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Entré a mi habitación, y abrí el closet. Jacob no estaba ahí. Escuché el sonido del lavadero desde mi baño y me acerqué. Jacob estaba sin polo lavándose el rostro.

-Siempre tienes que presumir- hablé.
-Te encanta verme así- respondió él.
- ¿Dónde dejaste los papeles? -pregunté apoyándome en la puerta del baño.
-Están sobre tu computadora.

Tomé la portátil, y los papeles. Sabía algo, yo había nacido en el hospital del Sur de California, junto con mi hermana, melliza al parecer. Pero no había información de casa de adopción o algo parecido, solo decía mi nacimiento.

- ¿Encontraste algo? – Jacob se ponía su polo, mientras se sacaba la cara.
- ¿Estas cómodo? – pregunté, él solo sonrió.
-Jacob- él me miro frunciendo el ceño.
-Que bien se escucha mi nombre de tus labios.
-Necesito ayuda.

Me senté al borde de mi cama, mirando a la nada. Tengo una hermana, lejos, en cualquier lado del mundo. Tenía que encontrarla, quería saber cómo estaba. Sentí el brazo de Jacob abrazarme por el cuello.

-Oye- me susurro al oído. -Tranquilo, la buscaremos y la encontraremos.
- ¿Lo prometes? – miré sus ojos azules, como el mar, como la primera vez que lo vi. Él se acercó a mi rostro y me dio un pequeño beso en la frente.
-Lo prometo, cheri- susurro sin separarse de mi frente.

Yo esboce una pequeña sonrisa mientras cerraba los ojos. Jacob se puso de pie, y me dio la mano para tomarla. Lo miré confundido.

-Es un largo viaje a California, si te apuras, nos tomara menos tiempo- habló el pelinegro.

No sabía si sonreír, o llorar, así que simplemente me tire encima del chico dueño de los ojos azules, y lo abrace muy fuerte.

-Wow- susurró él -Debería sacarte más seguido, para que reacciones así.
-Idiota- respondí, él solo se rió.
-Vámonos.

Jacob salió por la ventana hacia su moto, casi matándose en el intento, por pisar mal una parte de la pared, aunque cayó al piso de piso.

-Estoy bien, cheri- dijo desde el primer piso y corrió a su moto.

Tome mi mochila, puse un jean, y un polo extra. Luego bajé a la cocina, puse botellas de agua, manzanas, y plátanos. Sopa, y frijoles de viaje. Cerré la mochila, y mi padre Matt me estaba observando.
- ¿A dónde llevas esa comida? – preguntó, con los brazos cruzados.
-Fernanda se ira de campamento- respondí, -Y como no tiene comida, le dije que podía llevarle un par de cosas que había en mi casa.

Matt me miró alzando la ceja, un poco confundido. Luego sonrió y saco una cerveza, y una Coca-Cola.

-Tu padre está arreglando la parrilla.
-Pueden simplemente comprar otra- respondí.
- ¿Dónde estaría la diversión de pareja? – respondió Matt. -Tu padre y yo nos divertimos haciendo estas tonterías, nos hace recordar cuando éramos jóvenes.

Yo estaba desesperado por irme, pero a papá Matt se le ocurre hablar de su pasado en este momento.

-Solo digo, si quieres, puedes bajar con nosotros.
-No ahora, tal vez otro día, papá- respondí -Ahora Fernanda me espera.
- ¡Matt! ¿Mi cerveza? -gritó papá Benjamín entrando a la cocina. Él estaba lleno de grasa, sin polo. Benjamín era alto, y lleno de músculos. Estaba todo despeinado.

Benjamín tomó a Matt de la cintura y lo puso contra su pecho, Matt solo esbozo una sonrisa ante el gesto y beso los labios de su esposo. ¿Algún día yo estaré así? Me pregunté a mi mismo.

-Bueno- susurré. Los dos me miraron, sonrientes. Este par era pura felicidad, si así fuera mi vida de fácil. -Me tengo que ir.
-Regresa para la cena, haremos carne.

Fueron las últimas palabras que Noah escuchó. Pero antes de salir, observo a sus padres bajar hacia la cochera, y entro a la oficina de papá Benjamín, se arrodillo y se dio cuenta que la caja fuerte estaba débil, así que la abrió y tomo un cheque, firmado sin cantidad, y así salió de la casa. Puso su mochila en la espalda, y miro a Jacob quien estaba en la moto, el rubio se acercó corriendo, y recibió el caso de Jacob, el ojiazul solo tenía uno, se lo puso y se sentó en la parte de atrás.

-Iremos a mi casa para poder sacar mi mochila- habló Jacob haciendo rugir la moto -Y luego nos vamos en mi camioneta.

Y la moto avanzo, ya no había marcha atrás. Querida encontrar a mi hermana, y sobre mi pasado, mis dolores, y todo yo. Necesitaba saberlo, y sentía que estaba más cerca, gracias a Jacob. Pude ver como el cabello de Jacob jugaba con el viento, a la velocidad que íbamos, y como el sol hacía que sus ojos seas más brillosos de lo normal. Me gustaba, Jacob me gustaba mucho.

Llegamos a su casa, y bajamos de la moto. Él entró y yo lo seguí, sentándome en uno de los sillones.

-No demoraré mucho- habló Jacob subiendo escaleras a su cuarto.

Estaba sentado en la sala cuando escuché un ruido desde, donde se podría decir, la cocina. Una mujer salió de la allí, tenía una cerveza en la mano, y me observó, se arriba abajo.

-Hola- saludé, siendo cortes.
- ¿Qué haces tú aquí? – preguntó, la chica dejo su cerveza en una mesa y se acercó a mi sacando un cuchillo de su bota derecha.
-Lárgate de aquí antes que te clave esto en la cara.
-Tranquila- respondí yo, un poco asustado, y retrocediendo -No vengo a hacerte daño, esperaré a Jacob y me iré.
- ¿Por qué esperaras a Jacob? – preguntó la chica confusa.
- ¡July! – escuché el gritó de Jacob bajando por las escaleras. -Aléjate de Noah.
- ¿Jacob? – preguntó la chica que respondía al nombre de July -Te vas.
-Serán un par de días, volveré luego.

Y entonces el ojiazul tomo mi brazo y me jalo a la salía de su casa. Nos montamos en la camioneta de Jacob, que al parecer ya estaba ahí, pero no vi a Herber por ningún lado. Pero no pregunté nada, solo subí a la camioneta, y Jacob empezó a conducir.

-Gracias por hacer esto.

Realmente estaba agradecido con este chico, aunque esté haciendo todo por follarme, me está ayudando y lo considero mi amigo.

- ¿Sabes cuál es la parte más divertida de esto? – preguntó el ojiazul sonriendo a un lado mientras sacaba un cigarrillo.
-No, - respondí -Dímelo.
-Son tres días de viaje a California- contesto Jacob -Si sumamos los días que nos quedaremos en california – Jacob hizo un gesto de ponerse a pensar -Digamos que resolvemos el caso en tres días más, - entonces me miro -Más los tres de regreso son ocho noches...
-Son nueve, idiota­- lo corté, el niño ni si quiera sabia sumar.

Él hizo un gesto de reírse, lo había hecho a propósito, él quería ver cuál era mi reacción, aunque no me diría, esta dibujado en sus labios.

-Son nueve oportunidades para meterme entre tus piernas, cheri.





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****Tengo una sorpresa en el capitulo 5 de Bad Classmate, la versión recién editada, espero disfruten un poco la serie un poco arreglada para los seguidores de ambas obras, aunque todavía esta en proceso de ser editada, se explicaran muchas dudas que he visto en comentarios. Los quiere - Vela.


RISQUÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora