Capítulo 4: Invasión a Marineford.

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¡Loco! Así estaba Trafalgar Law, ¡loco de remate! Ésa era la única frase que le venía a la cabeza a Garp al verle caminar con lentitud por la cubierta de su barco, bajar la escalinata y encerrar a todos aquellos marines en su habilidad moviendo sus partes del cuerpo de un lado a otro, uniéndolas en un sin sentido mientras caminaba hacia el interior de la destrozada base.

- Estás peor que Ace – susurró Garp – te dije que fueras discreto.

- A mí nadie me da órdenes. ¿Dónde lo tenéis?

- En el cuarto piso, zona de enfermería, el ala oeste – le comentó – pero ten cuidado con los almirantes, aunque no quedan muchos realmente. Los justos para custodiar a Ace. Es absurdo... ni siquiera está consciente.

- Ya te dije que voy a llevármelo.

- Y yo te dije que no podrás.

- Pasaré por encima de cualquiera que quiera impedírmelo.

- Tú mismo – le aseguró Garp – te veo en la enfermería. Aunque si no vuelvo a verte... me gustaría saber una cosa.

- Te dejo una pregunta – sonrió Law – tengo prisa, pero te debo el estar aquí, así que rapidito.

- ¿Por qué correr tanto riesgo por mi nieto?

- Él también lo habría hecho por mí.

Empezó a caminar de nuevo con destino a la enfermería. La última vez llegó tarde al combate, pero pudo ver la masacre, comprobó la caída de dos de los mejores piratas del mundo y, desde luego, así muriera allí mismo, era el mejor momento para volver y recuperar a Ace. Aún no se habían recuperado del ataque de la tropa de Barbablanca, también se habían ido la mayoría de los almirantes. ¡Era ahora o nunca! Pero tenía que sacarle como fuera, así tuviera que pelearse con la mitad de los vicealmirantes y algún almirante que quedase.

- Terco como Ace – susurró Garp desde el barco, escuchando las alarmas sonar para alertar del intruso en la base – no hay remedio. Me voy a la enfermería – comentó hacia sus hombres, quienes preferían no bajar ahora del buque para evitar a Law.

Caminó por la base, deshaciéndose de todos los marines que se cruzaban en su camino. Al principio utilizando su habilidad para asustarles y conseguir que alguno dudase en si atacarle o no, posteriormente, abriéndose camino con la katana. Sin embargo, aquella base era un auténtico laberinto. Garp le había informado de dónde estaba la enfermería, pero por más que caminaba, no conseguía ubicarse. Tampoco creía que unas cenizas pudieran decirle dónde estaba Ace, no hasta que se recuperase un poco más ese chico y la Vivre card se regenerase aunque fuera una punta del papel.

- Maldita sea, ¿por qué no dejan de salir Marines? – se preguntó a sí mismo antes de dar el mandoble con su katana para quitar del medio al último que había aparecido en su camino.

Cada vez aparecían más y más marines, estaban dispuestos a capturarle, pero él no pensaba rendirse hasta hallar a Ace. Quizá antes habría ido con cuidado, habría pensado las cosas e ideado una estrategia, pero ahora mismo le daba igual absolutamente todo con tal de comprobar el estado de salud de Ace. No tenía tiempo, al menos Ace no lo tenía. Necesitaba un médico y dudaba mucho que hubiera buenos médicos en esa base.

No parecía haber muchos almirantes y eso le alegraba, porque aún no había ideado un plan para poder derrotarlos. Finalmente, al dar la vuelta a uno de los pasillos, encontró ese letrero donde indicaba la enfermería.

- Por fin – susurró para sí mismo, mostrando una sutil sonrisa pero acelerando el paso para abrir la puerta sin siquiera tocar.

Garp fue el primero que apareció en su rango de visión, pero podía ver la camilla a su espalda, con las piernas de alguien tapadas con una sábana blanca y muchos aparatos que hacían ruidos que él identificó como "estable".

El cirujano de la muerte (One piece: Law-Ace)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora