Capítulo 21. «Inseguridades».

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Se despertó algo desorientada, sin saber dónde se encontraba. Entraba muy poca luz en aquella habitación y no sabía ni siquiera qué hora era, pero había mucho silencio. Entornó los ojos, abriéndolos muy despacio y lo primero que vieron sus ojos fue el rostro de la rubia frente al suyo, con los ojos cerrados y la respiración lenta y acompasada.

De repente recordó dónde estaba y por qué. Estaba en el piso de Clarke, durmiendo en su cama, porque había discutido con Octavia el día anterior. Se movió despacio y se quedó mirando al techo, resopló y volvió a girar la cabeza para observar el rostro de la masajista. Seguramente se quedó dormida en algún momento de aquel masaje que le regaló la noche anterior. Un escalofrío agradable recorrió su cuerpo al recordar las suaves manos de Clarke por su espalda y no pudo evitar sonreír al escuchar un breve quejido de la rubia justo en ese instante, que se movió un poco entre las sábanas hacia ella.

Le colocó con suavidad un mechón de los rebeldes tras su oreja, ya que se le había caído a la cara cuando se movió y no quería que se despertara aún. Se quedó unos segundos más contemplando su rostro mientras dormía.

Decidió que pasados esos segundos ya le había gastado lo suficiente su tez y se giró en busca del móvil que dejó la noche anterior encima de la mesita de la habitación de Clarke. Debía ser bastante temprano, porque entraba poca luz natural de la calle, así que se dispuso a mirar la hora para decidir si levantarse de la cama o quedarse un rato más al lado de la rubia.

Las 7:12 de la mañana. Justo en ese momento estaba amaneciendo.

Decidió quedarse un rato más al lado de Clarke, en su cama. Se estaba cómoda entre las sábanas y ella, y sabía que fuera de la cama haría un poco de frío, así que no era mala idea quedarse unos minutos más antes de levantarse.

Se percató al volver a moverse para quedar de nuevo cara a cara con la rubia de que no llevaba su camiseta puesta y se enrojeció un poco a pesar de que nadie la veía en esos momentos, porque Clarke estaba en su dimensión de los sueños y tenía la corazonada de que no iba a despertar precisamente pronto. Volvió a recordar cuando la masajista le pidió que se tumbase sin camiseta y no pudo evitar reír por dentro por el momento, ya que la de ojos azules parecía nerviosa por la petición a pesar de haberla visto aquella misma tarde desnuda completamente.

Otro escalofrío de los agradables al pensar en aquella tarde.

Le vino a la cabeza una pregunta que ya le había rondado anteriormente varias veces. ¿En qué punto se encontraban? No eran amigas, eran algo más que eso, pero tampoco eran pareja. ¿Quería avanzar con ella? Su respuesta era sí y, teniéndola justo al lado, durmiendo, su respuesta era un poco más rotunda. ¿Tenía miedo? Su respuesta también era sí, tenía miedo, ¿y si ella no quería avanzar más y era más simple? ¿Y si Clarke solamente la consideraba amiga con la que poder acostarse? Un pinchazo desagradable apareció en su vientre al pensar en aquellas posibilidades en las que la rubia no quería avanzar un poco más con ella, en las que las posibilidades solamente fuesen un par de polvos y ya está, nada más, una chica más en su vida.

Suspiró, intentando evadir aquellos pensamientos porque no le venían nada bien teniendo también el tema de Octavia rondando en su cabeza continuamente.

Hacía bastante tiempo que no se sentía así de insegura, pero los últimos acontecimientos en su vida no le dejaban avanzar de forma segura en su vida, se lo empezaba a cuestionar todo, sin querer cuestionarse nada.

Volvió a suspirar y miró de nuevo a Clarke para sacar de su mente los pensamientos negativos y las inseguridades, le acarició un poco la mejilla, con la yema de sus dedos de forma suave y delicada y decidió que se levantaría para preparar algo de desayuno para ella y las demás, que seguramente también estarían durmiendo.

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