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Siempre que escribo es con el alma rota.
Rota por mi misma, por mi melancolía y por mis problemas sin superar.Por mi afición por encontrar la belleza en unos ojos grises e intentar darle color, por mi afán de seguir luchando y por mi perseverancia en creer en la magia.Proponerme retos que jamás cumpliré y rendirme pronto porque sigo sin ser lo suficientemente buena para esto, para nada.

Cartas anónimasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora