Capítulo 16

1.1K 114 8
                                    

Anthon.

Después de que Jenna terminara sus deberes en la casa, deberían hacerlo ustedes también, flojos. Pacman enojado. (>:v)

Fuimos al zoológico, porque hace días le había prometido que quería llevarla al zoológico ya que habían traído una pantera, y es increíble, al llegar había poca gente pero era perfecto, Jenna y a mí no nos gustaba mucha gente rodeandonos, era incómodo y nos ponía de mal humor, le compré un algodón de azúcar y ella me compró un llavero de panda, mi animal favorito.

Nos encontrábamos en un lugar techado donde estaban los animales más pequeños en grandes jaulas.

Todo iba bien hasta que se me ocurre decir;

—¡MIRA JENNA! ¡ES TU FAMILIA PERDIDA!—Chillé señalando a los perezosos.

Todos nos miraron, pero no le prestamos atención, lo que recibí fue un golpe tras la cabeza.

—¡¿Cómo te atreves a decir eso?!—Dice ella, molesta.

—Porque eres floja, te has escapado de tu habitad—Vi a la que guía en el zoológico, era una señora mayor, cargué a Jenna en mis brazos—, ¡Disculpe!—Llamé a la mujer mayor, mientras cargaba a Jenna; Que se encontraba pataleando y exigiendo que la baje o me arrepentiré de hacerlo—, se les escapó una perezosa.

—Descuide señor, ella volverá a su hogar—Me siguió el juego.

Bajé a Jenna, y antes de recibir otro golpe, la besé, ella cerró los ojos y se dejó llevar.

—Eres un tonto—Dice despegándose de mí.

—Te encanto así—Le dije pícaramente y le agregué un guiño coqueto, usualmente no hago este tipo de cosas de "Guiños coquetos", excepto si es para bromear, pero decidí hacerlo solamente para Jenna.

Una señora pasó por nuestro lado, se le cayó la billetera.

La recogí y antes de levantarme para llamarla, y dárselo, , soy una buen ciudadano, la mujer mayor en cuestión me golpeó con su paraguas.

—¡Quería robarme! ¡Ratero!—Me recriminó con su voz de anciana y agitaba el paraguas, como intentando amenazarme con golpearme otra vez.

—¡Se le ha caído la billetera, anciana!—Literalmente chillé mientras que extendía los brazos y haciendo que vea su billetera.

—Oh—Lo tomó.

Y se fue sin ni siquiera decir gracias.

La miré con cara de; ¡¿Qué demonios?!

Jenna se ríe de mí.

Me enderece y la miré mal.

Una niña de cabello castaño apareció y empezó a tirar de la camisa de Jenna.

—Señora, ¿Sabe dónde queda la jaula de las ardillas?

La llamó señora.

Se-ño-ra.

Me empecé a reír, por la cara de Jenna, era todo un poema.

—Yo no soy una señora, soy una señorita—Corrigió Jenna, con voz refinada.

Era un buen momento para decir "Neeeeeeh" pero como que ya esta pasando el trauma de que la llamaran "Señora" y no quiero recibir otro golpe, Jenna golpea como chico.

La niña fruncio el ceño, parece irritada.

—Como usted diga, anciana.

Ella se fue.

Jenna quedó en una clase de shoock mientras yo me reía como loco por la situación, y su cara, mayormente por su cara.

Ella me golpeó en el hombro, me quejé pero no dejé de reírme y salimos del lugar. Nos dirigimos hacia donde estarían los elefantes.

—Ese elefante es tan grande y debe pesar mucho—Dijo Jenna y luego me miró con cara coqueta, yo puse cara de: ¡¿Qué te fumaste, mija?!—, pero no tan grande y pesado como mi amor por ti—Se lanza encima mío y empieza a lanzarme besos y sacar la lengua de manera extraña.

Todos nos mirábamos, extrañados.

—Jenna, no hagas eso, utiliza esa lengua para otra cosa—Alce las cejas.

Ella me golpeó el hombro, avergonzada.

Si sigue golpeando mi hombro, me tumbara el brazo.

Tomé su mano hasta que nos detuvimos para estar más cerca de un elefante que alzaba su trompa y abría la boca, como pidiendo comida, Jenna empezó a darle maní y yo solo me dediqué a observar.

De repente siento algo raro en mis pies, miro hacia abajo y un perro estaba orinando mis botas favoritas.

—¡Sale animal!—Exclamé. El perro se va corriendo, espantado.

—¡Oye! ¡Soy tu novia no un animal!—Chilló Jenna.

Esta pendeja.

—No a ti, al perro, el muy desgraciado orinó mis botas favoritas.

—No seas llorón, cuando lleguemos a casa las lavaremos.

Asentí mientras que ella se ríe en mi cara.

Pero ella deja de reírse cuando un ave le caga en el cabello, empezó a gritar y yo empecé a reírme como loco.

—El karma—Le dije.

—¡No te quedes a ahí a reírte de mí, ayudame a quitarme esto!

Tomé una servilleta que tenia en uno de mis bolsillos y empecé a quitarlo.

Este día en el zoológico fue una locura.

No Apto Para Parejas Normales 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora