Morado

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Los más sorprendidos con este encuentro son Sung Jong y Sung Yeol. El mayor de los hermanos no puede creer lo que ve. Jamás imaginó volver a encontrarse con esos vampiros convertidos de la familia Lee. Sung Yeol dio por muertos a Jin Ki y Tae Min tras la última batalla.

—¿Acaso no te sientes nostálgico por esta reunión familiar, pequeño Kyu? —dice Hee Chul con un tono burlón, disfrazado de fraternidad. Pero Sung Kyu conoce muy bien a su hermano mayor.

Desde que tiene memoria, Hee Chul lo ha despreciado, y todo por una sola razón: Sung Kyu siempre fue el favorito de su padre para liderar algún día el Clan Kim.

—¿Te vas a sentir mal si te digo que no? —responde con voz neutra, inmutable. No muestra emociones, pero por dentro hierve de incertidumbre y furia.

Hee Chul se echa a reír, y los dos vampiros que lo acompañan hacen eco de su risa. La atmósfera se llena de tensión peligrosamente ridícula.

—Era de suponerse. ¿Y qué me dices de tus subordinados?

—Para nada —responden los hermanos Lee al unísono, sin dudarlo ni un solo segundo.

—No son sólo mis subordinados —replica Sung Kyu, con voz detonante, cargada de orgullo y determinación—. Sung Yeol y Sung Jong son mis aliados, y también mis amigos. Por eso, si tengo que protegerlos de ti, incluso con mi vida, lo haré.

Los hermanos Lee se miran y sonríen. En sus ojos brilla la misma lealtad que sienten por Sung Kyu. En su interior, sus emociones vibran igualadas: gratitud, fuerza, compromiso. No están solos y lo saben.

—¡Es cierto! Casi olvido que tienes la horrible costumbre de relacionarte con seres inferiores... Y, ahora que lo recuerdo, también con asquerosos cazadores.

—¡¿Viniste a pelear o a charlar?! —exclama Sung Kyu, ya perdiendo la paciencia. Su voz se quiebra de rabia reprimida.

—¡Qué impaciente! —se burla Jin Ki, disfrutando de la provocación.

—Eres tan fastidiosamente sentimental, hermano. Y es por eso mismo que ¡jamás vas a ser el verdadero líder del Clan Kim! —grita Hee Chul, cargado de resentimiento, y sin previo aviso, corre hacia él, sujetándolo del cuello con fuerza, como si con ese gesto pudiera borrar siglos de envidia acumulada—. Estás un poco distraído, ¿no? —susurra con una sonrisa cínica.

Sung Jong y Sung Yeol se quedan paralizados por un instante. Es la primera vez que ven a un vampiro capaz de igualar la velocidad de Sung Kyu. El impacto los sacude y la incredulidad los abofetea.

—Vamos a divertirnos un rato —dice Tae Min, cerrando los puños, anticipando el combate.

Entonces Hee Chul despliega sus filosas garras y las lanza directo al pecho de su hermano. Pero Sung Kyu, con reflejos de acero, le toma el brazo y le propina una patada demoledora al abdomen que lo libera y lo lanza varios metros lejos.

Los vampiros que acompañan a Hee Chul se abalanzan al ataque antes de que él toque el suelo. Van directo contra los hermanos Lee, pero subestiman su fuerza. El duro entrenamiento con Sung Kyu ha dado frutos: sus reflejos son precisos, su fuerza latente, pero letal. En apenas unos segundos, se deshacen de ellos, haciéndolos caer cerca de su líder.

Los tres enemigos se ponen de pie otra vez, sonrientes, como si la derrota momentánea fuera solo un estímulo para acabar con la batalla rápidamente.

—Vaya, me han sorprendido —dice Hee Chul, quitándose con calma su chaqueta—. Pero no creo que sean rivales para el poder del elixir púrpura —añade, dejando entrever su carta más peligrosa. El alma de Sung Kyu se estremece. Sabe lo que eso significa.

Sangre | GyuWooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora