8. Eres terca, Elly.

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Afraid.

Viernes, 17 de noviembre de 2017.


—¿Seguro debes colgar ya? —Cuestionó Becca sonando decepcionada del otro lado de la línea telefónica.

—Si Becca. Están llamando a mi puerta—Respondí, mientras salía de la habitación.

Era ese el detalle. No me sentía cómodo rindiendo cuenta y explicaciones, cosa que ella notaba y le preocupaba. Ella sabía que mientras no existiese esa confianza de mi para con ella, no surgiría algo más entre nosotros. Y yo, tampoco quería buscarle una y mil explicaciones a ese asunto, pues es simple de entender: Si no fluye, no debe forzarse.

—Está bien, Danger—Suspiró—Te veo pronto. Te quiero.

Sin esperar que la llamara finalizara, aventé el teléfono al sillón que se encontraba en el centro de la sala y me apresuré a la puerta principal para ver por la mirilla de quien se trataba.

Era Elly. Sentí el peso de mis palabras y de mi compromiso caer sobre mí y fue una sensación un tanto extraña. Mis acciones fluían con naturalidad, sin necesidad de pensarlo mucho. Y eso, no sabía si era bueno o malo.

La miraba lejana, solitaria y con ganas de comerse al mundo así fuese sola. Me generaba curiosidad y a la vez ganas de apoyarla. Así, sin más. Solo sabiendo su nombre y mirando la manera en como había estado a la altura de todas las tareas que se le asignaban en el club. Se notaba que ella estaba por una u otra razón, saliendo de su cascaron. Un cascaron que la atoraba y no la dejaba crecer, pero que a fuerza de su voluntad e inocencia, se estaba resquebrajando para dejarla expandir esas alas que ella tanto se esmeraba en hacer revolotear.

Abrí la puerta y me crucé de brazos ante ella.

—¿Era necesario que pasaras una noche entera durmiendo sabrá Dios donde? —Cuestioné— Eres terca, Elly.

—Yo cambiaría ese "terca" por "pensativa"

—Añadiré ambas a la lista.

—¿La lista? —Preguntó ella con notable confusión en su voz.

—La lista de cosas que conozco de ti.

—Y deberás agregar "negociadora" —dijo a la vez que elevaba a la altura de mi mirada, cuatro bolsas repletas de compras.

—¿Qué coño es esto?

—Necesito que por un momento hagas silencio y entiendas mi punto. En caso de que no lo hagas y por ende no aceptes mi propuesta, me tocará marcharme.

Asentí—Háblame entonces sobre tu punto y tu propuesta.

La castaña era terca, y eso ya lo sabía.

—¿Crees que es tan fácil como venirme aquí a tu casa y ya? ¿Sin más?

Suspiré antes de mirarla con una expresión irónica en mi rostro.

—Cierto que eres mujer y tienes el don de complicarlo todo con teorías conspirativas y extremistas.

Ella bufó en respuesta— Cierto que tú eres hombre y crees que en la vida todo es tan fácil como aparenta ser.

—Te equivocas Elly. Soy hombre, sí. Pero no soy tan básico como estas suponiendo. Madurez le llaman.

—Pues para la madurez que alegas, tienes un concepto muy básico de las mujeres.

Entre tu luz y mi sombra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora