quererla...

Mientras nos contaba la historia, sus ojos no se separaban de nuestro rostro, nos miraba con desprecio y cansancio.

- Es muy aburrido escuchar problemas de una niña de un once años pero ella logró captar mi atención. Me armé de paciencia y contesté, por escrito. Fui comprensivo, bondadoso, simplemente me adoraba: Nadie me comprende, Tom, estoy tan contenta  de poder confiar y en este diario, es como tener un amigo que llevas en el bolsillo.

Riddle largó una risa potente tan falsa como las de Lockhart.

- Ginny me abrió su alma y era precisamente su alma lo que quería. Me hice cada vez más fuerte alimentándome de sus profundos secretos. Lo bastante poderoso para empezar a alimentar a la señorita Weasley con algunos de mis propios secretos, para empezar a darle un poco de alma...

Mackenzie y la cámara secreta | [MEH #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora