Invierno, año 1016 d. C.
—¿Por qué tuvimos que llegar a esto, Woo Hyun? —preguntó el señor Lee, con la voz impregnada de tristeza. Su mirada, llena de impotencia, descansaba sobre el rostro endurecido del joven maestro. Sentía cómo el peso del destino de sus hijos le oprimía el pecho con una intensidad insoportable.
—Señor Lee, todo esto es necesario para nuestra supervivencia —respondió Woo Hyun con serenidad, aunque sus ojos reflejaban la presión de cargar con decisiones que ningún joven debería tomar. Su semblante era serio, marcado por la responsabilidad y el deber—. Y sus hijos lo están haciendo muy bien; sobre todo Sung Yeol. Él tiene un talento natural para ser un cazador.
El anciano bajó la vista hacia sus piernas inertes, inmóviles desde aquel fatídico accidente que lo condenó a una silla de ruedas. Un suspiro envuelto en dolor escapó de sus labios.
—Aun así, no puedo aceptar que mis tres hijos vayan a tener que enfrentarse a esos "monstruos" —dijo con un tono quebrado—. Si tan solo yo pudiera hacer algo...
Una sombra de frustración le cruzó el rostro, el recuerdo del día en que su cuerpo dejó de responderle seguía siendo una herida abierta. Era su mente la que había seguido luchando, investigando y ayudando. Pero su cuerpo... ese ya no podía proteger a nadie.
—Usted ya ha hecho demasiado, señor Lee —respondió Woo Hyun con un deje de respeto profundo—. Gracias a su investigación, fuimos capaces de desarrollar estas espadas. Es la mejor arma que tenemos contra los vampiros. Sin ella, hubiéramos estado acabados desde hace mucho tiempo.
Mientras hablaba, sus ojos se desviaron hacia el campo de entrenamiento, donde un grupo de jóvenes luchaban por domar sus cuerpos, sus miedos y sus límites. Cada paso, cada golpe, cada caída, era un eslabón más hacia la supervivencia.
Cada vez eran menos los "niños" con la fortaleza y el control para blandir las espadas negras, pero entre ellos destacaban tres figuras decididas. Tres muchachos que se abrían camino con esfuerzo, y que habían despertado en Woo Hyun un orgullo silencioso, pero profundo.
...
—Ya estoy cansado... —se quejó Sung Jong, dejándose caer sobre el suelo polvoriento con un quejido exagerado. Su cuerpo temblaba del esfuerzo, su estómago rugía, y la frustración le subía por la garganta.
—Levántate —replicó Dae Yeol con severidad, aunque en su mirada brillaba más preocupación que enfado—. Si sigues con esa actitud, nunca vamos a poder acabar con los vampiros.
Observó a su hermano retorcerse como un niño pequeño, pero luego señaló hacia otra figura en la distancia:
—Mira a Sung Yeol. Lleva horas practicando con Woo Hyun y no se está quejando.
—Él es más fuerte que nosotros, es obvio que tenga más resistencia —murmuró el menor mientras se incorporaba con dificultad.
—Una razón más para esforzarnos el doble —dijo Dae Yeol con determinación, reanudando su postura de combate. La dureza de su voz era acorde a su miedo, a no estar a la altura... a no poder proteger a su familia.
Y así, sin más que decir, Sung Jong volvió al entrenamiento. A pesar del dolor. A pesar del hambre. A pesar del miedo.
...
Un golpe seco resonó en el campo. Woo Hyun le había dado una patada a Sung Yeol que lo derribó por completo. El joven se quejó, escupiendo el polvo, pero se negó a rendirse. Estaba furioso, pero no con su maestro, sino consigo mismo. Había estado a punto de vencerlo. Había sentido ese pequeño momento de ventaja, y aún así, había fallado.

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Sangre | GyuWoo
Fiksi PenggemarSung Kyu es un vampiro solitario que siempre estuvo en contra de lastimar a los humanos. Huyó después de la última batalla en la que fue exterminado el Clan Lee y se ha mantenido oculto durante mil años, esperando el día en que el ilegítimo líder de...