Capítulo 2: ¿No me digas que lo invitaste a armar el árbol con nosotros?

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Llegué a casa en compañía de Isaac y golpeé la puerta.

—Discúlpame de nuevo en nombre de mi hermano, es demasiado inmaduro —murmuró, mordiéndose el labio.

—No te preocupes, fue divertido —respondí.

Mi mamá abrió la puerta y comenzó a golpear el piso con el pie; eso solo significaba una cosa: estaba enojada por mi demora.

Mi madre carraspeó y me invitó a entrar.

—Ehm, señora —dijo Isaac, un poco incómodo por la situación.

Le hice señas a Isaac para que se fuera y no dijera nada, pero fue demasiado tarde.

—¿Sí? —contestó mi madre.

—Le quería pedir el favor de que no sea tan dura con Limber, ella solo nos hacía compañía.

Mi madre nos observa enternecida y termina por sonreírle al castaño.

—No te preocupes por eso, me alegra que Limber comience a entablar amistades aquí.

Contuve las ganas de llorar; aún recordaba cuando llegaba tarde a casa con Lukas y siempre le decía que no se preocupara porque él me cuidaría. Extrañaba a mi amigo, a mi país, extrañaba Australia.

—Gracias por la compañía, Isaac. Fue un placer conocerlos. Espero que se presente una próxima vez.

—Claro que sí, eres bienvenida cuando quieras, y por supuesto —sonríe pícaro—, cuando necesites sal.

Mi mamá y yo soltamos una risa involuntaria, nos despedimos, cerramos la puerta e inmediatamente siento el cálido abrazo de mi madre.

—Mi niña, yo sé que para ti es difícil este nuevo ambiente, pero me alegra saber que eres fuerte y tienes buenos amigos.

—Gracias por tu apoyo incondicional, mamá. —Terminamos el fugaz abrazo y subo a mi habitación.

Miro mi móvil esperando ver un mensaje o una llamada de mis mejores amigos; por cierto, ellos son hermanos, y encuentro una llamada perdida de Lukas.

—¡Lukas! —lo llamé de nuevo varias veces, pero todas se iban directamente al buzón, incluso me quedé dormida de tanto insistir.

Un beso en la frente me despertó; era mi mamá con el desayuno.

—Decidí traerte el desayuno a la cama, mi niña.

—Gracias, mamá. ¿Ya mi papá se fue a su trabajo?

—Sí, ya casi es medio día.

—¿Quéeee? ¿Y por qué no me despertaste?

—Porque ayer te desperté temprano y te enojaste, entonces decidí no levantarte, pero ahora creo que deberías arreglarte muy bonita porque llegó visita.

"Visita", seguro era Lukas; tenía que ser él, solo él me visitaría.

—Está bien, mamá. Bajo en un momento.

Me comí el desayuno como un león y me metí a la ducha. Mientras el agua caía, no podía evitar emocionarme por la visita de Lukas. Estaba ansiosa por verlo y disfrutar de su compañía.

Tras el baño, rebusqué en mi armario y encontré una bonita jardinera que Lukas me había regalado en mi cumpleaños, una blusa azul rey y unas zapatillas retro. Me peiné el cabello hacia un lado, dejando al descubierto un pequeño tatuaje de una rosa en mi cuello, apliqué labial rosa mate y me puse un hermoso collar de oro con una flor de dígen que Lukas me había regalado antes de mudarme a esta ciudad.

Bajé entusiasmada y grité.

—¡Estoy lista!

Cuando vi quiénes eran los que estaban en mi casa, me llevé una gran decepción.

𝐕𝐞𝐜𝐢𝐧𝐨, ¿𝐭𝐢𝐞𝐧𝐞𝐬 𝐬𝐚𝐥?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora