Capítulo 29: La vecina.

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Día 2 desde que Sebastián despertó.

No pude volver a entrar a su habitación. No se sentía correcto. Sé que en algún momento va a recordarme, LO SÉ. Tuve suficiente tiempo para pensar y reflexionar, no debo de abatirme, él se recuperará y me recordara. Sé que eso ocurra en cualquier momento, su progreso es muy favorable; recordó que se acaba de mudar, y se negó a ir a casa de sus padres cuando le den el alta, y eso será mañana. 

Quiere estar en su hogar, sin que lo estén sobreprotegiendo y como su familia sabe que yo estoy cerca lo van a dejar, lo que ellos no pensaron es en cómo me siento. 

Temo el hecho de tenerlo cerca, me contuve estos dos días para no entrar a su habitación en el hospital, porque tengo miedo de no contenerme y decírselo todo. Desde entonces me limito a ir y quedarme en el pasillo. El problema van a ser los periodistas, estamos tratando de que él no vea televisión y tampoco lea diarios sí lo hace se enterará de la boda y del embarazo y eso sería presionar su mente demasiado.

Su familia, los médicos y enfermeros sienten pena por mí así que me mantienen informada sobre todo, principalmente luego del ataque de nervios que sufrí el día que despertó, el cual entretuvo a todo el hospital, tuvieron que sedarme y dejarme cuatro horas internada. Luego Alex (quien ya sabía todo por Jeremy) me trajo a casa y no se separó de mí lado.

Me siento un estorbo, ella también está en estado y formó una familia con Frederick y yo no hago más que estorbar en su relación. No porque mí vida sea un desastre la de ella debe ser igual.

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Es el día. Estoy sentada afuera de casa emocionada por verlo llegar. Jeremy y Frederick amenazaron con demandar a todos esos malditos buitres si se atrevían a volver a pisar estos lares, al parecer la amenaza tuvo efecto por que no vi a ninguno por aquí en estos días.

El auto llega y mis suegros bajan, y se dirigen a la parte de atrás para ayudar a Sebastián.

Él desciende casi sin problema, se queda parado con las muletas y observa la casa frente a él, y yo lo observó a él, estoy tan feliz de que esté bien. Estoy tan embobada mirándolo que no me di cuenta que él está haciendo lo mismo conmigo. Cuando lo noto él me sonríe, y yo siento mariposa revolotear en mí estómago y ganas de correr a sus brazos, las cual contengo, limitándome a saludarlo con la mano.

Veo como luego de eso todos entran a la casa y yo los imitó.

- Bueno pequeña Julie,- digo en voz alta para mí misma mientras toco mí vientre.- no fue tan malo.

Estoy en mí oficina retocando unas fotos que me envió mí jefe cuando escucho el timbre, lo cual me parece extraño porque nadie de mi familia y amigos parecen saber qué es eso.

- Si es un maldito periodista juro por lo más sagrado que lo amasijo.- digo en voz alta y notoria mientras voy a abrir la puerta.

- No soy un periodista, pero si molesto ya me marchó.- dice Sebastián.

Mi corazón se detiene por un instante, creo que voy a llorar. Él está aquí, no lo puedo creer.

- No, no.- respondo conteniendo mis emociones antes de parecer idiota.- Sebastián, me alegro tanto de verte bien.- digo sinceramente haciéndolo sonreír.- Puedo hacer algo por ti?

- Cuando llegue te reconocí del hospital y le pregunté a mis padres, ellos me dijeron que eres mi vecina. Guau, soy vecino de una de las modelos más famosa qué existen.- se ríe, haciéndome contener un suspiro.

- Ayy, por Dios no digas eso. Tú eres Sebastián Brown.- digo dando por hecho lo obvio.- Yo pasaré de moda, tú ya eres leyenda. Pero no te quedes ahí parado, por favor entra.- me hago a un lado y abro bien la puerta para que pase con las muletas.

Malditas Vegas, Maldito Alcohol, les doy gracias por esté Amor (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora