Afraid.
Viernes, 12 de enero de 2018.
Cerré la llave de la ducha y me sentí renovado luego de un relajante baño con agua caliente.
Me gustaba pensar que una parte de mí drenaba durante el entrenamiento y que otra parte lo hacía en la ducha. En ese momento cuando el agua comenzaba a caer y mis ojos se cerraban instintivamente. Justo en ese momento.
Salí de la ducha, tomé la toalla y comencé a quitar el exceso de agua. Anudé la toalla en mi cintura y caminé hasta mi habitación. Unté un poco de desodorante y rocié perfume en mi cuerpo. Me coloqué ropa cómoda y fui directo a la cocina a preparar algo de comer para así recuperar energía.
Mientras calentaba el café, mi teléfono comenzó a sonar anunciando una llamada. Era Elliot.
—Miren quien apareció—Bromeé al atender.
—No quiero sonar como un marica, pero, ¿Si no te llamo, se te olvida que existo?
—He andado un poco liado Elliot. —Me excusé.
—Bueno, sin importar cuando liado estes, te espero hoy en casa. —Decretó.
—¿Y la cita a que se debe? —Pregunté.
—A que llevamos un par de semanas sin reunirnos a beber cervezas mientras pateo tu trasero en los videojuegos.
Reí ante su comentario y aún sabiendo que él no me miraba, asentí.
—Suena bien—Acepté—Necesito un par de ellas.
—¿Pateadas de trasero?
—Cervezas.
—Bueno, te espero acá.
—Bien.
Finalicé la llamada y apagué la cafetera la cual no paraba de pitar. Vertí un poco de café en una taza, y en un plato, serví un poco de huevos revueltos y tostadas.
Me senté a comer y con el mando a distancia, desde la mesa buscaba algún programa entretenido de televisión. Nunca había sido una persona de mucha televisión, sin embargo, de vez en cuando me gustaba echarle un vistazo a ver si encontraba algo de mi agrado. Pocas veces ese era el caso.
Mi trabajo como guardia de seguridad, cada vez disminuía más, pues mis jefes estaban muy contestos con mis balances administrativos y cada vez tomaban más en cuenta la idea de promoverme a administrador encargado del negocio. Era una idea que no me gustaría desaprovechar, aún y cuando me restaría tiempo para dedicarme a mi propio emprendimiento. Eché un vistazo al extremo izquierdo de la mesa y observé todas las cuentas que me había tocado cuadrar. Todo el trabajo estaba listo, me había encargado de ello la noche anterior.
Se me ocurrió que luego de llevar los balances, podría pasar visitando a Elly por el trabajo y de allí, irme directo a casa de Elliot. En efecto, así lo haría. Cumpliría con el trabajo, vería a Elly, y por último, compartiría con Elliot luego de semanas sin verlo. Aún y cuando él siempre había sido un buen hombro en el cual apoyarme, quise tomarme unos días solo para mí como solía hacer cada fin de año. Aunque llega el momento en el que debemos detener los patrones de conducta cuando esas acciones están a punto de destruirnos a nosotros. Torturarnos con perdidas irreversibles y sucesos imborrables, también son unos de esos patrones de conducta peligrosos que debemos evitar. Es difícil, pero necesario Y en eso, Elly había sido mi mejor maestra.
***
Luego de dejar los balances de cuentas en el negocio y darle una pequeña detallada explicación a mi jefe, encaminé el auto en dirección al centro comercial donde trabajaba la castaña de ojos avellanas a la cual iría a ver.
Decidí no avisarle que iría y así llegar de sorpresa. Las sorpresas no siempre eran una buena idea, pero me gustaban los leves riesgos. Ese sería uno de ellos.
Luego de aparcar el carro, caminé directo a la tienda donde Elly trabajaba. Aún y cuando me faltaban recorrer algunos pasos de distancia, a través de los cristales de vidrio podía divisar a una Elly muy atenta y simpatica con una chica que estaba atendiendo.
Ella era realmente buena para atender al público. Ella transmitia paz y confianza, el duo perfecto para trabajar en atención al cliente.
Crucé la puerta de entrada y me mantuve a un lado. Ella no se percató de mi presencia en el momento, sino algunos minutos después, al terminar de atender a sus compradores y cuando lo hizo, caminó hasta a mí y me sonrió.
—Buenos días, me llamo Elly, ¿En qué puedo ayudarte?
—Buenos días señorita Elly. Mi nombre es Afraid—Ladeé mi cabeza, luciendo un poco pensativo y sonreí. —En realidad, me hace falta una compañera en casa y preferiblemente que prepare un excelente pastel de chocolate, pero en vista de que en ese caso no puedes hacer mucho por mí, creo que con una corta y amena charla me vendría bien su ayuda.
—¿Eres o te haces? —Preguntó ella a la vez que entrecerraba sus ojos y me regalaba un vistazo de sus largas y oscuras pestañas.
—¿Qué?
—Así de payaso—Espetó con gracia.
—No he notado el chiste.
— "En realidad, me hace falta una compañera en casa y preferiblemente que prepare un excelente pastel de chocolate" —Citó a la vez que fingía imitar mi voz.
Ambos reímos y la miré a los ojos.
—Repito. No he notado el chiste. Eso en definitiva no es un chiste, es una realidad.
La respuesta de Elly se quedó guindada en su boca. Se puso pálida frente a mí y su mirada permaneció fija a un punto tras de mí. Volteé y deseé que el presentimiento que tenía, no fuese correcto.
—Dame un momento. —Susurró temblorosa Elly.
La miré ir hasta donde se encontraban las chicas y volví mi miraba a atrás. El mal presentimiento se hizo más fuerte y suspiré.
Elly volvió y se acercó a mí, llevando su pequeño bolso a cuestas sobre su hombro.
—¿Estás muy ocupado?
Negué con la cabeza.
—¿Es mucho abuso si te pido que por favor me lleves a casa?
—Sabes que no.
Aún no era su hora de salida, ni mucho menos. Sin embargo, supuse que eso era lo que había hablado con las chicas.
El punto fijo al que ella había estado mirando, daba directo a un hombre que también la miraba fijamente a ella. El parecido entre ambos fue todo lo que necesite para saber que él era su padre o un familiar cercano. Su reacción me lo confirmó.
Elly evitó por completo mirar a aquel punto, pero yo no. Y él aún seguía ahí.
Me apresuré a tomar a Elly de la mano y caminar con ella fuera de la tienda. El vaivén de las personas que caminaban a nuestro alrededor nos daba a ambos una sensación de protección que sé que ambos necesitábamos.
Si ese señor resultaba ser su padre, claramente Elly no estaba preparada para un enfrentamiento con él, por ende, yo tampoco lo estaba. Sabía que eso la desestabilizaría y no quería eso. No para ella. No otra vez.
Para el momento en que llegamos al aparcamiento, justo mientras les abría la puerta del auto a Elly, una voz ronca, le llamo.
—Elleny.
Yo que aún no había soltado su mano, sentí como se tensó por completo.
—Patrick—Replicó ella con notable dureza en su voz.
Tragué en seco y apreté sutilmente su mano.
Solo como para hacerle saber que no estaba sola. Ella esta vez, me tenía a mi.
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Entre tu luz y mi sombra.
Novela JuvenilLa vida para Elleny, empezó a perder sentido desde que era apenas una niña. Una niña que cargaba con el peso de pérdidas irreversibles y sucesos imborrables. Elleny sabía que era luz, pero su oscuro pasado tenía un propósito: Apagarla. A sus veinte...