Capítulo 4*

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Pasaron los días, Lizzie escribía por las mañanas al recibir novedades de su marido; Darcy respondía por las noches, tras leer la carta de su esposa, el único momento del día agradable para él después de trabajar toda la jornada fuera de casa visitando las minas, la fábrica de telas, la de porcelana, la florería y el invernadero de la Sra. Darcy. El Sr. Boston y Bingley lo acompañaron y lo apoyaron en todas las marchas, en diversas ocasiones se entrevistó con el Sr. Willis en su despacho y visitaron la fábrica de porcelana juntos para evaluar una posible ampliación, dada la creciente demanda del producto en distintas ciudades.

En Londres, Georgiana acompañaba a Lizzie durante el día mientras los primos jugaban en el salón de juegos o en el jardín, en los columpios que hacía poco habían colocado, cuando el clima era agradable. Las Bennet llevaban más de una semana de visita, en tanto terminaban las compras pendientes, Mary se escapaba a la Biblioteca Británica para seguir con la investigación mientras Kitty y su madre visitaban su parque favorito, el Hyde Park, ya que por su extensión y excelente mantenimiento era muy visitado por los londinenses.

Dos días antes de la partida de las visitas, en el desayuno, el Sr. Churchill se acercó a su ama con una charola de plata y una tarjeta. Ella la tomó, la leyó y le indicó:

–Por favor entregue la tarjeta a la Srita. Mary.

–¿Para Mary? ¿Será del Sr. Posset o del Sr. Lauper? –inquirió Kitty con imprudencia.

Mary se sonrojó mientras cogía la papeleta y la leyó, descubriendo que su novio solicitaba una audiencia con ella a medio día.

–¡Vamos! ¿De quién es? –preguntó la Sra. Bennet con impaciencia.

–Por supuesto que del Sr. Posset –aclaró Mary.

–Entonces el Sr. Lauper no podrá gozar hoy de tu compañía –se burló Kitty–. ¿Quieres que te disculpemos con él y le expliquemos los motivos de tu ausencia?

Mary lanzó una mirada que exigía el silencio de su hermana.

–Pensé que iba a venir hasta mañana –indicó la Sra. Bennet.

–Eso demuestra el gran interés que tiene hacia su futura esposa –declaró Kitty.

–Ya quedamos con la Sra. Gardiner de visitar... Pero Lizzie puede hacer las funciones de carabina. Lizzie, tal vez podamos invitar al Sr. Posset a cenar y aprovechar para ultimar los detalles de la boda, yo creo que no lo veremos sino hasta muy cercana la fecha y quiero pedirle el dinero del vestido de Mary que ya recogeremos mañana, aunque si nos lo permites lo podremos dejar aquí para recogerlo cuando viajemos a Escocia para el evento.

–Pero ¿acaso vendremos a Londres antes de viajar a Escocia? –indagó Kitty.

–Solo son veinticuatro millas y así Mary podrá despedirse de Lizzie. Después de la boda será difícil que Mary nos visite.

La Sra. Bennet continuó con su perorata y no le permitió a Lizzie ni siquiera protestar por la función que le había encomendado, por lo que se resignó a cumplirla con el deseo de aprovechar la oportunidad para conocer mejor al futuro marido de su hermana.

Al concluir el desayuno, la Sra. Bennet y Kitty partieron y Mary permaneció en el salón de juegos, esperando el arribo de su prometido, en compañía de Lizzie, Georgiana y sus sobrinos.
Mary se mantuvo ajena a la conversación que sostenían animadamente Lizzie y Georgiana, mientras jugaban con sus hijos sentadas en el suelo. Christopher y Matthew gateaban por todo el salón en busca de cosas interesantes, tratando de ponerse de pie asiéndose fuertemente de los muebles para no caer en el intento, pero se desplomaban al suelo cuando algo había llamado su atención y estaba fuera de su alcance para tratar de alcanzarlo y saciar su curiosidad al cogerlo, sentirlo, observarlo entre sus dedos y probarlo con la boca. Rose permanecía sentada junto a su madre, quien estaba vigilante a que no cayera, ya que estaba en el proceso de dominar esa destreza, entreteniéndose con alguna muñeca o una pelota que sus primos lanzaban. Pero no todo fue felicidad y la paz fue interrumpida por el llanto de Matthew, quien se pegó en la frente con la orilla de la mesa haciéndose una herida.

LOS DARCY: UN AMOR A PRUEBA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora