capítulo 18- prometida.

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Aiden.

Después de que Ayana volviera a su casa, me quedé sentado en mi cama, observando la ventana y pensando en que en tan solo unas horas más, tengo que ir a una cena a la cuál no quiero ir y verme con una chica la cual no quiero.

Minutos después, mi hermano entró a mi habitación, sin golpear.

—oye, ¿que te pasa?, Se golpea antes de entrar.—le dije molesto.

Isaac suelta un suspiro y se sienta a mi lado.

—vi que Ayana estaba aquí.—dijo.

—si y que.—lo miré molesto.

—no juegues con ella.

—no estoy jugando con ella.—respondo.

—hoy irás a cenar con esa chica y no se lo has dicho, eso quiere decir que si estás jugando con ella.

—solo espero el momento adecuado.

—solo te voy a advertir algo, aiden.—isaac me miró como si no tuviera corazón.—si te atreves a jugar con ella, te juro que me las vas a pagar y lo segundo es que si tu no la quieres, yo con mucho gusto la puedo conquistar.

Giro la cabeza en su dirección de golpe, mis músculos se tensan, apreto mi mandíbula y los puños.

—si te atreves a....—isaac me interrumpe.

—ya estas advertido, ahora me voy.—se levanta, camina hacia la entrada y cierra la puerta tras él.

Joder, si no hago algo, la voy a perder, para siempre.

Ya son las 6 pm. me encuentro frente a un espejo, con un smoking negro y con mirada molesta.

No quiero ir.

Bajo las escaleras y encuentro a mi familia, allí esperándome.

Isaac no me mira, solo se encuentra recostado sobre la ventana y mirando hacia la casa de Ayana, shayna, se encuentra muy emocionada y mis padres me miran de manera dura.

—vamos.—ordenó mi padre para luego salir.

Cogí mi auto y subí en el, a continuación, toda mi familia subió en el y nos dirigimos al dichoso restaurante.

Al llegar, me sorprendió la inmensidad del lugar, efectivamente era un lugar lujoso, con piso de mármol y paredes impecables.

Observé a mi alrededor y luego vislumbre una mano saludando.

Mis padres se acercaron de primera y nosotros tres los seguimos.

—buenas noches.—saludan mis padres con una breve reverencia.—ustedes deben ser los padres de la señorita que no se encuentra presente.—dice mi madre alzando una ceja.

—efectivamente. Mi hija se encuentra en el lavabo.—responde el padre de la chica.

—y el caballero de allí debe ser aiden, ¿verdad?.—la madre de la chica inclina la cabeza hacia un lado y me mira.

𝐕𝐞𝐜𝐢𝐧𝐨, ¿𝐭𝐢𝐞𝐧𝐞𝐬 𝐬𝐚𝐥?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora