❝La ex-general Im Nayeon estaba disfrutando de su deseado retiro, sin misiones, ni adrenalina, sin armas o pólvora en su pequeña cabaña de las montañas de Japón cuando recibió la inesperada llamada de su antigua compañera Kim Jennie pidiéndole algo...
Sana se había levantado demasiado temprano, los recuerdos del beso con Jihyo seguían repitiéndose una y otra vez en su cabeza, se levantó y se dispuso a darse una rápida ducha para luego cocinar algo.
Se suponía que la entrega de Lee sería al caer las seis de la tarde por lo tanto se dio el tiempo de pensar acerca de sus sentimientos hacia Jihyo. Pensó en lo mucho que le gustaban sus ojos, su tierna sonrisa que hacía elevar sus mejillas, Oh, y la forma en que se ponía nerviosa cada vez que se colocaba cerca de ella, Sí; definitivamente gustaba de aquella pelinegra de grandes ojos.
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Al ser las cuatro y media de la tarde el escuadrón junto a Rosé estaban revisando el plan para evitar fallas. Siendo ya las cinco emprendieron el viaje al almacén en dos autos.
En vehículo donde iba Nayeon, Dahyun, Chaeyoung, Mina y Tzuyu había un silencio cómodo que duró hasta que Tzuyu le susurró a Im.
–¿Nayeon?–
–¿Sí Yodita?–Respondió la coreana.
–¿Qué pasa si hieren a Rosé, Sana o a Jihyo?, no quiero que les hagan daño.–Dijo la menor bajando la cabeza.
–Auw, Tzuyu, no les va a pasar nada. Primero porque Rosé es una de las mejores liderando emboscadas, segundo, Sana no va a permitir que le pase nada a Jihyo y viceversa, además aquí estaré yo, recuerda lo que te dije siempre estaré aquí para todas.–Dijo la coreana acariciando la cabeza de la morena.
Habían llegado al punto ciego donde estacionarían las dos camionetas en caso de emergencia. Jihyo bajó del vehículo seguida por Sana y Rosé.
Jeongyeon en el otro auto estaba instalando los micrófonos a su computadora, luego de la instalación, sacó el dron que iba a necesitar para vigilar la entrada de Lee.
Nayeon salió del auto con sus lentes de sol puestos, ya que estaba muy fuerte la luz solar, se aclaró la garganta y luego habló.
–Aquí están sus micrófonos, recuerden que en caso de cualquier inconveniente solo deben hablar e iremos.–Nayeon habló mientras observaba de reojo su reloj y les entregaba los micrófonos a las tres agentes.–Son las cinco y veinte, lo mejor es que vayan en las motos, es más rápido.–Concluyó la general.
Rosé, Jihyo y Sana arreglaron su uniforme y se subieron a las motocicletas encendiéndolas.
Antes de que partieran las tres voltearon hacia Nayeon, quien les dio un saludo militar el cual las uniformadas correspondieron.
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