Capítulo 5: Encarcelado

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Todo a su alrededor se movía y se difuminaba. Estaba un poco mareado, seguramente por el agotamiento excesivo o por haber mantenido demasiado tiempo su habilidad activa. Intentó mantenerse estable, apoyando la mano sobre el marco de la puerta mientras les comentaba a los de fuera cómo veía la situación de Ace y estos escuchaban con calma. Al terminar su discurso, el ruido de palabras inundó sus oídos, pero sólo era eso... ruido, porque no era capaz de identificar lo que decían.

Intentó agarrarse con mayor fuerza al marco de la puerta al sentir que se tambaleaba una vez más, sin embargo, no pudo evitar que su cuerpo empezase a caer hacia el lado derecho y sus piernas flaqueasen desplomándole frente a todos. Era irónico... había venido a salvar a Ace y ahora él estaba impotente tirado en el suelo.

- Apresadle – escuchó la voz de uno de los vicealmirantes – traed unas esposas para él.

- No puedes hacer esto – se quejó Garp – sólo está ayudando.

- Es un pirata. Puede que sientas agradecimiento por lo de tu nieto, pero nada de lo que haga enmienda sus crímenes y eso no puedes olvidarlo. Llevadlo a la prisión.

Era cierto que era Marine y que siempre había defendido sus intereses de esos rufianes, pero estaban hablando de su nieto y él lo conocía bien. Ace no era un pirata más, él tenía corazón y desde niño ya se podía ver en él cómo le afectaban las cosas. Quiso que fuera un Marine, que hiciera justicia pero él prefería la libertad. Ni siquiera había escuchado ni un solo crimen cometido por su nieto y aunque no podía decir lo mismo de Law, al final la verdad era que le había salvado la vida. Puede que no entendiera la relación de esos dos, pero se había dejado capturar con tal de salvar a su nieto y eso decía mucho sobre él.

- Buscad unas esposas para puño de fuego también. No quiero que se despierte y monte un espectáculo de los suyos – se marchaba por el pasillo diciendo el otro vicealmirante.

Unos guardias ayudaron a ponerse en pie a Law, prácticamente llevándole a rastras hasta uno de los marines que traía las esposas para él. Se mordió el labio, no podía hacer nada por él pero no iba a permitir que le pusieran unas esposas a Ace, porque eso sería matarlo.

Con las últimas fuerzas que pudo encontrar en su exhausto cuerpo, se revolvió, golpeando en el pecho a uno de los marines que lo sujetaba y golpeándole contra la pared del pasillo para dar un codazo al otro, corriendo hacia Garp y agarrando con sus manos apresadas en esas esposas, la chaqueta del vicealmirante.

- No se las pongas – le susurró – no dejes que le pongan las esposas o morirá.

- ¿Qué estás diciendo? – preguntó Garp.

- Kairoseki, impide que la "mera mera" se active y necesita activarla – gruñó Law con desesperación – los tipo logia como él se regeneran con su propio elemento, si impides que su elemento salga, no se regenerará. No puedes ponerle esas esposas.

Un golpe en la nuca fue lo que sintió antes de que sus ojos empezasen a cerrarse nuevamente y las manos perdieran fuerza, soltando la chaqueta de Garp. A medida que caía sobre los brazos de uno de los soldados. La última visión que consiguió fue ver cómo la camilla con Ace pasaba a su lado para llevarlo de nuevo a la habitación. Tan sólo quería escuchar a Garp decir que protegería a su nieto, que no le pondría las esposas, pero... nada llegó a sus oídos antes de desmayarse.

***

Un molesto ruido hizo que abriera los ojos. Estaba cansado, demasiado para querer moverse, así que permaneció tumbado en los fríos adoquines de la celda, mirando los barrotes de hierro y pensando en Ace. Tan sólo podía pensar en él y se moría por saber qué había ocurrido.

El cirujano de la muerte (One piece: Law-Ace)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora