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La soledad llama a mi puerta. Soy clara esta vez. Rodeada de gente a la que a penas veo,  me siento bien, pero luego, vacío... Siento que decaigo, los amigos se cuentan con los dedos de una mano, pero a penas tengo dedos.
Me siento reemplazable, inútil, la pieza que no encaja, la que sobra, a la nunca echan en falta. Yo.

Cartas anónimasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora