Aurora

208 26 6
                                    

—¿Hace mil años que nos conocimos? —inquiere Woo Hyun, con la voz teñida de asombro y confusión. Sus ojos, abiertos de par en par, buscan una negación en el rostro del vampiro, pero sólo encuentran una serenidad que lo desconcierta aún más. Le cuesta aceptar lo que acaba de oír; es como si su mundo, ya trastocado, terminara de desmoronarse.

Sung Kyu asiente con lentitud, su mirada fija en el joven, casi compasiva, como si comprendiera el torbellino de emociones que se ha desatado en su interior.

—La reencarnación existe, Woo Hyun. Sobre todo si moriste con asuntos inconclusos. Si tu alma no encontró paz, volverá... volverá para terminar lo que quedó pendiente —expone con una convicción tan firme, tan serena, que resulta imposible desecharla como una locura o una fantasía. Su voz, grave y pausada, cae sobre el joven cazador como una manta pesada, difícil de ignorar.

Woo Hyun traga saliva, sintiendo algo amargo que se le ha quedado atorado en la garganta. Siente un escalofrío recorrerle la espalda, y el corazón le late con fuerza, no por emoción sino por miedo. Por culpa. Por una angustia que no sabe cómo digerir.

—Entonces... ¿de verdad quise matarte hace tanto tiempo? —musita, con los ojos húmedos y la voz quebrada por la congoja. El solo imaginarlo le provoca náuseas. Le duele. Le duele profundamente pensar que en otra vida, su odio fue tan grande como para intentar asesinar a alguien que ahora le genera un mar de emociones contradictorias. Aprieta los puños sin darse cuenta, temblando de impotencia. Como tembló aquella vez en que Hee Chul lo sujetó del cuello, robándole el aire, la voluntad... y la vida.

Sung Kyu guarda silencio por unos segundos, como si quisiera elegir bien las palabras. Luego asiente, con una tristeza antigua en sus ojos.

—Sí. En un principio, tu propósito era matarme. Pero... las cosas cambiaron entre nosotros después de aquel invierno. Algo se quebró. Algo se abrió. Dejaste de buscarme para cazarme y comenzaste a hacerlo para hablar, para entenderme. La vida de los cazadores era cruel, Woo Hyun. Los entrenaban para matar, los arrancaban de sus familias, les negaban el amor, las amistades, la libertad de elegir. Todo era disciplina, control y soledad. En esa época, no había espacio para las distracciones... porque la muerte nos rondaba a todos, humanos y vampiros por igual. Y sobrevivir no era un acto de fuerza, sino de renuncia constante.


[...]


Verano, año 1015 d. C.


Bajo la luz pálida de la luna llena, Sung Kyu se despojó lentamente de su ropa, dejando que la brisa nocturna acariciara su piel antes de sumergirse en las aguas cristalinas del lago. A pesar de las guerras sangrientas entre humanos y vampiros, aquella noche decidió robarle al mundo unos minutos de paz. Se escondió del caos, del dolor y de la culpa, permitiéndose saborear la ilusión de tranquilidad que sabía, en el fondo, no podría durar.

El agua estaba fría, pero reconfortante. Sung Kyu se sumergió hasta el cuello, pasando las manos por su cabello empapado, limpiando con cuidado la suciedad, el sudor seco y los restos de tierra que se habían adherido a él tras días de huida. No tardó en salir, pero no se apresuró a vestirse. Su ropa, sucia y rota, le parecía casi un chiste; una burla irónica a su linaje. Para los de su especie, algo como eso era una vergüenza. Sonrió con amargura ante la idea. Ya no era "uno de ellos", no del todo.

Suspiró con nostalgia. Llevaba días huyendo, con los cazadores pisándole los talones. Pero esa noche, por primera vez, le habían perdido el rastro. Todos, menos uno, el cazador prodigio: Nam Woo Hyun.

El pensamiento del joven cazador provocó en él una extraña sensación. Saber que Woo Hyun aún podía seguir sus pasos, incluso cuando los demás fracasaban, le resultaba perturbador, y a la vez, curiosamente satisfactorio.

Sangre | GyuWooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora