23.

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– Bonita... – llamó suave, queriendo que al menos la chica lo mire.

Después de despedirse de sus amigos había decidido ir tras de ámbar, sabía que ella no estaba bien y él solo deseaba ser su hombro, mostrarle que él estaba allí, con ella.

Ella volteo a verle, le dedico una mirada vacía y vidriosa, para luego volver a mirar al frente.

– no quiero hablar, Simón – dijo simplemente sin mirarlo, queriendo que él crea lo insignificante que podía llegar a ser para ella, aunque claro, eso ni la misma chica se lo creería.

– si las cosas no se hablan, uno se envenena – ¿envenenar? Quien sabía de esto, ella.

– Por Dios, boludo, estoy envenenada desde antes de nacer –  sonreía con ironía, tan vacía, tan falsa, tan esquiva como hace mucho tiempo no era con él. Pero, en cierta parte, en bastante tenía algo de razón. Razón por como se sentía, por lo sola, lo vacía, lo desafortunada que se sentía.

Porque si, a estas alturas, de saber lo que le esperaba, hubiera preferido mil veces la familia que la fortuna.

Ámbar Smith ya no era la misma, en meses había aprendido tantas cosas, porque no era en sí el tiempo, Sino los sucesos que vienen pasando, aveces estos son definitivos, te hieren, te cambian, te ciegan. Hoy es de esas noches en que no se deja de pensar en cada una de esas dificultades.

Simón decidió caminar a su lado, sin hacer otra pregunta o esfuerzo que intentará matar la curiosidad por saber que le pasaba. Pensó que de esta manera sería mejor, dejar que ella entrará en confianza, porque eso era lo que el tenía que lograr, ya que, a pesar de que ya habían tenido sus momentos de sinceridad, esta había sido un poco agresiva, defendiendo sus posiciones, no solo dejando contar todo, sino queriendo demostrar mas fuerzas, como dos huracanes que se enfrentan, de polo a polo.

No, eso no es posible.

Por qué él realmente solo es una pequeña llovizna comparado a la gran tormenta de su acompañante. Lo problemas son graves para cualquier persona, se podría pensar que todos los problemas fueran de la índole que fueran son graves, sin juzgar, porque para cada quien estos son difíciles de afrontar asi sean extremos o no. Pero la realidad es que si hay unos que pueden afectar mas que otros, no es depende la persona, a la que toca toca; depende de la fuerza que te cae y como por consiguiente, la llevas.

A ella le cayo desde su nacimiento, tuvo problemas desde ese entonces, no era ni enfermedades, ni dificultades económicas, ya que al final pudo conseguir oportunidad en esta última. Pero, ¿Qué se sacrifica por el tan aclamado dinero? O mejor dicho, ¿Qué le sacrificaron a ella?

Su felicidad.

El amor.

Los valores.

Porque todo esto te lo puedo ofrecer, brindar o por mala suerte quitar tu familia. A ella no le permitieron gozar de ese privilegio, la poca felicidad que ha conseguido a lo largo de su vida se ha basado en intentos por conseguir el orgullo o atención de la mujer que la crió. Y sí, la felicidad son momentos, pero la felicidad no la creas, permites que entre. A ella sin su consentimiento, le dieron una vida que fue guiada por el rencor y la amargura, fue la que le tocó.

Pero no todo no ha sido malo, entre tanta oscuridad, hubo momentos que la hicieron sonreír en verdad, que la llenaron de orgullo a si misma, que la hicieron descubrir cosas maravillosas, sensaciones nuevas. Todo esto, porque es lo poco que se ha permitido sentir por consecuencia de su rota y vacía crianza.

Simón, por otro lado, también tiene problemas, en un porcentaje también se encontraba roto, pero de alguna manera, o por alguna bendición, esta lleno de amor. Que aunque este alejado de su familia, no sepa por donde comenzar su carrera profesional y ni tenga un techo propio, tiene la sonrisa para dar la cara, y no es un talento, menos un don, es una costumbre, una enseñanza impartida desde las acciones hasta las más pequeñas palabras. Él sabe, o lo intenta, que a pesar de lo caído que esté, esto no es un error, que el error esta en dejarse vencer, en dejarse llevar, así que aunque no tenga las ganas de levantarse y sonreír, lo hará, porque como lo es el perdón,  seguir no es una emoción, es una decisión.

Bajo la lluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora