Una pesadilla hizo que Eli se despertara sobresaltada en la cama.
Miro a su alrededor con los ojos aún llorosos de tanto dormir, o eso le parecía a ella. Por la luz que se apreciaba por la ventana, podía saber que ya era por la tarde.
"¿Donde habrá ido Aiden?" Se preguntaba mientras escuchaba atentamente. La casa parecía desierta, se levantó y se sentía mareada y aturdida. Un pellizco en el estómago le recordó su embarazo y de inmediato fue a vomitar al baño.
Se lavó la cara y salió despacio y pregunto en voz alta:
- Aiden? Estás aquí? Señora... - en ese momento Eli recordó que la anciana no les había dicho su nombre. Se dirigió a la cocina, pues de su barriga se recomponia rápido y le daba hambre, vio el enorme perol que todavía contenía el guiso del día anterior, pero su vista fue a parar a unas enormes magdalenas llenisimas de azúcar. Cogió una y se dirigía al salón cuando por el rabillo del ojo algo le llamo la atención del patio trasero. Una tupida cortina, dificultaba la visión de su exterior, Eli pensó que allí debería tener un cierto número de animalillos, como gallinas, conejos y alguna cabrita, por lo que conto anteriormente y evidentemente por los ingredientes de sus jugosas comidas.
Abrió con cuidado y con un inesperado susto un par de gallinas se espantaron, levanto la vista y una cabra marrón y negra la recibía con una mirada perdida. Pero nada más, solo aquellos animales pululaban por el enorme patio. A Eli le gustó ver que lucían bien cuidados y se emocionó cuando descubrió que una de las gallinas incubaba media docena de huevos. Eli sonrió y se dio la vuelta sobre sí misma para volver a dentro cuando un sonido salió de un cobertizo prefabricado que había en el patio. Pensando qué tal vez se habría colado alguna gallina se dirigió de nuevo a la puerta, un nuevo y más fuerte golpe le hizo estremecerse.
Se dirigió con cautela al cobertizo, a cada paso que daba, podía sentir su corazón golpeando en sus sienes, pues unos lamentos poco apreciables salían de el.
Se quedó petrificada en la puerta, apoyo la mano en el tirador y abrió lentamente. Una oleada de moscas y hedor penetrante recibieron a Eli de una manera repugnante, sus ojos se volvieron como platos cuando contemplo el interior del cobertizo.
Del techo colgaban miembros humanos, como si de jamones se tratase, varios tarros de cristal conservaban con algún tipo de líquido todo tipo de cosas, ojos, dedos, lenguas, hígados, riñones...
No podía asimilar todo aquello sin notar un leve dolor en su útero, un tirón de pantalón la saco de aquella pesadilla, retrocediendo espantada, cayó al suelo y sus ojos se empañaron se lágrimas.
Un chico desnudo, con la cabeza rapada, de unos 17 u 18 años, yacía en el suelo con la boca cosida, estaba atado de manos y le faltaba las dos piernas, un corte mal cosido en su abdomen hizo pensar a Eli que podía faltarle cualquier órgano vital, con la piel amoratada, se había caído al intentar llamar la atención de Eli,
Un sin fin de pensamientos y horrores le pasaron a Eli por la cabeza, mientras el muchacho gemía con desesperación. Eli reacciono y busco unas tijeras en la cocina sin pensar en la anciana, fue disparada hacia el muchacho, se sentó junto a él e intento calmarlo.
- No te muevas, voy a quitarte esto y sacarte de aquí. -dijo entre lágrimas.
El muchacho débil se dejó hacer por Eli y esta corto con cuidado el hilo que cosía su boca, cuando el chico la abrió para dar un alarido de dolor, un enorme cuajo seco salió, resbalando terroríficamente por su barbilla, miro a Eli y le dijo.
-El ellll mamatadero, vevete yo yaa esssstoy muerto, nnnno me queda mucho, cooorre todo lolo lo que puedas...- este miro a Eli con horror y perdió la vida entre sus brazos.
Esto no podía quedar así, era evidente que les cosía la boca por si se transformaban, mientras ella estaba fuera. A pesar del dolor y la angustia Eli colocó al muchacho en el suelo del cobertizo, de manera que cuando la vieja abriera se le lanzará para morderla y darle su merecido a esa hija de puta. Lo dejo lo más incorporado que pudo, a pesar de no tener piernas un buen mordisco se llevaría. Fue un auténtico horror asimilar toda aquella grotesca escena, con los ojos llorosos Eli toco la mejilla del chico y cerró las puertas. Se dirigió a toda velocidad a la habitación, para cambiar su ropa manchada de sangre, guardo su ballesta cargada debajo de su almohada y espero, tenía que guardar la calma, esperar a vieja satánica y darle su merecido, rezo que Aiden estuviera bien, se tumbó en la cama y espero, no tardaría en aparecer pues empezaba a oscurecer.
Eli esperaba con su corazón bombeando fuertemente contra su pecho y sus sienes, entonces la vio emerger por el camino que conducía a la casa, se acostó a toda velocidad en la cama, se tapó y agarró fuerte la ballesta. La vieja abrió muy despacio la puerta de la habitación, río bajito y cerró de nuevo. Eli salto de la cama como si tuviera un muelle en el culo y pego la oreja en la puerta, espero, espero por segundos, minutos, tal vez hasta horas, escucho de nuevo los pasos de la anciana dirigirse hacia la habitación. Eli se hizo la dormida tenía que actuar como si nada.
Llamo levemente a la puerta y abrió,
-Hija, llevas todo el día dormida, es lo que tienen los embarazos jejeje, anda levanta y te preparo algo para cenar. - Eli dio una arcada al recordar el guiso estupendo con pierna de adolescente.
-Oh si ya voy, por cierto y Aiden?.- el silencio se hizo largo en el pasillo.
-No te preocupes joven, salió temprano para conseguirte medicación en el pueblo de al lado, quieres más guiso?. -de nuevo un arcada volvió a emerger, entonces Eli dijo recordando que a esas alturas el pobre chico ya sería un podrido.
-Me apetece algo nuevo, un filete de carne con patatas no estaría mal. - la anciana suspiró con pesadez y dijo:
-Claro!! Tengo carne fresca en el cobertizo, cortaré unas tajadas para ti y tu chico.
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Quedate conmigo
HorrorUna historia apocalíptica, en la que sufrirás por nuestros protagonistas, emoción, miedo, amor, tristeza. Déjate llevar por todo tipo de sentimientos, los zombis no siempre son el peligro.