11.

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-señorita ámbar... o ámbar ¿Cómo prefiere?- esbozo una pequeña sonrisa para alivianar un poco la expresión de ella, pero solo logro que la chica hiciera una mueca y levantara una de su cejas.

-lo que sea que me tengas que decir te lo guardas- abrió su boca para decir algo, de verdad era una insolencia muy grande para con un adulto y más si este era uno de sus mayores. Antes de poder hablar diviso rápidamente como la puerta se cerraba enfrente de sí y con un movimiento rápido la detuvo con la palma de su mano. Suspiro ahora con expresión seria.

- ¿podemos hablar?- ella solo apretó sus labios.

-no- en su cabeza no perdería su tiempo con la antigua servidumbre.

- por favor- insistió y ella suspiro.

- ¿Por qué? Ve a hablar con luna- percibió un atisbo de... ¿angustia? ¿Envidia? ¿Las dos?... cambio la formulación de sus palabras.

- debemos hablar- ella suspiro y se cruzo de brazos, se quedo pensativa y luego se encogió de hombros

- como queras- acepto que esa sería la respuesta que recibiría, pero estaba conforme.

-¿puedo pasar?- alzo su palma derecha señalando adentro del cuarto y la menor rodo sus ojos, para ella podían hablar así, en la puerta y tampoco debía tener el mínimo de educación. Pero al final acepto.

Camino unos pasos adentro de la habitación deteniéndose en el medio de esta, ella se sentó en cama y luego se tumbo en esta dejando sus pies apoyados en el piso. Le miro a los ojos marrones y abrió exageradamente sus ojos para animarle a hablar. Volvió a suspirar y tomo aire.

-A ti te pasa algo- dijo directo al grano y simple.

- me pasan muchas cosas al día- aplano sus labios desinteresada- ¿a qué te pensas referir vos?

Poso sus manos en su cadera y camino un poco en círculos tratando de hallar las palabras correctas, al fin se acerco un poco a los pies de la cama, señalo con su cabeza la esquina de esta para poder sentarse, ella volteo la cara, pero igual se sentó en aquella esquina.

-soy padre, ámbar. Aunque los hombres no tengamos siempre las palabras sabemos que algo les pasa a las mujeres a pesar de que lo nieguen o lo eviten... más me doy cuenta si se trata sobre mi hija-

-andate con tu hija- lanzo una risa sin carácter de humor y se levanto rápidamente dándole la espalda- ¿Qué haces acá, miguel? Mira, si venís a preguntarme si luna tiene novio, se escapa o perdió la virginidad... no sé, así que te podes ir- tenía una sonrisa sádica, irónica.

Giro a verlo con la sonrisa en la cara, la veía sin ninguna expresión.

-oh vamos, era un chiste... pero de verdad ni idea- miguel apretó los labios, sabía que sería difícil pero no tanto.

-es enserio... cuando te digo esto es porque sé que algo te pasa- hizo una pausa- luna tiene una personalidad marcada y cuando hay algo diferente lo sé-

-¿y eso que tiene que ve conmigo?-

- porque tú eres diferente a ella, tan bien tienes una personalidad muy marcada y te noto... desequilibrada- ella se sentó a su lado, no para escucharlo, le parecía estúpido lo que decía, sino para ver si lo que decía el mismo se lo creía- antes de que su madrina se fuera también estaba diferente ¿se acuerda aquella vez que comió en el comedor de la servidumbre y su madrina la reto?- ella sintió sin entender- estaba diferente, se le enfrento.

-era nuestra relación- justifico.

- sí, se veía que no era la más armoniosa, pero no por llego a enfrentarla de aquella manera, usted nunca hubiera querido comer allí por gusto propio, algo paso... y ahora, ahora está más agresiva, antes solo nos evitaba con una sonrisa y listo- ámbar lo miro sorprendida – era obvio para nosotros como adultos, no se imagina la cantidad de interrogatorios que evite por ese tipo de sonrisas- lanzo una pequeña risa- lo que digo es que esta diferente y creo que hay mas allá que la partida de su madrina y el cambio de vida.

Bajo la lluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora