Ayana.
Llagamos a mi casa, la casa que tanto extrañé.
Estaba adolorida, mi cabeza ardía en fiebre, mis pies dolían, mi cuerpo, el cual creía que era fuerte, se debilitaba más y más.
Aiden me cogió en brazos y me llevó al interior de la casa.
Inmediatamente mi madre y cassandra salieron de la cocina y al rato, lukas entró a la casa acompañado de Isaac.
No soy capaz de articular palabra alguna, mis músculos están entumecidos y aún me encuentro en shock por lo sucedido.
—ya estas a salvo mi bella flor.—aiden me susurró en el oído.
Apenas pude oír su susurro lleno de dulzura y caí en un profundo sueño.
Al despertarme, me di cuenta de que llevaba otra ropa pero aún me encontraba llena de mugre.
Observé a mi alrededor y pude ver alguien dormido en el sofá.
¿es aiden o lukas?.
Me levanté lentamente debido a que el dolor en mis articulaciones no se había esfumado por completo.
Me acerqué a la persona que estaba sobre el sofá y me di cuenta de que era lukas.
Mejor lo dejo dormir.
—¿ayana?.—susurró.
Lo miré.
El me miraba con ojos adormilados y cariñosos a la vez.
—¿si?.—respondí con voz ronca.
—acércate.—me dijo.
Hice lo que dijo, y al estar lo suficientemente cerca, este me halo hacia el y me dió regocijo en sus brazos.
—creí que te perdería.—murmuró en mi oído.
—no.—le respondí correspondiendo a su abrazo.
—¿que necesitabas?, y yo te lo traigo.—dice él.
—solo quería bañarme y no creo que puedas hacer.—sonreí.
—mmm, no creo que eso sea un problema, quizás si pueda hacerlo, pero tu no quieras.—me miró cómplice.
Abrí mis ojos como platos e inmediatamente mis mejillas se tornaron de un rosado debido a la vergüenza.
—aparte de que si lo hago, me meto en un problema con tu novio, debo admitir que es un gran boxeador.—dijo sonriendo, pero noté dolor y celos en su mirada.
—¿como terminó su pelea?.—le pregunté cambiando de tema.
—el niño de porcelana quedó inconsciente, al igual que yo.
Abrí la boca con asombro.
—¿aiden te dejó inconsciente?.
—si, es un buen rival.—sonrió.
¿O soy yo... O aiden empieza a agradarle a lukas?.
Sacudí mi cabeza ante aquella idea tan descabellada.
Me separé de lukas y me dirigí al baño de mi habitación.
Miré el reloj.
Son las 4:48 am. Aún es temprano.
Me doy una ducha rápida, quitando el mugre de mi cuerpo y lavando mi cabello.
Me pongo un top color vino tinto sobre mí sostén blanco, un esqueleto negro, una licra gris y mis crosh (chanclas) negras.
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𝐕𝐞𝐜𝐢𝐧𝐨, ¿𝐭𝐢𝐞𝐧𝐞𝐬 𝐬𝐚𝐥?
Non-FictionLimber y Aiden, vecinos que no podrían llevarse peor, ven sus destinos cambiar de manera inesperada. Una madrugada, Limber se encuentra en la inusual situación de tener que pedirle sal a su estúpido y mujeriego vecino. Este encuentro podría desencad...