18 de octubre/d18/18d/ Tickling

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18 de octubre/d18/18d/ Tickling

Cuando Dino, le dijo que quería probar algún tipo de juego sexual con él, se lo había pensado un poco y después accedió, pero dejándole claro que no aceptaría nada extremo.

Sin embargo nunca se esperó algo como eso.

─ ¿Acaso me viste cara de payaso?

─Claro que no, y sé muy bien que te disgustan.

─Entonces ¿cómo se te ocurre este juego de risa?

Dijo observando al montón de plumas y plumeros, que el rubio había dejado sobre la cama. Además, había una venda para los ojos y una cinta delgada, la cual dedujo, era para atar sus manos.

─En serio Kyo, no es nada malo, al contrario. Puede ser divertido. El tiking, es una técnica de juego que consiste en llegar al orgasmo, por medio de las risas, los roces eróticos, el misterio, las sensaciones diversas. Será entretenido.

─No me gusta que me hagan cosquillas.

Dijo seriamente la nube. Al ver la cara de cachorrito regañado, que puso el potro suspiro y comento entonces.

─Podríamos intentarlo, pero...

─Pero...

Hibari, sonrió malicioso y fue lo último que vio el rubio de momento, ya que el japones de un rápido movimiento le vendo los ojos.

─Seré yo quien te aplique las plumas y demás a ti. Seré yo quien te haga el amor al terminar el juego.

─ ¡Ay! tú uke rebelde, siempre queriéndome quitar mi lugar, que con tanto esfuerzo me gane.

─Sabes que todo el mundo cree que eres el pasivo de la relación, por tu forma de ser, nadie imagina que lo sea yo, por mi carácter.

─Pero lo eres y no te has quejado hasta ahora.

─No es queja, sólo creo que ser versátiles, está bien.

Mientras hablaban Dino, ya estaba desnudando el cuerpo de Hibari, pese a tener los ojos vendados, no necesitaba ver para desabotonar su camisa y quitársela, ni para bajar la cremallera del pantalón. El moreno se dejó hacer e hizo lo propio. Después quito todos los juguetes de la cama y tumbo al rubio en ella de un empujón. Se coloco sobre él y alzo sus manos por sobre su cabeza para luego atarlas con la cinta. Como Dino, nunca dijo no, asumió que estaba de acuerdo con todo.

Al rubio le gustaba cada faceta de su pequeño tsundere, también pensó que la versatilidad no estaba nada mal. Pronto sus labios dibujaron una sonrisa al sentir las suaves caricias de su pareja en su torso y dejo ir una risilla, cuando una pluma rozo su pezón derecho de manera circular, seguidamente fue al izquierdo, al tiempo que mordisqueaba el que acababa de frotar.

Después el rubio no pudo evitar la carcajada y retorcerse con diversión, cuando otra pluma se froto con la planta de sus pies.

─Tormento chino, le dicen.

Comento el moreno divirtiéndose con eso. Después de todo el rubio había tenido razón, era muy entretenido el deslizar plumas de diversos tamaños y texturas sobre la piel desnuda de su pareja y verlo reírse o intentar reprimir la risa, al tiempo que su excitación crecía como mostraban sus sonrosados botones y su gran erección. La cual comenzó a lamer mientras la plumilla se deslizaba sobre la entrada del rubio.

Cambio el juego y aplico lubricante en aquel punto y después uso una pluma más ligera para deslizar sobre el miembro erecto que acababa de sacar de su boca.

El otro ni siquiera lo vio venir, literalmente estaba vendado. Solo sintió y sintió intensamente aquel fuerte y delicado asalto, su cuerpo expandirse hasta dar cabida al bastante bien dotado, para ser oriental. Miembro de su pareja.

Le fue dado lentamente, con suaves embates, al tiempo que los labios del moreno acallaban los gemidos en su boca con profundos besos, que una mano del joven frotaba su miembro y que con la otra usaba un plumero para recorrer su pecho.

Era una sensación extraña, muy extraña, mezcla de dolor, placer y enormes ganas de partirse de la risa, como su parte trasera, lo estaba siendo.

Cuando sugirió el juego, no espera ser el receptor, pero definitivamente lo disfruto. Al final el moreno permitió que las plumas restantes fueran usadas para consentirlo a él. Descubrió que reír en la cama, no estaba nada mal.

No era algo ridículo, ni de chiste o broma, si no una relajante terapia de risa, envuelta en placer. Sin queja alguna, volvió a tomar su rol de pasivo, disfrutando del enorme mástil que su rubio se cargaba. Debía admitir que poseerlo, le había gustado mucho, pero le encantaba tenerlo dentro y disfrutarlo así, tan profundamente en su interior y llevándolo a la cima del cielo o la novena nube, lo que fuera. Fuegos artificiales, estallaban a cada embestida, coronada de risas alegres.

KInktober On My WayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora