❝La ex-general Im Nayeon estaba disfrutando de su deseado retiro, sin misiones, ni adrenalina, sin armas o pólvora en su pequeña cabaña de las montañas de Japón cuando recibió la inesperada llamada de su antigua compañera Kim Jennie pidiéndole algo...
Nayeon se había puesto de acuerdo con Sana y Rosé el día anterior para ir a entrenar por la mañana a el gimnasio de la estación. Mientras entrenaba, la general Im recibió una llamada; Jennie, su compañera que le informó sobre su misión le estaba llamando.
Nayeon contestó.
-General Im.-
-¡Nayeon!, tenía tiempo sin escucharte.-Habló animada la contraria.
-Jennie, por favor, hablamos hace casi un mes.-RespondióNayeon.
-Sí, pero no fue una llamada amena, así que dime dónde estás ahora para ir a verte.-Le dijo la menor.
-¿Ahora?, estoy en el gimnasio de la estación.-Volvió a hablar la general.
-Voy para allá.-Y finalizó la llamada.
Después de esto Nayeon prosiguió con su rutina de boxeo, hasta que el sonido de la puerta siendo abierta le hizo parar.
-¡Jennie!.-Exclamó la general.
-¡Nayeon!-Dijo de la misma manera la contraria mientras le daba un fuerte abrazo a la mujer de dientes lindos.
Jennie observó que habían otras dos siluetas femeninas, Nayeon se dió cuenta de esto y empezó a platicar.
-Jennie, te presento a Sana, y esa que está asesinando el saco es Rosé, no sé si recuerdes de ella.-Dijo señalando a Rosé.
Oh, claro que recordaba a Rosé. Pensó Jennie.
-¡Encantada!-Dijo Sana.
-El gusto es mío.-Fue lo que respondió Jennie.
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Por otro lado Tzuyu estaba buscando a Nayeon para preguntarle algo sobre el día de mañana ya que se ejecutaría el plan. Llegó a la recepción del departamento preguntando por la misma, recibiendo una respuesta que le indicaba que estaba en el gimnasio.
La Taiwanesa fue a pasos rápidos hasta el sitio y abrió la puerta de golpe encontrándose a una Nayeon parcialmente sudada, con una camiseta de mangas cortas que mostraba sus hombros y fibrosos brazos golpeando un saco de boxeo fuertemente.
A la menor casi le da un paro cardiaco ahí mismo por la escultural imagen que tenía en frente, sintió como se sonrojaba por pensar en Nayeon de esa forma. Sacudió su cabeza y caminó hasta la coreana.
-Nayeon, ¿Puedes venir un momento?-Le preguntó la menor.
-Claro que sí Yodita, solo déjame ducharme y eso.-RespondióNayeon mientras caminaba hacia las duchas.
