❝La ex-general Im Nayeon estaba disfrutando de su deseado retiro, sin misiones, ni adrenalina, sin armas o pólvora en su pequeña cabaña de las montañas de Japón cuando recibió la inesperada llamada de su antigua compañera Kim Jennie pidiéndole algo...
Jeongyeon y Tzuyu se encontraban siendo transportadas con bolsas de lino sobre su cabeza, privando su sentido de la vista.
La menor se encontraba realmente preocupada, no tenían indicio alguno de hacia donde iban, más tenía de la esperanza de que el escuadrón lograría encontrarlas.
El teléfono de Jeongyeon ya había sido confiscado, sin embargo, los delincuentes eran tan desordenados que dejaron el celular encendido.
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En la estación, el escuadrón T había trabajado desde la tarde anterior hasta el día de hoy por la madrugada intentando dar con la ubicación de las integrantes secuestradas.
Tensión, estrés, era lo que se sentía en el ambiente aquella madrugada.
Estaba siendo demasiado para Momo, necesitaba salir a tomar aire.
La japonesa de cabello negro salió hacia las frías calles de Osaka, observando el claro cielo que indicaba la salida del sol.
Otro día, el cielo estaría naranja y amarillo por la casi mañana. Mas hoy, como si el destino supiera por lo que pasaba Hirai, estaba gris, desolado, lleno de nubes grises. Algo muy raro en la radiante ciudad de Osaka.
Por otro lado, Chaeyoung había notado la ausencia de su compañera japonesa, así que se encaminó al único lugar que podría estar abierto a tales horas de la mañana.
El café de Jaebum, claramente.
Y no se equivocó, ahí estaba Momo engullendo con devoción panqueques rellenos de chocolate, mientras tomaba un frappucino.
Al entrar y hacer una señal de saludo al lindo chico detrás de la barra que ordenaba el lugar, Chaeyoung tomó asiento al frente de su glotona amiga.
Chaeyoung asintió escuchando las palabras de su mayor. Para proceder a quitarle la mitad de un panqueque dejando a Hirai consternada y a la coreana estallando en risas.
La menor aprovechó de desayunar también, y justo cuando terminó, el celular de Momo vibró, con Hot de Twice, como tono.
Se apresuró a contestar.
—Hirai.
—Tenemosladirección.—HablóSana.
—Bien,vamosparaallá.
Momo volteó a ver a la pequeña mujer expectante.
—Tienenladirección.
Eso fue todo lo que necesitaron para dejar paga la cuenta y correr como nunca por las calles cuesta abajo, hasta llegar a la estación.
Momo llegó primero, jadeando y sudando, Nayeon la obligó a sentarse y descansar. Mientras, a la pobre Chaeyoung casi le da un infarto por como la pelinegra corría por las calles, ¡No estaba segura de que un ser humano podría ser así de ágil!
Mina se acercó a Chaeyoung y le entregó una botella de agua, mientras se paraba detrás de ella con la mano en su hombro.
El carraspeo de Nayeon llamó la atención de todas.