Capítulo 3: La Sorpresa.

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—¡¡¡LUKAS!!! —Lo halé y casi tropezó con la caja de luces, pero fui más rápida y lo abracé fuerte para luego propinarle un beso en la mejilla, en la otra y exageradamente en casi toda la cara.

—Mi bella flor. —Lukas me abrazó e inhaló el aroma de mi cabello. —Todavía no entiendo como haces para siempre oler tan bien. —Me dio un beso en el cabello y luego de que nos separamos, posó su brazo en mis hombros para ir a saludar a mi mamá. —Oh, Adelaidita, hace mucho que no las veía.

—Ay, mi niño, cómo has crecido. —Mi madre lo abrazó y le preguntó por sus maletas.

—Mis maletas están en mi auto.

—¿Compraste un auto? —Lo miré impresionada.

—¿Qué pasaría si te digo que es un Lamborghini Gallardo?

—¡Genial! Aunque poco probable —me río, considerando el dineral que debe costar ese auto.

—Vale, es un Mazda, pero igual vale arto, ¿ok? Me tocó comprar auto, ¿o si no cómo iría a la misma universidad que mi BFFa?

—¿Vivirás aquí? —En mis ojos brillaba la esperanza.

—Sip.

Comienzo a dar saltitos de felicidad, agradeciendo que Lukas haya llegado justamente hoy. —Lukas, ¿dónde está Cassandra?

—Lastimosamente, ella no puede venirse a vivir aquí. Sabes que ella aún es menor de edad y mis padres son muy estrictos cuando se trata de eso.

—Ah. —Suspiré con pesar. —Qué lástima.

Miré en dirección a los chicos, los cuales nos miraban confusos.

—Pero mira —le señalé a los chicos—, llegaste en buen momento.

—Oh, vaya, no había visto que tenían visita. —Lukas se acercó a mis nuevos amigos (excepto Aiden) y los saludó—. Hola, yo soy Lukas, el mejor amigo de Ayana, y de ahora en adelante, espero llevarme bien con ustedes también.

Logré vislumbrar cómo Aiden gesticulaba, rodando los ojos, probablemente hastiado de la cursilería con la que nos tratábamos Lukas y yo. Lo entiendo, pero no es como si le afectara directamente.

—Ven, mi bella flor. —Lukas me extendió los brazos, tal y como lo había hecho Aiden unos minutos antes, y yo corrí a calentarme en sus grandes y fornidos brazos.


—Aun estamos aquí. —El rubio se levanta del sofá, metiendo sus manos en los bolsillos. —¿Cómo iniciamos con el árbol? —Sus labios estaban perfectamente rectos y su mirada delataba que se encontraba nervioso.

—Armaremos el árbol como en los viejos tiempos, solo que esta vez tendremos más amigos con nosotros. —Habla Lukas con una sonrisa genuina.

Asentí y le sonreí. —Lukas... tengo que hablar algo contigo.

—Yo también, Ayana, pero ahora no es el momento. Más tarde lo hablaremos, ¿vale? —Me guiña un ojo, dirigiéndose a los adornos navideños.

Continuamos arreglando la casa hasta que terminamos, y mi mamá nos ofreció unos refrescos y unos pasabocas.

Continuamos arreglando la casa hasta que terminamos, y mi mamá nos ofreció unos refrescos y unos pasabocas

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𝐕𝐞𝐜𝐢𝐧𝐨, ¿𝐭𝐢𝐞𝐧𝐞𝐬 𝐬𝐚𝐥?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora