Capítulo 28: La amenaza.

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Horas más tarde estamos en el hospital esperando noticias sobre Sebastián, su madre no deja de llorar al igual que sus hermanas. Federico no puede ni mirame, según mí suegro es porque se siente culpable ya que él insistió a Sebastián que acepte la carrera a toda costa. 

Yo ya no puedo llorar solo rezó porque él se encuentre bien, Alex y Frederick no se separaron de mí lado en ningún momento y Jeremy, Máximo y Javier estaban en la carrera y también están aquí en el hospital.

Aparece un médico seguido de una enfermera.

- Familiares de Sebastián Brown?- pregunta.

- Soy su esposa.- digo poniéndome de pie de un salto.

Él médico me observa con los ojos muy abiertos, desconfiando de mí palabra.

- Exactamente,- confirma mí suegro.- ella es la esposa de Sebastián. Y nosotros,- señala a su esposa.- sus padres.

- Lo siento, no sabía que estaba casado.- se disculpa conmigo.- El señor Brown está fuera de peligro, tiene una fisura en una pierna, dos costillas fracturadas y muchos moretones. Además del golpe que recibo en el cráneo tuvimos que dar sutura al corte que le provocó el casco.- nos informa sin dejar de observarme.

- Puedo pasar a verlo?- preguntó con los ojos anegados de lágrimas.

- Claro, él todavía está inconsciente. Pero pueden pasar, aunque háganlo solo de a pocos por vez, no todos juntos.- nos pide.

- Gracias,- no sé de dónde sale mí valentía para afrontar esto, y hablar sin derrumbarme con el médico.

Miro a todos los demás y ellos asienten para que yo vaya primera a verlo. La enfermera me guía a su habitación.
Entro y no puedo evitar echarme a llorar al ver su cabeza vendada, su pierna enyesada y las vendas rodeando su pecho. Ni que decir de todos los hematomas que están aflorando.

- Esperamos que el despierte pronto señorita Stanley.- dice la enfermera. Yo la miro extrañada.- Soy una fanática de vuestra historia.- se explica.- Me da mucho gusto que se hayan casado, hacen una hermosa pareja y siento de verdad todo esto.- con esa frase sale de la habitación dejándome a solas con Sebastián. 
Me acerco a la camilla y me parece mentira verlo así, tan sereno. Y por algún motivo me parece diminuto, lo cual es irónico porque me supera por mucho en tamaño.

Dejo que mis lágrimas fluyan sin poder dejar de observarlo cuando me doy cuenta ya han pasado casi quince minutos y se que el resto también quiere estar con él.

- Mí amor, ahora pasará el resto de tú familia a comprobar que estás bien. Pero yo no me voy a ir, me quedaré aquí en el pasillo hasta que pueda volver a entrar.- le doy un beso en la mejilla.- Despierta pronto, te amo.

Salgo de la habitación y voy con el resto de mi familia.

- Cómo está? Despertó?- mi suegra está desesperada. Yo niego con la cabeza y le hago una seña para que entre a la habitación, antes de volver a ocupar mí asiento en la sala.

Unas pocas horas más tarde...

- Estás segura? Sería mejor que descanses, al fin y al cabo estás embarazada.- dice mí suegro.

- Es mí esposo y yo me voy a quedar con él, no pienso separarme de su lado, les guste o no.

Llevamos unos diez minutos discutiendo por que dije que me quedaría con Sebastián hasta que despierte. Y a ellos no les agradó la idea ya que estoy embarazada.

- Puedo hacer que pongan otra camilla en la habitación así ella también descansa.- se ofrece Jeremy. Quien a creado un vínculo con los directores de la clínica, ya que aquí se encuentra Verónica.

Malditas Vegas, Maldito Alcohol, les doy gracias por esté Amor (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora