PRÓLOGO

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PRÓLOGO

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Steve se dio la vuelta y se llevó la sábana. Jessica se despertó debido a que una ráfaga de aire frío la cubrió; dormir con Steve era como acostarse con un horno. Cuando él se movió, ella estaba completamente consciente de ello. Pues no sólo robaba las sábanas, sino que se llevaba todo el calor consigo.

Jessica gruñó y se acurrucó a la espalda del soldado, acurrucándose en el calor que su cuerpo había dejado atrás. Ella se estaba quedando dormida cuando él murmuró, su voz ininteligible, pero entró en pánico. Ella tocó su hombro, pero él no se despertó.

—Toma...

Jessica se frotó los ojos cansados ​​por el sueño—. ¿Steve? —Estaba temblando y sudando, tensando sus músculos.

—Toma mi mano...

Él se agitó, y ella tuvo que alejarse de su brazo para evitar ser golpeada en la cabeza.

—¡Steve!

Jessica lo agarró por el hombro y lo sacudió, más fuerte de lo que haría con una persona normal. Steve se estremeció y gimió, y Jessica lo sacudió de nuevo.

—¡Steve!

Steve se incorporó con un sobresalto, jadeando por respirar como si hubiera estado corriendo.

—Jess —jadeó, temblando, con los ojos parpadeando bajo la luz tenue, las persianas estaban cerradas.

El rubio miró hacia otro lado y se secó los ojos.

—¿Pesadillas? —preguntó ella, sin tocarlo.

—Estoy bien —dijo, todavía sin mirarla, bajando los pies de la cama—. Lamento despertarte.

Lentamente, como acercándose a un animal herido, Jessica se acurrucó alrededor de su espalda, escuchando su respiración rápida, el corazón palpitante.

—Por eso bebo —mencionó—. Cuando bebo lo suficiente, no tengo pesadillas.

—Ojalá pudiera—respondió Steve. Exhaló un suspiro tembloroso.

—Me gustaría que me contaras que te molesta—dijo Jessica, calmada.

A veces olvidaba que Steve también tenía sus propios demonios, él sabía manejarlos a su manera pero deseaba apoyarlo así como él lo hacía con ella.

—No, no quiero hablar de eso, Jess.

—Entonces te ayudaré a olvidarlo, aunque sea por un momento.

Steve se frotó la mejilla otra vez y ella pudo ver la humedad de las lágrimas en el dorso de su mano.

—¿Si?

—Estoy despierta —dijo ella, pasando una mano por su espalda desnuda—. Y estás despierto, además es demasiado temprano. No hay nada más que hacer —dijo apretándose contra él, besándole la nuca, justo en la base de la línea del cabello, que ella sabía que le daba escalofríos y apoyando sus pechos contra la espalda del soldado.

—Jess —dijo su nombre y se volvió, llevándola hasta el colchón debajo de él, con una mano agarrando su muñeca y empujándola entre sus piernas. Ella respondió al instante.

Ambos se necesitaban, así que hicieron lo que sabían mejor y se entregaron a la lujuria que surgió entre ellos. Ella lo arañó, y él la mordió, una y otra vez, se juntaron, sudando y esforzándose, con fuertes gritos y suspiros suaves. Jessica fue a buscarlo levantándolo con su fuerza y ​​él la sostuvo con la suya, forzando el placer en ella, una y otra vez hasta que ambos se sintieran satisfechos.

Jessica perdió la cuenta de la cantidad de veces que cambiaron de posición, la cantidad de veces que entró en ella, la cantidad de veces que extrajo el éxtasis de su cuerpo. En algún lugar, entre el gris y el negro, dentro de los sueños y en contra de sus pesadillas, se reunieron una última vez y se derrumbaron, sin aliento, sobre la cama.

—Te amo.

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NOTA

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Y así empezamos

Tardaré un poco en actualizar, pues estoy tratando de organizarme.

¿Qué soñaba Steve? ¿Muy obvio?

¿Qué creen que pasará en este libro?

¡Gracias por leer!

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