Nayeon había pensado todo muy bien antes de arrepentirse de una decisión que le costaría unos cuantos adornos rotos, así que por esa razón se encontraba subiendo su última maleta antes de volver a la moderna y luminosa ciudad de Osaka, donde residía con anterioridad a sus 2 años de retiro.
Mentiría si dijera que no le gustaba la vida de una general, de hecho, le encantaba sentir la adrenalina corriendo por sus venas, la sensación de orgullo cada vez que atrapaba a un criminal.
Dicen que todo en exceso es malo, Nayeon sabía eso como las letras del abecedario, después de 8 años sirviendo para la policía se había fatigado de su monótona rutina de conseguir justicia para los ciudadanos, y no porque se cansó de ser la buena, sino que se había perdido a sí misma. Si la hubieran llamado hace unos 5 o 3 años probablemente respondería un alegre
-¡Oficial Im Nayeon a su servicios!-
Pero ya no, simplemente respondía con un seco monosílabo como lo era su apellido, mientras viajaba a una velocidad mediana se preguntaba dónde había acabado la dulce y respetuosa Oficial Im, tal vez en una de esas escenas donde habían niños que quedaban solos, dañados por la desastrosa vista de sus padres muertos, aquellos padres que tenían malos contactos, que se le pasaban en un bar de mala muerte en lugar de el recital de su único hijo.
Suspiró, tal vez tanto tiempo para pensar ya le afectó, o le ayudó a ver que las cosas son efímeras y que hasta el más bondadoso corazón puede caer en las enredadas ramas del egoísmo, la soberbia y la furia. Im Nayeon era una mujer digna de admirar, a los 22 años se había graduado con honores en Ciencias Policiales, pasó 2 años entrenando constantemente, día y noche, ya que por las tardes tenía un empleo de medio turno, todo eso por si sola.
Le divertía ver como los niños ricos que tenían todo caían en las drogas, se juntaban con malas compañías y luego caían bajo sin saber donde estaba el fondo del abismo, puede sonar cínico, hasta sádico si se lo quiere ver de manera extremista, pero así lo veía ella.
Si había algo de la antigua Nayeon que les sacaba de quicio a sus compañeros era su terquedad, siempre que había un caso sin resolver o a medias, Im siempre se empeñaba en que podían hacerlo más rápido si trabajaban en conjunto y no discutían por quién era mejor y quién debía tomar el caso, a pesar de que su terquedad los volvía locos, Nayeon siempre terminaba teniendo razón con respecto a sus sugerencias (muy insistentes, por cierto)
de que trabajaran en equipo. Soltó una estruendosa risa que probablemente se escuchó en todo el tunel por el que pasaba pero no le importó, extrañaba esos momentos pero también se extrañaba a sí misma. Cuando salió de su propia laguna llena de pensamientos y recuerdos se dio cuenta de que estaba a unas 3 cuadras del departamento de policía de Osaka, pasando por un edificio que tenía un mal recuerdo en su interior, un mal recuerdo que la volvió a sumergir en lo más proundo de la laguna de su mente.
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⌬Gotcha'//COMPLETADA.
Fanfiction❝La ex-general Im Nayeon estaba disfrutando de su deseado retiro, sin misiones, ni adrenalina, sin armas o pólvora en su pequeña cabaña de las montañas de Japón cuando recibió la inesperada llamada de su antigua compañera Kim Jennie pidiéndole algo...