Capítulo 7: ¿Hay Algo que No Practiques?

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En las novenas del parque, decidí disfrutar de la música, asegurándome de no cometer el mismo error de olvidar mi celular.

Le di play al reproductor de música y la canción "The Loneliest" de Måneskin comenzó a reproducirse.

Aiden comentó con sorpresa: — Es un milagro, ¿dónde está la cámara?

— ¿Qué? — pregunté, intrigada.

— Es un milagro que estés tan callada.

— Ah, sí, mi cabeza está hecha un lío en estos momentos. — Posé mis ojos en un callejón, alcanzando a notar la silueta de Lukas allí, quien se fue rápidamente en cuanto me vio.

— ¿Qué pasa? ¿Viste algo allí? — Aiden se levanta del columpio, visiblemente preocupado.

— Luego te digo, te encargo a Sally, ahora vuelvo. — Me puse de pie y comencé a correr hacia el callejón.

— ¡Espera, Ayana, puede ser peligro...! — Escuché a Aiden decir algo, pero no le entendí, continué corriendo en busca de mi amigo para pedirle perdón. Eso pasó hasta que me encontré envuelta en la oscuridad y rodeada por unas voces.

Maldición, eso me pasa por siempre ser tan impulsiva, ahora no hay vuelta atrás.

— Ese desgraciado se escapó.

— ¿Lukas? — pregunté nerviosa.

— Oh, pero miren quién está aquí, es la noviecita de ese hijo de puta. — dijo un hombre.

— Pues ya que no nos dejó con la otra, cojamos la de él. — dijo otra voz masculina.

— ¿Quién está ahí? — Miré a mi alrededor, retrocediendo lentamente ante sus palabras, pero solo había oscuridad.

Al rato, sentí unas grandes manos rodear mi cintura, sin embargo intenté no entrar en pánico para evitar ser asesinada antes de lo planeado.

— Parece que esto va a ser divertido. — dijo una tercera voz.

— Suéltame. — pronuncié. — Hazlo por tu bien, no querrás que salir herido.

— ¿De qué habla esta niña? — dijo otro con acento extranjero.

Luego sentí como una lengua húmeda rozó mi cuello, provocándome nauseas.

— ¡Qué asco! — exclamé, haciendo una mueca. Luego, puse a trabajar mi ingenio. Tenía las manos libres y mis piernas también, sostenían únicamente mi cintura, pero existía la posibilidad de estar rodeada por un montón de bandidos. Si le doy una patada en la entrepierna al que me está sosteniendo, empujo al de adelante y corro, puede que escape.

Hice exactamente lo que pensé y corrí, pero como ya había previsto, me tenían rodeada. Así que, a pesar de mis esfuerzos, fue en vano; me atraparon de nuevo.

— ¡Hey, hijos de puta! ¡Quítenle las manos de encima! — gritó Aiden mientras corría en mi dirección.

— Otro héroe — carcajeó burlonamente el que besaba mi cuello hace unos momentos. — Esto no es contigo, niño. Date la vuelta antes de que me enoje.

— Ay, por favor, mira cómo tiemblo con tus amenazas vacías.

Aiden se acercó, y no vi más porque la oscuridad volvió a cegar mi vista.

Escuché un golpe, otro, golpe tras golpe. Luego, alguien me cogió de la cintura, tapó mi boca y me arrastró.

— Mmmm — forcejeé.

— Shhh, soy yo, Lukas — susurró Lukas para luego soltarme.

— ¿Qué haces? Ve y ayuda a Aiden, ¡lo van a matar! — dije alterada.

𝐕𝐞𝐜𝐢𝐧𝐨, ¿𝐭𝐢𝐞𝐧𝐞𝐬 𝐬𝐚𝐥?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora