Bien.
Ok.
Respira lento y profundo...
...
...
¡NO! ¡NADA ESTA BIEN!
Había empezado a hiper ventilar, tomo el borde de la mesa mientras su mirada se perdía en la persona del frente, sus facciones. ¿mentía?... No.
Ella sabía como hacerlo, este hombre no estaba mintiendo, claro, a menos de que fuera una especie superior en ocultar emociones. Él la miraba preocupada, su ojos mostraba miedo. Y no, tampoco podía decir que mentía si tenía varios indicios totalmente visibles de su parentesco, ojos azules bastantes claros, podría decirse que hasta más que los de ella, cabello rubio canoso. Pocos indicios, pero con eso creía un poco en su palabra.
–Ámbar, ¿estas bien? –
– ¿me ves bien? – dijo entre dientes. Por supuesto que no estaba bien, le acababan de decir que enfrente esta su familia biológica, quería encontrarla, ¿pero como reaccionar? ¿Cómo saber si es verdad?
–¿Querés seguir? – lo miró atenta, su expresión preocupada no había cambiado, el nerviosismo de ella tampoco. Lo peor de todo es que no podía pensar con claridad.
Se calló observándolo, meditando y calmando su mente, aclarando sus ideas para dar una respuesta. Quería seguir, quería saber, eso estaba claro, ella misma lo había buscado, pero no sabía si estaba lista, no sabía si iba a estarlo. Vio alrededor, Simón la miraba curioso, ninguno de los demás le prestaban atención, pero que Simón ya le haya puesto el ojo significaba preocupación, él iba a insistir le hasta el cansancio que le explicará. Y otro tema mas para toda la niebla que llevaba en la cabeza. Sacudió esta y volvió a enfocar a Antonio, probablemente si no era ahora no era nunca.
– Sí. – dijo a la vez que asentía con la cabeza – Quiero que sigas, solo que... – abrió un poco sus ojos instando a hablar – Empieza, yo te iré preguntando –
– Me parece bien... ¿Qué querés saber primera? –
–No sé, no sé... Contá la historia en orden y ya– respondió fastidiada.
– hmn, bueno, empecemos con tus padres... Tu madre se llama Silvanna y tu padre Dario, como te dije hace un rato. Ellos te tuvieron cuando aún eran muy chicos, Dario tenía 17 años y tu madre unos 15 años, sí no me equivoco. Recuerdo que eran muy problemáticos juntos, hubo un momento en el que se veían y discutían, por eso decidieron terminar, prefirieron separarse antes que terminar odiados –
–por lo que decís ya se odiaban– hablo ella un poco ida por saber la relación que mantenían sus padres, un pequeño nudo empezaba a formarse dentro de su garganta, entendía como se debieron de haber sentido ellos, ella misma lo sintió con Matteo.
–no, realmente no se odiaban. Pero dejaron de entenderse, no siempre fue así, creo las circunstancias los cambiaron –
– ¿de que circunstancias hablas? –intrigada preguntó, quería saber mas de las personas que le dieron la vida, tenía el derecho y necesitaba entenderlos.
– tu madre era de una buena familia, no rica, pero llena de valores, eran la típica familia del barrio. Un negocio familiar, mientras los hombres eran carpinteros y tapiceros las mujeres hacían comida, la vendían, su casa esta ambientada para ello, pequeño pero hogareño; ibas a comer allí y era como estar en tu propia casa. – sonrió, recordaba cuando su vida era tranquila y ámbar deseaba haber tenido esa mirada por sobre alguno de sus recuerdos. – su familia tiene dos hijos varones y tres mujeres, la menor es tu mamá.