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Capítulo 12

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CAPÍTULO 12

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Bucky se encontraba sentado en una camilla examinando el lugar, mientras terminaban de curar sus heridas. Steve caminó hacia él. 

—¿Estás seguro de ésto? —preguntó con una media sonrisa. 

James asintió.

—No puedo confiar en mi mente —respondió, sonriendo con pesadez—. Hasta que encuentren el modo de sacar lo que hay en mi cabeza, creo que dormir otra vez será lo mejor... para todo el mundo.

Steve miró con tristeza a Bucky dentro de una cápsula de criogenización. Observó el impresionante paisaje desde los grandes ventanales del lugar, cuando sintió a alguien a su lado, al voltear, vio al príncipe T'Challa.

—Gracias por esto —agradeció el rubio. 

El próximo rey había recibido al resto del equipo luego del escape en la prisión La Balsa, hasta que cada uno decidiera que camino tomar. Por ahora, Bucky había elegido volver a dormir y habían respetado su decisión. 

—Tu amigo y mi padre, ambos fueron víctimas —afirmó—. Si puedo ayudar al menos a uno a conseguir paz...

—Si descubren que está aquí, vendrán por él.

El moreno miró hacia el frente—. Que intenten venir.

Una gran estatua de una pantera negra se levantaba entre los árboles. 

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—Se pudo salvar sus armas y trajes, pero no encontramos su escudo —lamentó T'Challa mientras caminaban en el campo fuera de la ciudad, ahí habían pequeñas casas de madera, animales como cabras y ovejas. 

—Descuide, alteza. Está en buenas manos —aseguró Steve, aún apreciando la belleza del lugar. La risa de un par de niñas llamó su atención, éstas salieron de una de las cabañas entre risas y corrieron a abrazar a T'Challa.

—¿Están molestando a nuestra invitada?—preguntó T'Challa con cierta gracia.

Las niñas empezaron a culparse entre sí y se dirigieron entre risas hasta la choza.

—¡Mujer blanca! ¡Mujer blanca! —llamaron las niñas en un idioma que Steve fue incapaz de entender. 

Las cortinas que funcionaban como puerta se movieron, una mujer con un largo vestido blanco y el cabello oscuro decorado con pequeñas flores silvestres salió de la casita y se detuvo al ver la silueta de Steve debido al atardecer.

El Capitán levantó el rostro y vio de pie en la puerta de la choza a Jessica sosteniendo un ramo de flores blancas. No. No era un sueño, tuvo que decirse. Aunque pareciese que salió de uno, vestida de blanco, con los pies descalzos y el cabello azabache con pequeñas flores blancas y aquel brillo en sus ojos, la luz del atardecer la hacía parecer un ángel.