Estaban sentados, el señor Alfredo prefirió ir al comedor, así lo hizo ver cuando dio una mirada de muerte a Simón y luego una significativa Ámbar para girarse e ir a las sillas. Él se colocó en la cabecera, Ámbar en su puesto de siempre y Simón a su lado.
- Explícame porque no entendí - exigió en tono neutro, cruzo los dedos de su mano y colocó su barbilla sobre ella - ¿Escuche bien?
Simón traga en seco, consciente de que lo que le decía la rubia no pareciera tener cuerpo, se esperaba algo muy diferente. Sí bien no creía que al mayor le emocionará la idea, pensaba que lo dejaría pasar al ella ser mayor de edad y él teniendo una necesidad, mas no esta expresión dura de descifrar.
La argentina rueda los ojos, él la miró curioso, ¿que era esa reacción?
- Nah, no empeces, vos sos el primero que aprobaría esto - contesta algo fastidiada, Simón no creía que ella le respondiera así, y se asustó un poco mas al ver al señor hacer una mueca que no supo como describirla.
Pero de pronto, su mirada recayó sobre el joven, ¿Qué le diría? se preguntaba... Y de un momento a otro todo cambio, pudo escuchar y ver el fuerte brote de la carcajada, ¡Alfredo reía!
Volteo a ver a ámbar anonadado, se sorprendió de verla negando tenuemente con su cabeza mientras se le asomaba una pequeña sonrisa en su rostro.
- ¡Dame nietos, lo único que pido! - dijo en su euforia a lo que ambos se apresuraron en negar.
-tenemos como una hora, ¡calmate! - saltó ámbar mientras Simón intentaba articular al menos un no....
-Señor, señor Alfredo me halaga pero...- dejo al aire tratando de que se sobre entienda.
- Bueno, no pueden culparme, soy entusiasta - alegó encogiéndose de hombros, pareciendo inocente al dejar un poco su gracia.
- Bueno, ya, al punto. Eso no es en sí lo que quería decirte - comentó la rubia siendo la primera de los dos en reparar su estado de shock.
- O sea sí, pero no -acompañó acompañó el mexicano a lo que ámbar le tiro una mirada de "Cállate, mejor Cállate"
- bien, como decía - volvió a su postura y el anciano se recargo en el respaldar con una pequeña sonrisa - Simón y los chicos, Pedro, Nicolás y Matteo. Vos los has visto. Se quedaron sin casa, Gary, mi jefe los saco del departamento donde vivían porque simplemente no quería tenerlos a ellos de inquilinos, los echó... En resumen, necesitan una casa y quería que vos se las dieras - Alfredo se sorprende ante ese pedido, mas no parece molesto, sino curioso.
- decís que no serían solo ustedes dos... - los señala.
- aja - asiente despreocupada, como si todo fuera fácil. Simón vio que estaba realmente confiada, como si conociera al señor como la palma de su mano, y es que Ámbar Smith no daba pasos en falso.
- Cuatro hombres y una mujer... Que desmadre - susurra, pero es alcanzado a oír.
- Abuelo, sabes muy bien que yo pondría el orden - acotó intentando convencerlo. Simón no había hablado, pero entonces decidió que era momento
- Podemos pagarle un alquiler - sugirió decido, tampoco es que desde el principio buscará vivir de a gratis, si se daba, bien, pero todos cuatro estaban dispuestos a pagar si era necesario, lo cual siempre fue el primer plan.
Ámbar no discutió lo que dijo, pensó que aunque si ese no era el plan uno de ella, podría funcionar, confiaba en que sí su abuelo aceptaba no les cobraría una cantidad exorbitante.