Afraid.
Sabado, 2 de diciembre de 2017.
El más odioso sentimiento que podemos experimentar dentro de nosotros, es la decepción. La decepción se aloja en tu pecho y empieza a expandir sus raíces con un frenesí inigualable. Oprime tu pecho y con cada respiro, te recuerda que algo paso. Que algo no está bien. Que alguien te falló o que tu esperaste mucho de esa persona... En mi caso, estaba decepcionado. Pero no decepcionado de mí, ni mucho menos de Elleny. Estaba decepcionado de la vida. De la jodida vida que le tocó y la hizo ser esa fría e impenetrable roca llena de buenos, sinceros y puros sentimientos suprimidos. Retenidos. Manteniendose protegidos para así evitar ser dañados... Mucho más dañados.
Pasar casi la mitad de mi vida solo, me hizo aprender y entender muchas cosas. La principal, es el hecho de que nunca nadie canaliza los sucesos de la misma manera y que cada quien encuentra siempre una manera de afrontar sus problemas. Que cada escape y actitud es entendible y no debe ser reprochable. Nadie conoce la fuerza de cada persona para seguir dando pelea en esa batalla interna que lucha. Nadie sabe tampoco cuanto tiempo lleva luchando.
Siempre me mantuve cerrado con respecto al resto y evité por completo involucrarme sentimentalmente con alguien, pues tarde o temprano llegará ese momento en el que esa persona se irá y tu corazón quedará totalmente jodido. Lastima que no tomé las precauciones para evitar también la involucración mental.
No había lastima, no había compromiso obligatorio ni mucho menos, lo único que había era un interés puro y sincero. Un interés que hacía que esa chica delgada, de facciones finas e inocentes, actitudes sencillas y alma reconstruida, no saliese de mi cabeza. De ahí, de lo más profundo de mis pensamientos.
Cuando me habló sobre la propuesta que sus amigas le habían hecho y me dio a entender que habia aceptado, solo me pasó algo por la cabeza: Tenía que detenerla. No podía permitir que se fuese. Y luego, caí en el dilema final.
Luego de un año y medio, nunca intenté detener a Becca.
Luego de solo un mes, haría todo lo posible para evitar que Elly se fuese.
Desde ese momento, lo tuve todo más claro. No me negué a lo que sentía ni trabajaría en alejar ese sentir, pues ella logró colarse en mi sin siquiera intentarlo, y eso lo volvió todo más real. Más puro. De mi parte, no era solo atracción física, a pesar de que era una jodida diosa. Iba más allá.
Una conexión inexplicable que solo estaba ahí. Que siempre había estado ahí. Desde esa fría noche en la que le pregunté su nombre. Efectivamente, eso no fue una simple casualidad. La manera en como las cosas se estaban dando, me lo confirmaba cada día que pasaba.
Miré la hora de mi reloj y vi que eran las tres y media de la mañana. Solo faltaba media hora para poder finalmente irme a casa. El nuevo trabajo era un poco más relajado que como solía ser en el Cosmopolitan Lounge, sin embargo, esta noche se me estaba haciendo pesado. Las raíces de la decepción se seguían expandiendo en mi pecho y ardía el saber que aún dando lo mejor de mí, eso para ella no era suficiente. O por el contrario, ver que alguien intentaba mostrarle las acciones buenas de la vida, la hacía huir. Sentirse mal por ello.
Sentí un ensordecedor dolor desplegarse por mi pómulo derecho, recorriendo todo ese extremo de mi cara. Salí de la nébula en la que me encontraba inmerso y la realidad que estaba frente a mí me mareó en cuestión de segundos. Un nuevo golpe impactó esta vez en mi sien y me tambaleé hacía atrás. Una golpiza se había desatado entre un grupo de chicos y sin saber cómo, me encontraba en medio de ese desastre.
Gritos y gritos resonaban y entre la música, las luces y los golpes que no cesaban, comencé a debilitarme. Lo último que sentí, fue otro golpe impactar contra mi barbilla.
***
Una punzada intensa abrazaba mi cabeza y me incitaba a abrir los ojos y escapar de ella. Mi sien dolía, mi pómulo ardía y mi barbilla me impedía realizar algún movimiento con facilidad.
Cuando tuve la suficiente fuerza como para abrir mis parpados, me encontré con unos preocupados iris color avellana mirándome fijamente.
Mi boca se encontraba seca y no me permitía decir ninguna palabra. Tampoco me preocupé en usar todas mis fuerzas para intentarlo.
Elly se acercó a mí y sin decir palabra alguna, me extendió un vaso de agua que se encontraba en la mesita de noche a mi lado. Fue en ese momento que caí en cuenta que estaba en mi habitación.
Segundos después de deslizar por mi garganta un trago de agua, suspiré un poco más despierto.
—Gracias—dije, notando mi voz ronca.
—Pensé que nunca ibas a despertar y que estaba frente a tu cadáver. Joder. Ni te imaginas el miedo que le tengo.
— ¿A los muertos?
—A la idea de que lo estés.
El temor en su mirada me generó una gran intriga, pero ella no me dejó hablar.
—Te dieron una paliza horrible Afraid. ¿Siempre te pasa? —Preguntó en voz baja.
—Casi nunca.
Lo pensó un momento y pareció entenderlo.
En realidad pasaba muy poco, pues casi nunca me encontraba distraído de la manera como lo había estado en la noche. Pero esa razón, me la guardaría para mi, por lo menos por ahora.
—Te trajo Elliot—Explicó ella.
Asentí. Eso lo recordaba.
—No sabía que eran mejores amigos.
—Elliot es como mi hermano. Él por su lado y yo por el mío, pero siempre que nos hemos necesitado, hemos estado ahí el uno para el otro. Lo tengo de primero en mi lista de llamadas de emergencia.
—¿Primero que el número de tu casa? Si hubiesen llamado yo hubiese ido por ti.
—Te recuerdo que antes nadie me esperaba en casa.
—Ahora yo lo hago—Espetó ella con dureza.
—Pero hasta dentro de poco, ¿no? Te recuerdo que te irás.
El silencio que obtuve como respuesta, me recordó que antes de los puñetazos, ya algo dentro de mi estaba golpeado. Y seguía doliendo.
—De todas maneras deberías colocarlo, por lo menos mientras yo esté aquí.
—Dos días más, tres días menos... Da igual Elly.
—Me iba el lunes. Ya no me iré tan pronto.
Ladeé mi cabeza y esbocé una sonrisa que dolió.
—¿Ahora eres tú la que actúa por lastima? No te estoy reteniendo Elleny.
—Contigo actuaría de cualquier manera menos impulsada por la lástima. Te mereces más que eso—Se defendió ella— Me quedaré unos días más porque me nace quedarme y acompañarte.
—¿Así sin más?
—Así sin más.
Amaba establecer contacto visual con ella. Se intimidaba, pero aún así luchaba por mantener el contacto el mayor tiempo posible.
—Espero que ahora entiendas eso de que cuando algo te nace del corazón, te nace y ya. Sin esperar nada a cambio.
—Créeme. Lo acabo de entender.
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Hola bellezas!!! Acá les dejó este capítulo que espero les haya gustado!!!
CREAAAANME!! ACABA DE COMENZAR LO BUENOOOOOOO
PREPARADOOOS????? QUIERO LEER SUS COMENTARIOS!!
ESTÁS LEYENDO
Entre tu luz y mi sombra.
Ficção AdolescenteLa vida para Elleny, empezó a perder sentido desde que era apenas una niña. Una niña que cargaba con el peso de pérdidas irreversibles y sucesos imborrables. Elleny sabía que era luz, pero su oscuro pasado tenía un propósito: Apagarla. A sus veinte...