Capítulo 14. Como él

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Divagando, estaba divagando en sus pensamientos. No sabía que más hacer para dejar de pensar en todo aquello que tenía acumulado en su mente. Desde la noche anterior no paraba de darle vueltas y más vueltas a todo lo que había ocurrido, sin llegar a una conclusión decente de nada.

Así que allí estaba, metida en su coche, sin haber avisado absolutamente a nadie, para dirigirse al pueblo.

Necesitaba hablar con alguien y la persona que necesitaba no era en este caso su mejor amiga como acostumbraba. Así que decidió, sin más, ir en busca del cobijo su madre.

A sus malditos veintisiete años iba en busca de su madre para pedir consejo y ayuda para ordenar todos aquellos pensamientos que invadían constantemente su cabeza, sin darle lugar ni tiempo a la concentración que requería para realizar sus labores académicas.

Ni siquiera el trabajo ni la lectura le ayudaba a no pensar y eso quería decir que era grave, porque su trabajo ocupaba el cincuenta por ciento de su pensamiento en el día a día, mientras que Clarke Griffin ocupaba el otro cincuenta, pero desde la noche anterior, la chica rubia de increíbles ojos azules ocupaba el cien por ciento de su mente.

Y ahí estaba otra vez, ni siquiera la radio a todo volumen le ayudaba a bajar el volumen a su cerebro. Necesitaba llegar ya.

Decidió centrarse en la música que sonaba por los altavoces del coche y cantar lo que le quedaba de camino, unos diez minutos, le ayudó a no pensar en demasía en todo aquello y lo agradeció. Más que pensar en el contenido propio de todo aquello que pasaba por su mente, mientras sonaban aquellas canciones en el corto recorrido que quedaba para llegar a su casa, con su madre, pensaba en como contarle todo aquello a ella, para que le ayudara, para que le diese aquella luz que siempre conseguía hacerle ver hasta en los momentos más oscuros, hasta en los momentos más frágiles, incluso para su madre también. Por muy abajo que estuviera, su progenitora siempre estaba dispuesta a alzar el brazo para sostenerla entre la muchedumbre.

Llegó por fin y rápidamente divisó a su madre en la puerta de casa con cara de circunstancia, seguramente porque no la esperaba.

No había avisado a nadie de que iba a ir a pasar el día en el pueblo, ni siquiera a su madre, por lo que se llevó una grata sorpresa al verla bajar del coche.

Solamente había dejado una nota en la nevera a Octavia, para que no se preocupara por su ausencia repentina, un papel que simplemente decía «hoy no me esperes por aquí, voy a pasar el día fuera». Quizá ni lo leería, pero prefería dejárselo y no jugársela a recibir un acoso telefónico por su parte.

Solo había una persona que sabía dónde se encontraba realmente. Antes de salir de la ciudad, le dijo a Clarke que iba a conducir, que iba a ver a su madre al pueblo, pero no le dijo para qué, simplemente le dijo que iba a hacerle una visita.

Seguía hablando con ella normal, como siempre, nada había cambiado en su forma de hablar con la rubia tras aquella noche, porque realmente todo fue terriblemente alucinante y le había encantado. Le había fascinado a la par que le había asustado.

Es que cuando estaba cerca de Clarke era todo maravilloso, claro que lo era, esa chica sacaba un lado suyo que estaba bien oculto, y lo hacía con una facilidad increíble y eso le asustaba. Le acojonaba de una forma bestial.

Y precisamente por ello, estaba allí, abrazando a Becca que seguía con su cara de sorpresa al verla allí.

– ¿Pero qué haces aquí, cariño? – Decía su madre mientras le cortaba un poco la respiración por el abrazo. - ¿Por qué no me has avisado? – Dijo mientras se soltaba del agarre.

Performance - Clexa AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora