Capítulo 3

1.6K 175 5
                                    

JENNA

Ahora...

Llegamos al parque, Victoria, mi mejor amiga, con una cara muy feliz, casi saltando, se encontraría con su novio y quiere que esté ahí, me estaba contando sobre una fuente de agua de lo deseos que acaban de construir.

Y yo bueno, yo quería morir y mi cara lo decía todo.

No me miren, seria tipo Medusa, pero en vez de convertir gente en piedra, yo espantaría a la gente con mi cara de culo legendaria.

Y como dice mi hermano;

"Tienes esa cara de culo tan marcada que lo único que te falta hacer es tirarte un pedo"

—Aparte de que me obligaste a venir al parque—Hablé finalmente, porque desde que salimos de mi casa le di: La ley del hielo, hasta que llegamos al parque—, ¿Quieres que una fuente de agua de los deseos me cumpla el deseo de que tenga novio?

Sí, súper patético.

—Sí—Dice con una voz de bebé que siempre suele tener cuando obtiene lo que quiere.

Su objetivo fue sacarme de la casa, y lo hizo. ¿Cómo rayos lo hace?

Perra.

—Eso ni se lo cree mi abuela—Hablé bruscamente.

De verdad quería estar en mi camita viendo vídeos divertidos de gente haciendo estupideces, como rompiéndose la cara por que no tienen nada mejor que hacer con sus vidas. Y viene Victoria para sacarme de mi zona de confort.

Perra, x2

—Al menos, intentalooo—Cantó y soltando un chillido al final—, anda, además, te gusta los parques.

—En las noches—Le recordé.

—Son casi las tres de la tarde—Vio la hora en su teléfono.

—Entonces vendré en la noche—Me di vuelta dispuesta a irme pero Victoria me toma del brazo.

—Buen intento—Dice para nada impresionada por mi técnica, me detuvo antes de que inicie mi huida y me hace caminar a su lado.

Nos sentamos en la fuente, compramos unas paletas que estaba vendiendo una señora, eran de sabor a cereza, y nos quedamos a esperar.

Veo a su novio a la distancia, es rubio natural, tenia el cabello corto, es más alto que nosotras, de ojos claros, casi azules, su piel era de un trigueño claro, y tenia algunos lunares en la cara, ellos se conocieron gracias a una prima de Victoria, que salía con el hermano mayor de Gabriel (Novio de Victoria), se gustaron por un tiempo; creo que unos tres años y están saliendo hace un año, me caía bien, trata a Victoria como una princesa, y espero que sea así, o lo castro.

Antes lo llamaba: Gringo, por sus ojos y su físico, pero no, el pendejo era español, se había mudado a nuestro país cuando el tenia once y ya había perdido casi su acento.

—Viene el que te da infartos vaginales—Le avisé.

—¡Ya, Jenna!—Chilló y se sonrojó.

Su novio se paró frente a nosotras y nos sonrió.

—Hola, cuñada—Me saluda mientras abraza a Victoria.

—Hola, corazón—Dije con una voz chillona.

Victoria se ríe, Gabriel se ríe avergonzado mientras se sonroja.

—¿Cuando dejarás de llamarme así?—Dice fingiendo estar molesto, pero es un amor, nunca lo hemos visto molesto, es una persona tranquila.

—Cuando dejes de usar ese bóxer de corazones, aún no puedo creer que te vi en ese bóxer tan ridículo ayer, ni mi mamá tiene ropa interior así.

Ayer fuimos a un río, fue una salida improvisada, no pensábamos en bañarnos pero nos dieron ganas de hacerlo y nos bañamos en ropa interior. No dejé de hacer chistes respecto a su bóxer de corazones rojos con el fondo rosa.

Se excusó diciendo que su mamá lo compró y era el único que estaba limpio.

Ujum, no mientas mijito, se lo robaste a tu hermana.

Él rodó los ojos.

—Como sea—Dice él—, ¿Quieren dar un paseo?

—Ustedes vayan—Hablé yo—, yo me quedaré aquí, en esta fuente, sola, solita—Me recuesto en el borde de la fuente, fingí estar llorando y la pareja me ve raro—, ¡En fin!—Terminé mi momento de drama—, vayan ustedes, y dejenme aquí...

—¿Segura?—Dice Victoria.

—Sí—Aseguré, a decir verdad no suena mal estar un momento sola, con tal de no ver a estos dos con sus momentos cursis, todo bien para mí—, ¡Ostias ya larguense tíos!—Traté de imitar el español, y fallé olímpicamente.

—No tardaremos—Aseguró Victoria. Y Gabriel asintió, riéndose de mi intento de hablar como los españoles.

Se fueron.

Me levanté, suspirando, palmee mis pantalones, luego metí mis manos, encontré una moneda, la saqué y la miré.

—Con que...—Miré la fuente de agua—, cumples deseos, aún no creo que sea cien por ciento cierto pero ya qué...—Me encogí de hombros—, no tengo nada mejor que hacer.

Tomé un respiro.

Que patético, que denigrante... ¿En serio Jenna? ¿Le pediras una fuente de agua el deseo de que te mande un novio? ¡Rayos! ¡Ni Diosito te lo cumplió pendeja!

¡Ya cállate voz del diablo!

—Deseo...—Un niño tiró una cáscara de plátano cerca de mis pies—, ¡Oye, recoje eso mocoso!—Exigí.

El niño se voltea para mirarme, frunce el ceño.

—¡Cállese señora!—Me saca la lengua y se va corriendo.

Seeeeeñoooooraaaaa...

¡¿Señora?!

¿Aló? ¡Eh si! ¡Soy Jenna, un mocoso me llamó señora, tengo dieciséis y soy más virgen que la virgen Maria! ¡Necesito paciencia! ¡Que se fue volando junto con mi dignidad! ¡Gracias por su atención!

¡¿En serio?!

Que guarde mi virginidad hasta el matrimonio no quiere decir que vengan y me digan "Señora", y peor aún, cuando niño me mande a callar.

—Mira niño ven aquí o si no...

De repente;

Siento que todo pasó en cámara lenta.

Y lo malo pasó...

Yo de estúpida.

Diosito: ¿Cuando no?

Pisé la cáscara de plátano, giré sobre mí misma, vi que un chico justamente alzaba la vista y me mira como caigo dentro en la fuente.

Oh no...

Dios: ¡Jesús! ¡Mira esto! ¡Una mortal se cayó de manera patética en la fuente agua!

Ya puedo escuchar a todos reírse de mi desgracia.

Porque así es la suerte de Jenna García.

No Apto Para Parejas Normales 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora